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Francesca Bria: "Los datos tendrían que ser una infraestructura pública, como el agua o el transporte"

La comisionada de Tecnología e Innovación Digital del Ayuntamiento de Barcelona considera que una 'smart city' es aquella que utiliza la tecnología al servicio de los ciudadanos

Francesca Bria, comisionada de tecnología e innovación digital del Ayuntamiento de Barcelona | Cedida
Francesca Bria, comisionada de tecnología e innovación digital del Ayuntamiento de Barcelona | Cedida
Barcelona
13 de Noviembre de 2018
Act. 13 de Noviembre de 2018

Barcelona quiere liderar la revolución tecnológica y convertirse en una de las primeras smart cities del mundo. Y va por el buen camino. Lo demuestran rankings, que sitúan la capital catalana como la tercera ciudad inteligente después de Singapur y Londres, y la celebración del Smart City Expo WorldCongress , que arranca su octava edición este martes. Ya lo apunta también Xavier Ferràs cuando dice que "Barcelona es una ciudad reptadora, una ciudad que se prepara para entrar en la liga selectiva de las mejores smart cities del planeta". Ahora bien, tal como señala la comisionada de Tecnología e Innovación Digital del Ayuntamiento de Barcelona a VÍA Emprendida, FrancescaBria, "una smart city tiene que ser aquella que ponga a los ciudadanos en el centro y utilice la tecnología para mejorar problemas sociales". Un reto que tiene Barcelona por delante.

Qué es para Francesca Bria una smart city?

Desde mi punto de vista, y también desde el de Barcelona, una smart city es una ciudad que pone primero a las personas en lugar de la tecnología. El enfoque tradicional de las ciudades inteligentes es empezar por la tecnología, ya sea la conectividad, el big data, sensores... y después preguntar porque necesitas una smart city. En cambio, para nosotros, una smart city de verdad es una ciudad que pone el enfoque en los retos sociales que el municipio está intentando solucionar, y sólo después nos preguntamos como la tecnología y los datos nos pueden ayudar a hacer frente a estos retos. En el caso de Barcelona, las prioridades son aspectos tan importantes como el acceso a la vivienda, una movilidad sostenible e integrada, la transición energética y la lucha por el cambio climático e implementar una democracia mucho más participativa.

"Cuando pedimos a los ciudadanos qué es una smart city, la mayoría notiene ni idea"

Este es el punto de vista de Barcelona, pero otras ciudades coinciden también con esta visión del que tendría que ser una ciudad inteligente?

Cuando empezó el concepto de smart city, la idea se enfocaba totalmente en la tecnología. De hecho, muchas de estas tecnologías fueron propuestas en las ciudades por grandes proveedores como IBM o Cisco con el objetivo que las ciudades solucionaran problemas tecnológicos. Pero si primero pones los sensores en la calle o a los parkings y no sabes realmente qué objetivo tienes, que quieres mejorar, como quieres gestionar el servicio, o no eres consciente de cómo puedes utilizar los datos o acceder a ellas, todo esto es inútil. Aun así, cada vez hay más ciudades que están pensando como Barcelona y que buscan alinear la tecnología con las políticas municipales e implicar mucho más los ciudadanos con las decisiones del gobierno mediante la tecnología. Esto es muy importante en una smart city porque, ante la carencia de confianza y el miedo que genera la poca privacitat y el control de los datos, si no pones a la población primero y la involucras en la toma de decisiones, generas rechazo cabe este tipo de tecnologías.

Podemos decir que Barcelona es hoy en día una smart city?

No necesitamos utilizar la palabra smart city como tal, pero podemos decir que Barcelona utiliza tecnologías y datos con el objetivo de mejorar la vida en la ciudad. Si esto es el que denominamos para smart city, pues sí, Barcelona es una de las ciudades inteligentes más avances del mundo. Pero no por la cantidad de tecnología que tenemos en la ciudad, sino porque hemos conseguido integrarla con la democracia participativa y con servicios que mejoran la vida de los ciudadanos. Cuando pedimos a los ciudadanos qué es una smart city, la mayoría notiene ni idea. Y después la gente empieza a hablar de 5G, blockchain, la nube o la inteligencia artificial, pero estas no son las preguntas que interesan a los ciudadanos, puesto que el que los interesa es como podemos utilizar todo el que tenemos a nuestra disposición, que también incluye la tecnología pero no únicamente, para mejorar su día en día. Me gustaría huir un poco de la idea que tú creas una app y ya estás luchando contra el cambio climático y la contaminación al aire. Así no es como funcionan las cosas. La tecnología es sólo una parte de la solución para conseguirlo.

Qué nos puede proporcionar la smart city más allá de enchufes para coches eléctricos o apps para encontrar aparcamiento?

En el campo de la movilidad, la solución no es tan apps para aparcar o el 5G en el coche conectado. Yo creo que la pregunta es como podemos dar una mejor y más integrada movilidad. Barcelona está invirtiendo mucho en movilidad, ahora introduciremos 1.000 nuevas bicicletas eléctricas y también hemos incrementado hasta 500 el número de estaciones de carga eléctrica que permiten la interoperabilidad, es decir, sea qué sea el coche que tú tengas, puedes cargarlo a la estación. Además, estamos haciendo una transición para cambiar todos los coches municipales a vehículos eléctricos. Por otro lado, desde el Ayuntamiento colaboramos con compañías como Seat en el Barcelona Mobility Lab, en el cual se trabaja para avanzar hacia el coche eléctrico, los vehículos bajo demanda o los coches sin conductor. Todo esto con el objetivo de reducir un 40% las emisiones de CO2, eliminar la contaminación y controlar la congestión del tránsito. También tenemos en marcha una prueba piloto que hacemos junto con los ciudadanos y que consiste al poner sensores en sus casas y ellos mismos pueden medir la calidad del aire o la contaminación sonora. Entonces los datos se integran a la plataforma de internet de las cosas de Barcelona, llamada Sentilo, y los ciudadanos las pueden compartir de forma encriptada de tal manera que ellos deciden quién puede acceder a estos datos. Al final se trata de implicar a la población.

Qué papel juega la tecnología en otros ámbitos como la vivienda social o el turismo, por ejemplo?

La vivienda accesible es una de las prioridades para el Ayuntamiento de Barcelona, y es por eso que hemos creado el Observatorio de Vivienda de Barcelona para trabajar los problemas de vivienda utilizando los datos. De este modo, los analíticos de datos pueden tener un control de la vivienda y ver, por ejemplo, cuáles son los apartamentos vacíos que se pueden destinar a vivienda de protección oficial o ver cuál es el precio mediano del alquiler en Barcelona. Así, los ciudadanos son más conscientes que si el precio mediano tendría que ser 800 euros al mes pero se está pagando un alquiler de 1.000 euros mensuales de media, esto no puede ser sostenible en el futuro. Y es que muchos ciudadanos no pueden pagar su alquiler en algunos distritos debido a plataformas como Airbnb. Es por eso que estos tipos de iniciativas son importantes porque la población tiene la posibilidad de saber qué está pasando en la ciudad y utilizar estos datos para proponer modelos alternativos que sean más justos.

"Facebook, Amazon, Google o Microsoft controlan la mayoría de los datos. Hay de haber un control democrático sobre ellas"

A raíz de la tecnología y todavía más en una smart city se hace uso de una gran cantidad de datos de los ciudadanos que están en manso de grandes empresas tecnológicas. Cómo podemos proteger estos datos?

Las ciudades hoy tienen el 90% de los datos existentes, pero de este total, no todas son abiertas. Hay datos privados, que son las que tienen muchas compañías sobre los ciudadanos, y datos personales, que son las más delicadas porque muchas veces los ciudadanos comparten datos o aceptan termas y condiciones de las aplicaciones que acaban proporcionando información sobre ellos mismos. Así que el que está haciendo Barcelona es, antes que nada, crear la City Fecha Commons, con el objetivo de impulsar iniciativas que promuevan la seguridad de los datos y la privacitat de las personas. Una de ellas es el Decode, un proyecto que pretende mejorar la manera como las ciudades gestionan los datos y encriptarlas de tal manera que los ciudadanos puedan controlar su información. Hay de haber un control democrático sobre los datos, puesto que pocas compañías como Facebook, Amazon, Google o Microsoft controlan la mayoría de los datos existentes. Los datos tienen que ser vistas como una infraestructura pública, como el agua o el transporte, y tienen que ser controladas democráticamente para que sean los ciudadanos, y no las compañías, los que decidan qué datos quieren mantener privadas y qué compartir y bajo qué condiciones.

Este año es el primer golpe que un congreso como el Sharing Cities Summit viene a Barcelona después de haber pasado por Amsterdam y Nueva York. Qué supone esto para Barcelona?

Que Barcelona acoja un acontecimiento tan importante significa que la ciudad está teniendo un papel de líder dentro de las ciudades que luchan para una mejor economía colaborativa. Tenemos que asegurarnos que desarrollamos una economía colaborativa real, que respete la soberanía de las ciudades y los derechos de los trabajadores, y no una economía donde pocas plataformas cogen el pastel e imponen regulaciones que no son compatibles con las regulaciones locales. Hay muchos problemas con compañías como Airbnb o Uber y desde el Ayuntamiento se está luchando activamente para regular el número de días que se pueden alquilar los apartamentos turísticos o hacer frente a la precarització laboral que se sufre en algunas de estas nuevas plataformas digitales. Tenemos que asegurarnos que estas empresas cumplen la ley, pagan tasas y aplican la protección de datos de las personas, para ofrecer una mejor seguridad y privacitat a nuestros ciudadanos.

Qué podemos esperar del futuro en un momento en el cual la tecnología avanza tan deprisa?

El que podemos esperar, y confío que pase, es que las ciudades puedan controlar y liderar este cambio tecnológico y puedan dirigir la revolución tecnológica hacia una revolución mucho más democrática. Espero que las ciudades sean capaces de construir un futuro donde pongan los ciudadanos en el centro de la transformación digital. La revolución tecnológica tiene que servir para luchar contra el cambio climático, mejorar la transición energética, tener una vivienda más accesible, crear una democracia más participativa, democratizar el control de los datos... En resumen, hacer de la revolución tecnológica un beneficio para la mayoría y no sólo para unos pocos.