03
de Febrero
de
2016
Act.
03
de Febrero
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2016
Uno de los proyectos más destacados –de los que han visto la luz hasta el momento– de Google X, el laboratorio secreto para nuevos inventos de la compañía, es el Google Caro, que trabaja con el objetivo de desarrollar un coche 100% autónomo.
De momento, en los últimos prototipos, el vehículo es bastante pequeño, de dos plazas y prescinde totalmente de volante, cambio de marchas o cualquier mecanismo de control. Todo el que necesita hacer el conductor es indicarle al sistema –mediante la voz o Google Maps– allá donde quiere ir. A partir de aquí, el vehículo realiza todos los cálculos y trae el usuario del punto A en su punto B sin ninguna intervención humana.
Ahora, la compañía de Mountain View ha explicado cómo realiza las pruebas a sus coches. Por un lado, conductores de test recorren los Estados Unidos con una versión modificada de los coches –que sí que disponen de controles manuales–, que los permite intervenir en caso de incidencia. Ahora bien, como que los ingenieros trabajan continuamente mejorando los parámetros de conducción, necesitan una manera de poder hacer pruebas más rápidamente.
Ingeniería al servicio de Google
Por ejemplo, con el objetivo que los giros en intersecciones sean más cómodas por los ocupantes del vehículo, la compañía modificó el software de pilotaje para ajustar el ángulo de las curvas. Pero, como asegurar que la modificación es óptima y que no tiene afectación en otras situaciones?
Para verificarlo, a Google han desarrollado un sistema de simulación que permite a sus ordenadores "volver" a conducir los millones de kilómetros que los coches reales ya han hecho. Así, cualquier cambio en el software se puede testar de manera prácticamente instantánea contra más de 4.800 millones de kilómetros.
Este simulador, además, también sirve para analizar problemas. Si un conductor real tiene que intervenir en un test de conducción, el sistema registra el error y simula qué habría pasado si el vehículo hubiera continuado funcionando de manera autónoma, de forma que se pueda corregir el posible error.
De momento, en los últimos prototipos, el vehículo es bastante pequeño, de dos plazas y prescinde totalmente de volante, cambio de marchas o cualquier mecanismo de control. Todo el que necesita hacer el conductor es indicarle al sistema –mediante la voz o Google Maps– allá donde quiere ir. A partir de aquí, el vehículo realiza todos los cálculos y trae el usuario del punto A en su punto B sin ninguna intervención humana.
Ahora, la compañía de Mountain View ha explicado cómo realiza las pruebas a sus coches. Por un lado, conductores de test recorren los Estados Unidos con una versión modificada de los coches –que sí que disponen de controles manuales–, que los permite intervenir en caso de incidencia. Ahora bien, como que los ingenieros trabajan continuamente mejorando los parámetros de conducción, necesitan una manera de poder hacer pruebas más rápidamente.
Ingeniería al servicio de Google
Por ejemplo, con el objetivo que los giros en intersecciones sean más cómodas por los ocupantes del vehículo, la compañía modificó el software de pilotaje para ajustar el ángulo de las curvas. Pero, como asegurar que la modificación es óptima y que no tiene afectación en otras situaciones?
Para verificarlo, a Google han desarrollado un sistema de simulación que permite a sus ordenadores "volver" a conducir los millones de kilómetros que los coches reales ya han hecho. Así, cualquier cambio en el software se puede testar de manera prácticamente instantánea contra más de 4.800 millones de kilómetros.
Este simulador, además, también sirve para analizar problemas. Si un conductor real tiene que intervenir en un test de conducción, el sistema registra el error y simula qué habría pasado si el vehículo hubiera continuado funcionando de manera autónoma, de forma que se pueda corregir el posible error.