Cuarentena de dos velocidades

Muchos trabajadores se paran estos días, pero otros han aumentado su ritmo de trabajo hasta desbordarse

Cliente saliente de un supermercado Mercadona. En el tierra de la entrada, la cadena ha dibujado unas líneas porque los compradores respeten la distancia de seguridad | ACN (A. Cadanet)
Cliente saliente de un supermercado Mercadona. En el tierra de la entrada, la cadena ha dibujado unas líneas porque los compradores respeten la distancia de seguridad | ACN (A. Cadanet)
València
30 de Marzo de 2020

Por fin sale el sol y puedo salir a escribir a la terraza. Suerte la mía, lo sé.

 

Suena Cumpleaños feliz de Parchís desde la furgoneta del ayuntamiento de Paterna que cada día lanza una propuesta nueva desde sus altavoces. Aunque Juan Antonio Sagredo –alcalde de la localidad- utiliza los canales digitales de manera eficaz, ha de recurrir a “viejos métodos” para llegar a todos. Hoy nos cuentan que quieren felicitar cada día a los vecinos que cumplen años en estos días.

Días en los que millones de personas estarán confinadas en casa. Algunas teletrabajando desde que todo esto empezó, otras lo han hecho desde siempre y otras muchas, con el permiso retribuido recuperable que anunció el Gobierno el sábado, estarán desde hoy y hasta el 9 de abril en casa.

 

Esta es una realidad, pero hay otra. La de las personas que junto a los sanitarios y fuerzas de seguridad, tienen más trabajo que nunca. Están desbordadas.

Juan Carlos trabaja como reponedor en un almacén de Mercadona. Lleva desde el 11 de marzo trabajando sin descanso, haciendo horas extras y llegando a su casa a las 11.30 de la noche casi todos los días, aunque algunas veces llega a la 1 de la mañana. Me cuenta que en el almacén no dan abasto para reponer los lineales de todas las tiendas. “Y de los pedidos online, ni hablamos”. Su perro, Zeus, y el mío, Bowie, son vecinos y compañeros de juegos. Ahora no nos vemos apenas, aunque aun nos cruzamos yendo al parque o en el portal cuando sacamos unos minutos a los perros.

Juan Carlos me cuenta que no está notando mucho el confinamiento porque su marcha es similar a la de antes “salvo que con una carga de trabajo impresionante. Me levanto, saco a Zeus, hago un poco de ejercicio en la terraza y a las 14.30h me voy a trabajar. Y hasta que acabe”. Bromeamos sobre el imperio de Juan Roig –no es tanta broma- y con las vacaciones de un verano que ya no será como lo hemos conocido siempre.

Luis regenta una empresa familiar de semillas y fitosanitarios en Córdoba. Hace unos meses arrancamos un proyecto de consultoría para darle un giro a su comunicación digital. Cuando le recuerdo que tiene que pasarme los materiales que le pedí hace algunas semanas me dice que no le da la vida. “La psicosis de suministros de los supermercados ha llegado al agricultor. Estamos bastante peor que la semana pasada. Solo me da tiempo a gestionar pedidos, stock, dosificar ciertos productos que nos quitan de las manos... En cuanto pueda, nos ponemos al día, ¡palabra!”, me escribe por WhatsApp.

No hay descanso tampoco para los asesores fiscales que desde el anuncio de los ERTEs, hace ya unos días, viven sumidos en una impresionante carga burocrática. Rafael Herrera es socio de Ipso Iure y mi asesor desde que hace unos años decidí hacerme autónoma. Mientras hierve la paella que preparamos en casa, aprovecho para llamarle y preguntarle cómo va todo.“En el despacho estamos sobrepasados, sobre todo por la cantidad de trámites que tenemos que hacer. Por ejemplo, para hacer un ERTE de una peluquería que ha cerrado y que solo tenga 2 empleados, tenemos que invertir 5 ó 6 horas y eso que es algo sencillo”.

Y no solo tienen que hacer la parte técnica, sino que este tipo de servicios profesionales se basan en una relación de confianza y de años y ahora los asesores hacen también de psicólogos. “Los clientes nos llaman casi llorando porque no saben cómo van a salir de ésta, no saben cómo van a remontar y nosotros les tenemos que dar salidas a algo que, por el momento, no tiene solución porque no sabemos esto cuando va durar. Afloran tantos problemas de fondo…”.

Rafael se pregunta, con una mezcla de indignación e impotencia, “quién tiene que hacer todo lo que el gobierno aprueba porque nosotros, asesores de las empresas que se están viendo afectadas por esta crisis –que son casi todas-, estamos agotados y cansados de buscarnos siempre la vida para no dejar tiradas a nuestras pymes, clientes de nuestros despachos”.

En el despacho de Rafa han establecido turnos de 8 a 14 y de 14.30 a 20.30, “pero ni quedándonos a vivir en la oficina podemos hacer frente a toda la carga de trabajo que se nos viene encima”.  Porque el primer trimestre lo tenemos ahí y, de momento, ni se ha aplazado ni suspendido pero advierte Rafa “que la contabilidad debe ser real, ordenada y reflejar la imagen fiel de la empresa. Si nos obligan a presentar el trimestre en los plazos habituales, los datos serán de todo menos reales”. Y no olvidemos que la campaña de la Renta arranca en nada.

Dos velocidades. Quienes están parados, con tiempo para pensar, repensar, pasar tiempo con sus hijos e hijas, leer, ver series, limpiar, ordenar armarios, hacer puzles… La lista de cosas que se pueden hacer cuando no tienes nada que hacer es interminable, aunque la angustia, el miedo y la incertidumbre esté presente cada minuto del día.

Y los otros, que como Juan Carlos, Luis, Rafa y muchos otros, apenas duermen porque el coronavirus ha desbordado su actividad.

Unos y otros, contando los días para que se pueda volver a la normalidad. Que intuyo que será de todo, menos normal.