En un análisis sobre la evolución de diferentes sectores durante la última década costaría encontrar un mercado que resistiera el ritmo de crecimiento del de las aplicaciones móviles. Las pocos más de 3.000 apps con qué abrió la Apple Store el 2008 y las casi 10.000 que tenía el antecesor de Google Play se han multiplicado hasta llegar además de dos millones en cada una de las plataformas. En paralelo, las empresas de desarrollo han surgido en todo el mundo al ver el apertura de un nuevo mercado que no para de crecer. Pero, de donde surge el negocio de las apps?
Según el informe de la consultora Ditendria 2017: Mobile en España y en el mundo, se espera que para finales de año, la facturación global del sector de las apps llegue a los 189.000 millones de dólares (unos 161.084 millones de euros), duplicando sobradament los 88.300 que el mercado generó el 2016. Si ampliamos el zoom, el estudio State of Mobile App Developers señala que cada app genera una media de 6.000 dólares mensuales.
El CEO de la agencia digital Interactivos, Josep Maria Blanco, divide las estrategias por monetitzar las apps en dos grandes grupos: las basadas en el pago por descarga y las que ofrecen el programa de forma gratuita. "Si optamos para fijar un precio, tenemos que estar seguros que ofrecemos un valor que cabe otra aplicación gratuita es capaz de ofrecer y promocionarla por otros medios", explica Blanco. Los mismos programadores coinciden con su análisis, puesto que, según el informe sobre los desarrolladores de aplicaciones, el 43% consideran imprescindible contar con un presupuesto por la difusión del lanzamiento después de su publicación.
La periodista especializada en tecnología y CEO de la plataforma de promoción de apps Geenapp, Gina Tost, coincide en que el éxito de una aplicación de pago es "que sea necesaria", pero incluye un factor geográfico en la ecuación. "En nuestro país nadie está acostumbrado a pagar por el uso de programas y esto hace que estemos en uno de los estados de Europa donde sale menos por anticipado desarrollar. Tenemos un valor como usuario muy bajo, porque no estamos dispuestos a gastar un euro en un servicio que, al final, utilizaremos cada día muchas veces. En países como Alemania o el Reino Unido la gente paga más por las apps".
Tost diferencia también entre el tipo de usuario de las apps, en función del sistema operativo que utilicen. "Está demostrado que los usuarios de Apple pagan más por aplicaciones que no los de Android". En concreto, el 63% de los usuarios de iOS afirma haber pagado algún golpe por la descarga de apps, por sólo el 37% de los clientes de Google Play.
El negocio de las apps gratuitas
Hoy en día, el 59,5% del negocio de las aplicaciones proviene de las apps de pago. Esto quiere decir que, a pesar de ser la inmensa mayoría de la oferta y contar con la mayor parte de los clientes, las apps gratuitas generan poco más del 40% de la facturación global del sector. Los estudios señalan que sólo el 5% de los usuarios generan ingresos a las aplicaciones sin coste. En estos casos, la creatividad manda a la hora de establecer una estrategia para la monetització.
El primer modelo para hacer calers que encontramos es el de las apps freemium/prèmium, en la que el usuario tiene un acceso en ciertas funcionalidades en el modo gratuito y tiene que subscribirse para poder utilizar todos los servicios del app. "Es un modelo muy utilizado por medios de comunicación y aplicaciones de formación; el punto crítico es que el cliente tenga suficiente información como para tener una idea clara del valor diferencial que supondría darse de alta a la versión de pago", advierte Blanco.
El 59,5% del negocio de las aplicaciones proviene de las apps de pago.
"Otro modelo es la inserción de publicidad mediante pequeños banners y pantallas pop-up, que permite ofrecer todo el contenido gratuito al usuario, pero con una calidad de experiencia menor que puede causar el abandono del app", argumenta el empresario, que describe también el funcionamiento de las aplicaciones de acceso temporal. "Permiten utilizar el servicio completo durante 15 días o un mes. Todavía es una modalidad poco utilizada, porque provoca una salida forzada del usuario".
Mención aparte merece la estrategia de compras in-app. Se trata d'aplicaciones gratuitas que ofrecen servicios y contenidos complementarios y de interés a cambio de varios micropagaments. Un modelo muy utilizado en el sector de los videojuegos por smartphones. Pero tenemos que remontarnos mucho más atrás de Candy Crush para encontrar los orígenes de este método de monetització. "Los videojuegos siempre han cambiado su diseño para adaptarse al formato donde se encontraban. Por ejemplo, un juego pensado por las recreativas como el PacMan ofrecía partidas relativamente cortas porque el jugador acabara poniendo otra moneda a la máquina. Los juegos de móvil buscan que juegues cuanto más veces en el día mejor y ofrecen caramelos que facilitan avanzar en el programa", explica Tost.
Las aplicaciones basadas en la estrategia de compras in-app son las más lucrativas dentro de las gratuitas. Según el estudio de Ditrendia, el 30,9% de las aplicaciones se financian siguiendo este modelo, mientras que sólo el 9,6% que lo hacen a través de la publicidad. La estrategia de monetització, pero, sólo es el primer paso para hacer negocio de una aplicación. "No se trata sólo de colgarla a las diferentes stores y esperar. Es como tener una pequeña botigueta donde hay que estar muy pendiente de que pasa, tenerlo todo medido y tomar decisiones", concluye Tost.
Gratuitas del todo?
Hemos revisado los diferentes modelos de monetització de las apps y ninguno de ellos responde a una de las aplicaciones más populares, como es WhatsApp. Es cierto el axioma que dice que, si una app es gratuita al 100%, es porque el negocio son nuestros datos? Blanco no duda. "Existen muchos desarrolladores que generan negocio vendiendo sus programas gratuitos, porque el valor principal de aquella app es, precisamente, su base de usuarios".
Para Tost, la clave a la hora de utilizar estas aplicaciones sin poner en peligro la privacitat es "no compartir nada que no quieres que se sepa, ni siquiera a servicios como Dropbox o Google Drive donde podemos estar sólo. Las empresas tienen límites, pero muchas veces se los saltan. O alguien sabe que hace Facebook con nuestros datos?", se pregunta.