FrancescoFerro es ingeniero de telecomunicaciones por el Politecnico di Torino, formación que amplió con un máster en el Institut Supérieur de l'Électronique et du Numérique (ISEN), en Lille, y posteriormente con un Executive MBA en la Universidad de Barcelona. A mitad de este viaje, con origen y destino mediterráneo, cofundó PALRobotics, la firma líder en robótica de servicio y humanoide que este año celebra dos décadas de vida. En 2008 se convirtió en responsable del departamento de software de la compañía, y tres años más tarde asumió el cargo de director ejecutivo, posición que ocupa desde entonces. Desde la sede de Barcelona, Ferro ha situado a PAL Robotics en el mapa mundial de la robótica, con el desarrollo de los tres robots más vendidos a escala comercial en Europa.
Ferro también ejerce como director de Industria y Robótica en euRobotics y la AI, Data and Robotics Association (ADRA), y como presidente industrial del Grupo de Robótica de Servicios de la Federación Internacional de Robótica. Ha participado en cientos de proyectos de investigación enfocados en las industrias de la agroalimentación, la manufactura y especialmente la salud, lo que le ha permitido conocer de cerca la curiosa relación entre humanos y robots. Para Ferro, los humanos somos “el animal más agresivo del planeta”, y tiene claro que, a pesar de las ventajas que los robots pueden aportar al planeta, “en el momento en que puedan generarnos algún tipo de problema, nos los cargaremos”.
Instantes antes de ser galardonado con el premio Nit de la Robòtica, en la décima edición del acto organizado por el Col·legi d’Enginyers Industrials de Catalunya, recibe a VIA Empresa en el Recinto Modernista de Sant Pau para hablar sobre el futuro del nuevo aliado de la humanidad.
¿Es necesario que los robots tengan forma humana?
¿Qué es necesario? Depende del tipo de uso de los robots. En una fábrica en la que todo está automatizado, el hecho de que no tengan forma humana no es un gran problema. En cambio, en el momento en el que un robot tiene que interactuar o colaborar con un humano, hay muchos estudios de robótica social que dicen que una forma humanoide ayuda muchísimo en la comunicación y la interacción del usuario. No solamente por la parte del habla, sino también por la programación neurolingüística (PNL).
En un hipotético mundo en el que solo existiesen robots, el robot humanoide no haría falta. En cambio, en el momento que humanos y robots conviven, el humanoide es bastante bienvenido. Al final, somos el animal más agresivo que existe en el planeta porque estamos acostumbrados a cargarnos todo lo que vemos como un posible peligro para nosotros, así que un robot parecido a nosotros nos ayuda muchísimo a la hora de integrarlo.
En los entornos industriales, los robots ya son una realidad. Ahora, con la presentación de Optimus, se espera que estos lleguen a las casas. ¿La sociedad está dispuesta a pagar 20.000 o 30.000 euros que es lo que costarán estos robots para meterlos en sus casas?
El aspecto económico es fundamental. A día de hoy, los robots humanoides tienen un precio mucho más elevado que los 30.000 euros que propone Elon Musk con sus robots Optimus; este es un precio que quizás a largo plazo se pueda conseguir gracias a la economía de escala, si es que algún día los robots se acaban vendiendo como si fuesen coches. Pero no es el principal reto. Hay que tener en cuenta el uso que le vamos a dar, ya que hasta ahora, hemos visto vídeos muy bonitos, en los que detrás hay ingenieros teleoperando estos robots y mucha “magia de marketing”, pero están limitados.
"Los robots humanoides tienen un precio muy por encima de los 30.000 euros"
Y por supuesto, la seguridad es otro gran reto. Por un lado, hay que certificar que los robots sean seguros, que no estés utilizando material que no se pueda utilizar y que no puedan explotar, pero también que los algoritmos que tienen le hagan funcionar correctamente y en diferentes espacios, más o menos concurridos. Estos robots pesan 50 kilos, ¿qué podría pasar si, por error, se le cae encima a un niño? Sería un error gravísimo, que estos últimos vídeos que hemos visto estos días no muestran; y todavía estamos lejos de que estos robots se puedan convertir en una realidad en nuestro día a día.
Aun así, ya hay robots que operan en el ámbito sanitario y asistencial.
Tenemos un caso de uso de robots en el entorno sanitario que muestra cómo los robots pueden ayudar a las personas ancianas. Hemos demostrado que un profesional puede teleoperar, a la vez, hasta 10 robots ubicados en el hogar de una persona mayor, y que estos permitan que el paciente se quede en su casa entre dos y cinco años más antes de ser ingresada. Eso sí, es importante que sean teleoperados para poder llevar a cabo ciertas operaciones e incluso salvar la vida de un paciente. Y para este tipo de aplicaciones ya estamos listos, ya se pueden utilizar.
Cuando los coches se integraron en la sociedad, adaptamos el planeta para que puedan circular, asfaltando un 1% de su superficie. ¿Tendremos que “asfaltar” nuestros entornos para la llegada de los robots?
Este es uno de mis temas favoritos y explica por qué en PAL Robotics nos hemos dedicado a la robótica de servicio y no a la industrial (sonríe). Nosotros creemos que no tendremos que cambiar o adaptar nuestros hogares para que los robots funcionen mejor. Estos tendran que usar las mismas herramientas y compartir los mismos espacios que usamos los humanos. A día de hoy, ¿cuántos robots humanoides has visto que se puedan sentar en la misma silla donde estamos sentados ahora mismo? Casi todos necesitan sillas especiales para ellos, y eso, para mí, es un error, tienen que sentarse donde lo hacemos nosotros, coger las tazas que usamos nosotros y tienen que poder hacer nuestra cama, y no una cama que nosotros fabriquemos para que el robot nos la pueda hacer. No cambiaremos nuestro estilo de vida ni cederemos nuestra comodidad al robot; en todo caso, le haremos un rinconcito en casa, y poco más
¿En qué tipo de aplicaciones, aparte del ámbito sanitario, pueden incidir los robots para mejorar el mundo?
Allí donde a los humanos nos falten manos. La agricultura es un claro ejemplo; cada vez es más difícil encontrar personas que se quieran dedicar a recoger fruta o lo que sea que queramos comer. Y comer es una necesidad primaria, así que seguramente tendremos que poner robots en el campo. Otro ejemplo, el ámbito sanitario. Si nos encontramos con otra pandemia, no tenemos suficientes enfermeros para ayudar a todos los pacientes, y esto también nos afecta por cómo está envejeciendo el mundo, donde cada vez hay menos jóvenes respecto al número de personas mayores, y nosotros queremos darles soluciones para que hasta su último día tengan la ayuda que necesiten.
Y, por supuesto, en otros ámbitos como el de la logística, los robots son una gran ayuda y pueden ahorrar muchos trabajos forzados a los humanos. En PAL Robotics estamos desarrollando a Stockbot, un robot que ya ha llegado a 14 países y que a diario hace el inventario de forma autónoma de algunos negocios.
¿Y dónde pueden empeorarlo?
A veces, algunas investigaciones van demasiado lejos e intentan probar robots en campos donde no hacen falta. No sé si tiene mucho sentido implementar robots en el ámbito de la creatividad, a pesar de que puedan hacer cosas maravillosas, creo que es un campo que le pertenece a los humanos. Nos gustaría que los robots planchen y pongan lavadoras para que nosotros podamos dedicarnos a la creación, pero la realidad es que actualmente los robots son mucho mejores en este ámbito que en hacer las tareas del hogar.
Por supuesto, tampoco deberíamos de usar los robots para fines militares, pero eso es un melón que prefiero no abrir.
¿Y robots en las escuelas?
El profesor Ishiguro, una eminencia mundial sobre el mundo de la robótica, hizo una charla sobre el uso de los robots en las escuelas y mencionó la posibilidad de que un robot teleoperado por un profesor impartiese una clase. Entonces, un compañero le preguntó qué pasaría si los estudiantes también fuesen robots. ¿Cuál es el límite? El límite estará en quién puede permitirse la tecnología y quién no.
Dejando de lado esta reflexión, la teleoperación permite ciertas funciones que se podrían aplicar en las aulas, pero de manera muy puntual.
Da la sensación de que en los países asiáticos al robot se le ve como un aliado, incluso un héroe. Aquí, en cambio, se le puede llegar a ver como una amenaza; en vez de pensar en Doraemons pensamos en Terminators. ¿La percepción del robot varía según la cultura?
Bajo mi punto de vista, sí, completamente. Tanto en Estados Unidos como en Europa siempre hemos temido a una revolución en la cual las máquinas toman el control de la humanidad, mientras que en Asia lo asocian más a un mundo idílico, donde los robots son una herramienta al servicio de las personas. Hay un choque de culturas. Esta percepción negativa en Occidente se ha minimizado en los últimos años con el concepto de robot colaborativo, con la palabra colaboración la gente ha ido cambiando su mentalidad poco a poco. Todo esto de que el robot se puede revelar o hacernos daño, creo que ha quedado en el pasado, y ahora toca verlo como una herramienta más, como un coche o una lavadora.
"El límite estará en quién puede permitirse la tecnología y quién no"
¿En el futuro hablaremos del derecho de los robots?
En el futuro y en el presente, ya se está hablando del derecho de los robots. De hecho, un tema relacionado con esto, ahora que la población envejece cada vez más, es el tema de las pensiones: ¿quién las pagará en el día de mañana? Una de las ideas que existen desde el ámbito de la robótica es que todos los robots que se utilicen en las fábricas paguen una parte de seguridad social para mantener a los pensionados. Hay quien dice que esto sucederá, hay quien dice que no, yo creo que no tiene ningún sentido hablar de esto a día de hoy, pero es cierto que el debate existe.
Aquí, en Europa, se nos da muy bien hablar de derechos, poner normas y regulaciones.
A nivel de regulación somos pioneros, sí (ríe). Casi todo lo que se ha creado en materia de inteligencia artificial pertenece a compañías privadas de Asia y Estados Unidos. En Europa lo hemos intentado, pero lo poco que hemos creado posteriormente ha sido comprado por estas dos potencias, y esto es un problema porque nos quedaremos atrás, es una situación muy peligrosa para nuestra innovación.
¿La entrada de robots en la sociedad puede provocar nuestra deshumanización?
Es un riesgo real. Lo que podemos transmitir tú y yo simplemente hablando en esta sala es mucho mayor de lo que transmitiríamos por videoconferencia o, por supuesto, por chat. Este fenómeno ya ha sucedido con el uso de las pantallas, pero, aun así, la humanidad por supuesto que seguirá desarrollando su especie y seguiremos teniendo hijos. Le repito lo que le decía al principio: somos el animal más agresivo del planeta, y cuando veamos que los robots nos generan algún tipo de problema, nos los cargaremos, lo tengo clarísimo.