Dice Victor Küppers que gracias al personal sanitario estamos viendo que hay personas que ayudan mucho a los demás. "Ayudar a los demás es muy gratificante, hemos sido creados para ser buenos", explica en un vídeo en YouTube en el que contagia optimismo y buen rollo. El conferenciante contesta a la pregunta "¿Qué aprendemos de la crisis del coronavirus?" que le ha formulado Leo Piccioli,speaker argentino y autor de dos libros sobre liderazgo y felicidad. Y explica, con mucha pedagogía, las lecciones que está recibiendo del confinamiento: que la vida a veces es insoportable; que hay que vivir siendo más conscientes de nuestra fragilidad, que lo más importante que tenemos son las personas que estimaa las que queremos... "Necesitamos reivindicar el afecto", añade.
Küppers tiene una gran virtud, que es el poder de la palabra. El mismo discurso en otra persona no tiene el mismo efecto, pero él aporta las inflexiones, las convicciones, la credibilidad... Lo vi en directo en un BizBarcelona con el aforo completo y todavía recuerdo aquella anécdota suya del camarero que te sirve el café con una sonrisa y el que lo hace con desgana como ejemplo de la importancia de la actitud en el día a día. En la empresa, los negocios, en la vida. También en los confinamientos.
"No todos saldremos fortalecidos, pero saldremos, porque no es un pozo, es un túnel", apunta Küppers en el video. Ya lo he visto dos veces. Con mi segunda visualización, el video suma 61.262. Escoger bien las palabras no es un trabajo fácil. Si las eliges correctamente, ¡bingo! Es lo que le pasa a la emprendedora valenciana Lucia Be, que está agotando las unidades de una nueva camiseta que lanzaba al mercado (online) el 25 de marzo porque la ilustración es un Arco iris. Su storytelling juega con la casualidad: el diseño nació hace más de un año, pero con el símbolo de esta crisis en que se ha convertido el arcoiris, la compra de la camiseta implica ahora destinar una ayuda del 33% del precio al estudio Copérnico del centro de investigación médica MedSIR que estudia los efectos del coronavirus. Ha conseguido recaudar unos 35.000 euros.
"¡Ánimo, vecinos! Todos podemos, ¡ya queda menos!", chilla la vecina del edificio de enfrente después del aplauso colectivo de las 20 horas. El poder de la palabra también lo tiene ella, o la inquilina del patio de al lado, que este mediodía le ha dejado unas bolsas de la compra a la vecina de arriba con un "estáte tranquila, me he lavado las manos, ¡todo va bien!". Lo ha escuchado toda la calle, que ahora sólo altera su paz sonora con el cántico de los pájaros y el ruido de las llamadas de los videoporteros cuando llegan los repartidores de la compra. "¡Reparto de Mercadona!", llaman... El poder (tranquilizador) de la palabra, decíamos.