La Inteligencia Artificial está cada vez más presente en nuestro entorno y mucha gente cree que estamos ante una gran revolución que cambiará nuestras vidas en los próximos años. Pero qué es la realidad de la inteligencia artificial y cómo impactará en nuestro día a día? El futuro inmediato está pleno de robots con los cuales interactuaremos? Es como las películas de ciencia-ficción ?
Marc Torrens, profesor del Departamento de Operaciones, Innovación y Fecha Sciences de ESADE, advertía en un encuentro al campus de Sant Cugat que en dos años "viviremos de forma muy parecida" a la actualidad. "Sobrevalorem los cambios a corto plazo e infravalorem los cambios a largo plazo", añade. "Hay unas expectativas algo más elevadas de la realidad", resume.
En este sentido, Torrens considera que ante la Inteligencia Artificial hay dos reacciones opuestas: los tecnooptimistes, que creen que se solucionará el mundo; y los tecnopessimistes, que imaginan un futuro más deshumanizado y con más desigualdades.
Con todo, asegura que el exceso de expectativas puede generar una frustración que haga parar el desarrollo de la IA. El profesor de Esade recuerda como en 50, en los inicios de la inteligencia artificial, había grandes expectativas: "Eran tan altas que en 80 y 90 se congeló. Ahora estamos en el renacimiento".
Tipo de inteligencia
"La inteligencia artificial podemos decir que es cuando una máquina puede hacer una tarea que si la hiciera un humano, diríamos que usa la inteligencia", apunta Torrens. Desde una calculadora hasta un robot capaz de interactuar con nosotros y que razone como los humanos. "Estamos muy lejos de esto, no tenemos ni idea ni una agenda de cuando se puede llegar".
Beatriz Cabrera, CEO de Atomian, una empresa dedicada al desarrollo de un software relacionado con la inteligencia artificial, también destaca estas dos escuelas: "El match learning consiste que le enseñamos a una máquina un millón de documentos tipos A y un millón de documentos tipos B y entonces los puedes distinguir".
En el caso de Atomian, pero, su creador, Miquel Montero, apostaba por la otra rama, de la escuela cognitiva: "Hace muchos años que hizo un programa que pensaba que se acercaría al conocimiento humano, a cómo pensamos y a como funcionar el cerebro". Esto permite que un software lea los documentos y pueda extraer conceptos claves. "Él va aprendiendo toda la información, es como un cerebro", destaca Cabrera. Un cerebro digital.
Marc Torrens: "La ciencia-ficción no ayuda a las expectativas de la inteligencia artificial"
El profesor de Esade lanza una advertencia: "Si algún día la desarrollamos, podría ser el fin de la humanidad porque la evolución de las máquinas sería mucho más rápida que nuestro cerebro". Pero no es un escenario ni que podamos imaginar: "La ciencia-ficción no ayuda cuando hacen robots que se enamoran o controlan el mundo, no tiene ningún sentido en el adelanto actual".
Y va más allá: apunta que en ciencia cognitiva no se ha avanzado prácticamente nada respecto a los años 50. Así, para simbolizarlo, divide en tres tipos de IA: débil, fuerte y súper. La débil podría ser un programa de Google que lo han enseñado a detectar gatos a partir de ver muchos, pero un mismo programa no podría reconocer gatos y manzanas a la vez. La fuerte sería como la de los humanos, con capacidad de razonar, etc. La superIA plantea unos softwares mucho más potentes que nuestros cerebros, el de las películas: "No sabemos si llegará".
E insiste: "Con tantas expectativas podemos volver a los años 80, tenemos que rebajarlas". "No ha habido en los últimos años una invención científica de primer orden", alerta Marc Torrens.
Cambiar el mundo
Aún así, el profesor está convencido que la actual Inteligencia Artificial ya está transformando parte del mundo: "Las tareas eficientes las podrán hacer máquinas. Yo lo veo una manera para ser más eficientes en cualquier actividad". Máquinas para resolver problemas concretos o realizar acciones particulares. Además, afirma que los humanos "no compiten" con las máquinas.
Así, no comparte algunas visiones apocalípticas: "La mayoría de trabajos, más que desaparecer, se transformarán". Todo ello para conseguir que las personas hagan tareas donde el valor humano sea más importante. "En todas las revoluciones, los lugares de trabajo que se crean son más que los que se destruyen", enfatiza
Además, a pesar de no prever un futuro inmediato al estilo Matrix, considera que "la velocidad del cambio es más rápida que en otras revoluciones y afectará todos los sectores". "No estoy seguro que todos tenemos que trabajar, no es nuestra misión en la Tierra", apunta.
Los datos, gran punto de inflexión
En todo este escenario, los datos son imprescindibles. Por muchas empresas de inteligencia artificial es la base de su negocio y el crecimiento exponencial de los últimos años en almacenamiento está permitiendo este renacimiento de la inteligencia artificial.
"En toda la historia de la humanidad hemos recopilado los mismos datos que durante el 2016", concluye Marc Torrens, que recuerda que "los algoritmos son los mismos que en 70, pero ahora hay más capacidad de datos".
Marc Torrens: "Los datos son el nuevo petróleo"
"Los datos son el nuevo petróleo económico. Sin procesar no tienen ningún valor económico, como el petróleo. Aquí es donde la inteligencia artificial puede jugar un papel imprescindible", añade. Unos datos que ya son capitales por las grandes compañías que se han disparado en los últimos años, como Uber, Netflix, Airbnb o Facebook.
"Nosotros intentamos usar toda la información que ha almacenada y no se utiliza", señala Beatriz Cabrera. Sobre el futuro del mundo laboral, añade: "En un estudio explicaban que el 40% de los trabajadores consideraba que su trabajo era aburrido. Si sacas toda la tarea repetitiva de leer o extraer información, se pueden dedicar a tareas más creativas".
Aislarse de aquello que no nos gusta
Todo ello, pero, abre un mar de retos y dilemas que se tienen que resolver. Y es que a pesar de ser lejano, hay realidades que ya recuerdan a un episodio de Black Mirror. El experto en inteligencia artificial pone el ejemplo de la China, donde el gobierno controla todo el que hacen los ciudadanos, los otorga una puntuación y de esto depende a qué servicios puede acceder o qué trabajos pueden hacer.
Otra consecuencia es la "cámara de resonancia". "Si las compañías nos filtran la información a partir de nuestros gustos, consumimos aquello que nosotros creemos y nos perdemos todo el resto. Sólo estaremos rodeados de nuestro punto de vista". Esta función de los algoritmos puede traer a extremar las ideologías.
Marc Torrens: "La tecnología nos puede traer por un camino mejor o peor"
Y finalmente, la privacitat. "De quién son nuestros datos, donde están? Los reguladores van siempre por detrás y hace falta una regulación internacional", reclama. Y añade: "Si toda la investigación y adelantos en este campo se hacen en empresas privadas a golpe de talonario y fichar los mejores talentos de la universidad, se creará un oligopolio". En este sentido, apunta como cada vez se crea más riqueza pero se acumula en menos manso: tres o cuatro empresas se quedan con todo el conocimiento.
"La tecnología nos puede traer a un camino peor o mejor. Nos podrá liberar de tareas pero tendremos que ver como se redistribuye la riqueza", reflexiona.
El caso de Atomian
Atomian, ubicada en Sant Cugat del Vallès, nace hace tiempo en la cabeza de Montero. Después de quince años de perfeccionar el sistema, se puso en marcha a partir del 2015 en fase de pruebas. "Atomian es único, tiene la capacidad de leer documentos, extraer conceptos claves y preguntar con un lenguaje natural para obtener las respuestas", apunta la CEO, que sentencia: "Es un producto único".
Por ejemplo, Atomian ha trabajado con el Barça. A través del software, va monotorar todos los datos de los jugadores en los entrenamientos para poder predecir lesiones, entre otras. También en los campos de la salud: introduce todos los datos de las altas hospitalarias para poder extraer conclusiones, como si un determinado tratamiento funciona mejor.
"Los datos te dan la posibilidad de tomar decisiones basadas en hechos reales. Por ejemplo, el CATSalut é 200 millones de datos de pacientes y sus tratamientos. Todo esto se puede trabajar y ver qué efectos tienen los medicamentos", recalca.
Beatriz Cabrera: "Aquí hay mentalidad de funcionario"
Con todo, Cabrera considera que Barcelona "se puede convertir en el San Francisco europeo". "Hay mucha gente que está poniendo Barcelona en el mapa tecnológico". Aún así, todavía hay camino a recorrer: "Somos cobardes para invertir. Una empresa como la nuestra en los Estados Unidos puede estar consiguiendo 100 millones de euros de inversión, y aquí tenemos que rascar". "Allá la gente se equivoca y vuelve, aquí tienes un fracaso y la gente piensa "pobret". Hay mentalidad de funcionario", lamenta.