El día siguiente de la Keynote de Apple en que se presentó la iPhone X, una amiga me expresaba su profunda decepción: "Me esperaba una cosa tan innovadora como el primero iPhone. Apple ya no es el que fue". Personalmente, a pesar de que me ha costado algunos años y algunos pequeños tacos, he acabado entendiendo que el error es esperar que cada nuevo modelo de iPhone sea tan revolucionario como lo fue el primero.
De entrada, porque aquel dispositivo que Steve Jobs mostró en el mundo ahora hace 10 años significó tirar a la basura buena parte de la tecnología móvil del momento, y acabó cambiando y redefiniendo toda una industria y el que hasta entonces entendíamos como teléfono móvil.
Entendiendo esto, para mí la Keynote del nuevo iPhone X ha sido muy diferente de las de los últimos años, pues ha presentado las bases del que puede significar una auténtica revolución de futuro.
Las novedades de los Animojis
Los nuevos Animojis por ejemplo –que ofrecen la posibilidad de personalizar emoticonos que usamos cada día en Whatsapps y redes sociales–, se basan en una tecnología de detección, reconocimiento e interpretación facial que no habíamos visto nunca hasta ahora en ningún dispositivo de bolsillo o en ningún ordenador. Una tecnología que, cuando esté madura, puede servir para interactuar con el teléfono de una manera nunca ver hasta el momento, yendo mucho más allá de animar caretas sonrientes.
Os imagináis que vuestro iPhone fuera capaz de comportarse diferente en función de la emoción que se desprendiera de vuestras facciones? Os imagináis un coche capaz de detectar si desviáis la vista de la carretera u os dormís? Esto es el que esconde la tecnología que hay detrás de los Animoji. Nos tenemos que plantear si necesitamos tener el teléfono más potente del mercado, o si el que queremos es tener un teléfono inteligente de verdad.
Realmente, me importa muy poco si los nuevos procesadores son más o menos potentes que los del último modelo de Huaweii. El que me interesa de verdad es que los procesadores del nuevo iPhone son capaces de trabajar con la realidad aumentada de una manera potente y eficiente, y que Apple facilite entornos de desarrollo sencillos para que los programadores puedan crear aplicaciones.
Me interesa porque esto quiere decir que en los próximos meses veremos aplicaciones de GPS, médicas o videojuegos más inmersivos que nunca. Aplicaciones reales.
Me es igual si Samsung ya incorporaba el reconocimiento facial en sus opciones de desbloqueig, el que quiero es que mi teléfono no se deje engañar por una fotografía, funcione correctamente aunque haya poca luz, o me reconozca si traigo ojeras o no me he afeitado.
En definitiva, el gran secreto de Apple, que a la vegada ha sido su gran éxito y acierto, ha sido saber desarrollar tecnologías potentes y punteras que a la vegada funcionan como se supone que tendrían que funcionar: tan bien que al final nos olvidamos que existen.