
En uno de los lugares más luminosos del mundo se encuentra Caterina Biscari (Sicilia, 1957). Ni más ni menos, el Sincrotrón Alba, una infraestructura científica capaz de emitir luz hasta 10.000 millones de veces más intensa que la del Sol, y no podía tener una mejor ubicación: el Carrer de la Llum, en Cerdanyola del Vallès. De carácter radiantemente optimista, Biscari dirige, desde 2012, el que a la vez representa el único sincrotrón en España, que forma parte de la veintena que existen en Europa. A pesar de licenciarse en Física en la Universidad Complutense de Madrid -ciudad donde creció desde pequeña-, sus raíces italianas llevaron a la actual directora del Alba a Nápoles, donde se doctoró a inicios de los años ochenta, para acabar consiguiendo una plaza en la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN), en Ginebra.
Mucho ha llovido desde entonces y, Biscari, que observa desde el interior del Alba la evolución de los grandes asuntos que determinan el futuro de la humanidad como las tensiones geopolíticas o el cambio climático, confiesa que cada vez tiene más claro que “los científicos debemos actuar”: “Debemos reaccionar y volver a hablar sobre los valores importantes de la humanidad, que se basan en hacer que este mundo sea sostenible”. Al llegar a su despacho, la directora de Alba apaga el ordenador amablemente y se prepara para conversar con VIA Empresa, mientras se apresura y ordena de manera enérgica una mesa llena de libros y libretas. No se preocupe, Caterina; sabemos que el orden tiende al caos.
¿Qué nos dice la luz?
La luz nos da conocimiento. Si bien la luz visible nos permite mirar y ver el mundo, la luz que producimos aquí nos permite incidir en los detalles que normalmente no se ven y nos permite conocer no sólo cómo está hecha la materia, sinó también de qué está hecha, cómo se comporta y cuáles son sus propiedades. Por lo tanto, si lo tengo que sentenciar en una frase, diría que la luz nos amplía el conocimiento del mundo en el que vivimos.
Para los que no estamos directamente vinculados al mundo científico, ¿cómo funciona un sincrotrón?
Un sincrotrón es una gran infraestructura que cuenta con un acelerador de electrones, las partículas que emiten la luz de sincrotrón. Cuando estos tienen mucha energía y cambian su trayectoria, emiten la luz, entonces lo que hacemos es acelerarlos dentro de nuestro anillo de almacenamiento (o storage ring), y mantenerlos dando vueltas para que emitan esta luz de sincrotrón, que acaba llegando a lo que llamamos líneas experimentales o beamlines, los laboratorios especializados anexos al acelerador que cuentan con diferentes técnicas de interacción de la luz con la materia y están capacitados para observar las muestras en una resolución atómica.
Biscari: "La luz nos amplía el conocimiento del mundo en el que vivimos"
Gestionar una infraestructura como esta es una cuestión muy tecnológica, ya que cuenta con miles de sistemas de imanes, cavidades de radiofrecuencias, detectores, y muchos datos, y esto implica que haya un equipo de profesionales con diferentes perfiles, como científicos, físicos, ingenieros o técnicos que también gestionan esta gran infraestructura. A la vez, es una cuestión muy humana en lo que a su uso se refiere, ya que aparte de los trabajadores están sus usuarios, aquellos investigadores que vienen de todo el mundo a los cuales hay que ayudar a usar el Sincrotrón, proponer nuevos experimentos y conducir sus ideas. Es una institución muy compleja, pero apasionante de liderar (sonríe).
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¿Cómo ilumina el Sincrotrón al tejido empresarial?
El Sincrotrón es un instrumento muy poderoso que permite el desarrollo de materiales, así como explorar el campo de las ciencias de la vida, ya que puedes ver cómo están hechas las células por dentro, puedes estudiar las proteínas, nuevos materiales destinados al sector energético, materiales para baterías, materiales cuánticos, magnéticos, etcétera, y las empresas se pueden beneficiar de ello. Nuestros instrumentos están abiertos a la comunidad industrial, y los puede utilizar para su I+D, un aspecto importante que hay que desarrollar en el país. Por ello, gran parte de los usuarios pertenecen al mundo industrial, farmacéutico, automovilístico o textil, entre otros. Desde 2012 contamos con una estrategia industrial muy importante que consiste en explicar tanto a grandes empresas como a pymes qué instrumentos tenemos, qué capacidades tienen y cómo pueden acceder a ellos.
Por otro lado, las empresas no solo tienen la opción de ser usuarias del Sincrotrón, sino que también pueden ser nuestros proveedores de toda la tecnología que se utiliza aquí. Es un aspecto especialmente importante ahora que estamos trabajando en la renovación del Alba, ya que necesitamos empresas tecnológicas que produzcan todos los sistemas, por ejemplo, sistemas para el acelerador, para las nuevas líneas experimentales, etcétera. Y, de hecho, gracias al hecho de que existe una infraestructura de este tipo aquí, se han ido desarrollando empresas que hace 20 años no existían, ya que cuando nació el Alba había muy pocas compañías de alta tecnología que pudieran participar en el desarrollo de la tecnología necesaria en aquel momento.
Aproximadamente, el 80% de proveedores de semiconductores para empresas europeas están fuera de la Unión Europea. ¿Qué papel juega el Alba a la hora de reducir esta estadística y de brindar un poco más de autonomía a Europa?
Alba es sin duda uno de los actores necesarios para ir hacia el soberanismo de Europa. Europa tiene que ser más independiente de los proveedores que hay en el resto del mundo en ámbitos estratégicos, como es el de semiconductores. El Sincrotrón es una de las infraestructuras europeas esenciales para el desarrollo de la electrónica del futuro, nuestras líneas experimentales tienen la capacidad necesaria y estamos llevando a cabo proyectos para el desarrollo de semiconductores. Además, aquí en el Parc de l’Alba contaremos con el proyecto Innofab, y por el hecho de estar situado al lado del Sincrotrón esperamos brindarle una gran ventaja competitiva respecto a otras infraestructuras.
Las grandes infraestructuras científicas como el Alba y los otros sincrotrones europeos son actores esenciales, no importantes, esenciales para el desarrollo de la industria del futuro y para conseguir que Europa sea independiente desde el punto de vista tecnológico. Eso sí, tenemos que trabajar juntos.
En este sentido, ¿existe algún vínculo entre el Alba y los demás sincrotrones establecidos en Europa?
Hace unos años el Sincrotrón Alba impulsó, junto con otros sincrotrones, la League of European Accelerator Based Photon Sources (LEAPS), donde estamos todos los sincrotrones europeos. El Alba ha tenido un rol esencial dentro de esta organización, ya que fuimos presidentes durante varios años y hemos sido muy activos a la hora de desarrollar nuevas tecnologías en colaboración, así como programas dedicados a temas más estratégicos para Europa y, en realidad, para la sociedad en general, como pueden ser el acceso a comunidades como la de los semiconductores, la de la cuántica, u otros ámbitos de las ciencias de la vida. Actuar juntos es necesario, aquí, en el Alba, en este momento tenemos 13 líneas experimentales en operación, más una más que entrará en funcionamiento dentro de dos años, pero si juntamos todo lo que hay en Europa estamos hablando de 300 estaciones experimentales que dan servicio a 40.000 investigadores, de los cuales entre 8.000 y 9.000 se encuentran aquí.
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Varios estudios cifran sobre el 8% la capacidad que posee Europa de producir microchips, un indicador que en ciertos países asiáticos se eleva hasta el 75%. En este contexto, la Comisión Europea anunció la Ley Europea de Chips, con la cual se espera impulsar la producción europea al 20% de cara a 2030. ¿Es un objetivo alcanzable?
(Hace un silencio). Es un objetivo alcanzable si se trabaja muy seriamente juntos en desarrollar los sistemas que se necesitan. Para ello, es importante que estos esfuerzos estén realmente coordinados a nivel europeo; iniciativas nacionales, como Innofab, también son clave, pero hay que tener el apoyo de los diferentes países; para Europa es muy importante poner esfuerzos en común. ¿Entonces, es un objetivo alcanzable? Siendo muy optimistas, sí, y yo lo soy (sonríe). Pero para ello hay que ponernos todos de acuerdo, y por muy claro que lo tengamos no siempre es así, a veces las necesidades de cada país son diferentes.
¿Es compatible mirar por los intereses de Europa y a la vez por los de un determinado país?
Europa debería dejar más de lado los nacionalismos y los intereses a nivel nacional, porque el interés europeo es el interés de todos. Deberíamos recuperar un poco el espíritu que hubo durante el periodo de la pandemia, donde de verdad allí se sintió que el problema, el covid, era un riesgo compartido, y no solo en Europa, sino en todo el mundo. Allí se consiguió realmente romper barreras y compartir información, compartir soluciones. Por lo tanto, la capacidad existe, y te das cuenta de que existe cuando te ves en peligro, pero yo creo que deberíamos recuperar esta capacidad también cuando el peligro no es tan evidente.
¿Cuál es nuestro peligro más evidente?
Ahora estamos hasta arriba de noticias sobre cuestiones geopolíticas, pero yo creo que el mayor peligro para la humanidad es el cambio climático. Tenemos que actuar de manera concertada todos los países del mundo y, en este sentido, Europa es el lugar donde este problema de verdad se percibe y más soluciones se proponen, pero es un peligro al que se le debería dar una voz mucho más potente.
Biscari: "Ahora es fácil decir que el problema es Donald Trump, pero Donald Trump ha sido votado por millones de personas"
Suena complicado que todos los países del mundo actúen en la misma dirección, si al frente de potencias como Estados Unidos hay dirigentes como Donald Trump, que niega el cambio climático.
Ahora es fácil decir que el problema es Donald Trump, pero Donald Trump ha sido votado por millones de personas. El problema es que hay una parte de la sociedad, cuyo porcentaje por motivos inexplicables va creciendo, la cual estos riesgos que tiene la humanidad no los ven como tales y priorizan buscar soluciones a problemas más cercanos o cortoplacistas. Ahí habría que reaccionar, y los científicos tenemos que actuar y volver a hablar de los valores importantes de la humanidad, que pasan por hacer que este planeta sea sostenible en el futuro para todo el mundo.
En este sentido, me encanta ver los experimentos que se hacen en el Alba, ya que tenemos una estrategia científica a partir de la cual nos llegan muchas propuestas que se acaban llevando a cabo porque son de gran excelencia científica, y la mayoría de ellos se engloban en la sostenibilidad del planeta, del medio ambiente y de la sociedad, y esto es fantástico, tenemos que ir en esa dirección.
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Se prevé que la mencionada Ley Europea de Chips movilice 43.000 millones de euros de inversión público-privada para fortalecer la industria de los semiconductores. ¿Ha visto el Alba alguna cantidad de este importe?
De estos 43.000 millones, el Sincrotrón no ha recibido directamente nada. La mitad de nuestra financiación proviene del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades del Gobierno de España, y la otra mitad del Departament de Recerca i Universitats de la Generalitat. Ahora bien, en línea con la Ley Europea de Chips, aquí en España contamos con el Perte Chip, y sí que existe la posibilidad de que esto revierta en un futuro en la formación de Innofab. Además, algunos de los grupos que vienen al Sincrotrón a hacer investigación sí que han sido beneficiarios de esta financiación y, por lo tanto, en la ciencia que hace el Alba al final sí que hay un retorno.
Por otro lado, cabe añadir que hemos recibido financiación a través de los fondos Next Generation, pero destinada al diseño del Alba II.
¿Por qué Cerdanyola?
Cerdanyola tiene la gran ventaja de estar al lado de Barcelona. Evidentemente, una infraestructura de este tipo no se puede ubicar dentro de una gran ciudad, tiene que ser en los alrededores, y esta zona tiene la ventaja de estar al lado de la Universitat Autònoma y de todos los institutos que están conectados con esta, institutos de investigación de altísimo nivel, como el Instituto de Ciencia de Materiales de Barcelona (ICMAB), el Instituto Catalán de Nanociencia y Nanotecnología (ICN2), el Instituto de Microelectrónica de Barcelona (CNM), y muchas otras instituciones. Aquí el ambiente es de excelencia científica y gran capacidad de investigación.
Por otro lado, es cierto que el servicio público podría estar mejor conectado con Barcelona, pero tenemos muchas otras ventajas como la de estar muy cerca de un gran aeropuerto, que además está muy bien conectado con todo el mundo y eso nos ayuda también. Si bien el 60% de nuestros usuarios son españoles, una gran parte de ellos catalanes, los demás vienen de Europa o del resto del mundo, y tener una buena conexión es muy importante para una infraestructura de este tipo, que sin duda situa a Cerdanyola en el mapa mundial.
Es una visión que comparten empresas como Panattoni, que están haciendo inversiones millonarias para establecerse en el Parc de l’Alba. ¿El Sincrotrón marca tendencia?
Sí, efectivamente (ríe). Estamos dentro del Parc de l’Alba, y se llama así porque está el Sincrotrón Alba, pero es un territorio donde hay muchas otras empresas importantes, empresas tecnológicas, centros de datos, y también se van a construir viviendas. Entonces, que la imagen de esta zona sea nuestro Sincrotrón, es una imagen muy potente a la hora de hablar con el mundo empresarial, y es muy sencillo que surjan colaboraciones o sinergias, como por ejemplo ha sucedido con Sener.
¿Cómo avanza el salto de la tercera generación a la cuarta del Sincrotrón? ¿Se mantienen las previsiones de que el Alba II esté operativo en 2032?
Sí, estamos trabajando en ello. Como comentaba anteriormente, tuvimos una primera financiación para empezar el diseño y los prototipos, y el proceso está en marcha, todo va según está planeado: en 2030 pararemos la instalación, pararemos el Alba para poder hacer la desinstalación e instalación del nuevo acelerador, y posteriormente terminar la instalación de las nuevas líneas experimentales; en 2031 haremos la puesta en marcha de todos los sistemas y podremos hacer los primeros experimentos, y en 2032 el Alba II estará completamente operativo. El proyecto sigue el timing previsto.
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No parece una maniobra sencilla. ¿A qué se debe este salto de generación? ¿Qué se pretende conseguir?
Este salto de generación está sucediendo en todos los sincrotrones de todo el mundo. La historia de los sincrotrones empezó en los años 60 y ha habido una evolución contínua desde entonces, pero ha habido momentos determinados en los que se ha pasado de una generación a otra, en los que la tecnología ha dado un salto. Y ahora estamos haciendo un salto, el de la tercera a la cuarta generación. Este nos va a permitir que el haz de luz que producimos ahora sea mucho más pequeño, mucho más intenso y, por lo tanto, consigamos mucha más resolución, más rapidez en los experimentos, y mejoremos nuestras capacidades a la hora de entender la materia.
Son varios los sincrotrones de tercera generación que están pasando a la cuarta, en Europa están haciendo este salto otros cinco o seis sincrotrones. Y los nuevos que se están construyendo o que se han construido en los últimos cuatro o cinco años ya son todos de cuarta generación, como el European Synchrotron Radiation Facility (ESRF), que ya está en funcionamiento. A los 20 años es necesario poner nueva tecnología en funcionamiento, y es justamente lo que hará el Alba II, que entrará en funcionamiento en 2032, 20 años después de su puesta en marcha en el año 2012. El Alba ha vivido dos décadas de grandes sucesos y grandes éxitos en la ciencia, y ahora toca mantenerlo en la frontera de la tecnología.
Será curioso que justamente en 2030, año en el que tal y como comentábamos Europa espera cumplir un determinado objetivo de producción de microchips, aquí la actividad se habrá detenido completamente.
Se necesita una parada como esta de vez en cuando. No puedes hacer un cambio de esta magnitud más deprisa. Un ejemplo es como lo está haciendo el Swiss Light Source (SLS-PSI) en Zúrich, el año pasado pararon y ahora lo están poniendo en marcha. Entonces, sus usuarios están esparcidos por otros sincrotrones, a la espera que el SLS vuelva a ponerse en marcha, y será mucho más atractivo. Tampoco es posible tener en funcionamiento siempre una infraestructura de este tipo, todos los días del año y todos los años de su vida útil. Hay que parar para mejorar.
Biscari: "Hay que parar para mejorar"
¿Me podría definir el mayor avance o el hito más destacado conseguido aquí, con el Alba?
Es muy complicado. (Hace un silencio). No se puede decir cuál es el mayor avance. Desde que empezamos, aquí se han hecho 3.500 experimentos, y más o menos la mitad relacionados con las ciencias de la vida, y la otra mitad con las ciencias de materiales. De todos estos, yo puedo mencionar algunos concretos que a mí me emocionan, como todos aquellos que implican trabajar con hospitales para entender las enfermedades raras y descubrir qué fármacos se pueden utilizar para ciertas enfermedades, y comprobar si realmente tienen efecto antes de hacer los ensayos clínicos. Es una cuestión muy importante, ya que aparte del coste económico que tienen estos ensayos, está el coste humano, y en el caso de las enfermedades raras es todavía más complicado hacer un ensayo. Y aquí lo que conseguimos es ver qué efecto tiene un determinado fármaco sobre una célula, y si efectivamente actúan sobre una enfermedad o no.
Biscari: "Nuestro impacto en la evolución, en la innovación, en el desarrollo de empresas, o en el desarrollo de productos es enorme"
En cuanto a las ciencias de materiales, también hay muchísimos experimentos. El mundo de la electrónica, por ejemplo, y en relación con los mencionados chips, requiere mucha energía. Esto es un problema para la inteligencia artificial, todos decimos que es fantástica, pero, ¿cuánta energía necesitamos para gestionar los millones y millones de datos? Muchísima, y esto supone un gran problema, por lo tanto, es necesario desarrollar electrónica que consuma menos energía. Precisamente, el otro día andaba por aquí un investigador de Berkeley (California), que estaba estudiando momentos magnéticos, lo que se conoce como espintrónica. En vez de utilizar electrones, la espintrónica utiliza cambios de momentos magnéticos de la materia. Y esto se traduce en un consumo de energía mucho menor. ¿Veremos esto en 2030? Quizás no. Pero si este experimento no lo empiezas aquí y hoy, tampoco lo veremos en 2040.
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Es fascinante.
Lo es. Y quiero aprovechar para mencionar un hecho muy importante, que es sobre un estudio que hemos encargado a un equipo de economistas de la Universidad de Milán y que vamos a publicar dentro de unas semanas. Dicho estudio tiene el objetivo de ver cuántas patentes de todo el mundo mencionan experimentos hechos en el Sincrotrón Alba, y se ha llegado a la conclusión que son unas 4.500 las patentes que mencionan datos tomados aquí, en el Alba, con investigación pública. Esto implica que nuestro impacto en la evolución, en la innovación, en el desarrollo de empresas, o en el desarrollo de productos es enorme. Cuando descubrimos esta cifra nos impactó muchísimo, no creíamos que fuésemos tan potentes, y esto es muy positivo.
En esta línea, esta semana se ha conocido a través de la publicación del Informe de la BioRegió 2024, elaborado por Biocat, que Catalunya es la quinta región en publicaciones científicas en Europa, y la primera en porcentaje de Highly Cited Papers (artículos muy citados).
Correcto, pero este dato que tú mencionas es sobre los artículos citados por otras publicaciones científicas. Sin embargo, yo te hablo de patentes. Patentes desarrolladas con datos obtenidos aquí. Es un número sorprendente, supone un gran impacto, y no sabíamos que fuéramos tan buenos en este ámbito.
Una pregunta final. ¿Te imaginas un futuro en el que Europa es tecnológicamente autónoma?
Como te decía, soy muy optimista (ríe). Yo creo que Europa, a nivel científico, es una potencia muy grande. Lo has dicho tú mismo, hay regiones como Catalunya realmente muy buenas. Pero para ser tecnológicamente independiente necesitamos lo que comentábamos al principio: que de verdad haya una toma de conciencia por parte de todos los gobiernos de que es un asunto necesario. Y esto implica, a la vez, una toma de conciencia por parte de la sociedad, porque los gobiernos los elegimos nosotros. Para que nuestros hijos, nuestros nietos, y los que vengan después tengan un futuro asegurado aquí, necesitamos trabajar juntos.