Hasta el 1995, como mínimo, cuando en una conversación alguien aseguraba que había sido al mítico concierto de Prince del 22 de agosto de 1993 al Palacio Sant Jordi, uno no podía hacer más que aceptar la historia y seguir con su vida. Hoy, en cambio, buscaríamos las fotografías del perfil de Facebook del sospechoso y comprobaríamos, con la alegría de quien destapa un farsante, que aquel día nuestro amigo compartía con nosotros una última y llastimosa noche de verano en una discoteca del Garraf. Internet ha cambiado nuestra forma de relacionarnos e interactuar con los servicios en las últimas dos décadas. Excepto en Francia, donde viven conectados en la red desde el 1981, el año en que La Poste France Télécom (PTT) lanzó el Minitel. El protointernet inventado por su ingeniero, Jean Yves Pouchard.
Ahorrarse las Páginas Amarillas
En la Francia de los años '70, la implantación del teléfono doméstico a casas de particulares eran irrisòries, el que comportaba problemas de comunicación impensables en los países de su entorno. Para solucionar la situación, el Gobierno decidió repartir terminales de forma gratuita por todo el país. Esta universalización artificial del servicio comportó un efecto inesperado: de golpe, millones de franceses trucaban a las centrales de France Telecom para consultar los teléfonos de sus vecinos y de los comercios de la zona. Aquello se podría haber solucionado al método tradicional, con la creación de unas Páginas Amarillas, pero la empresa pública quiso acabar de un golpe los costes de personal que suponía mantener el servicio de consultas y ahorrarse la impresión y difusión de un formato físico.
El equipo de ingenieros encabezado por Pouchard encontró la solución gracias a un sistema de conexión en red a través de ARPANET, la base de la World Wide Web hasta el 1990. Su invento consistía en un módem con teclado y pantalla conectado directamente al piu telefónico. El usuario sólo tenía que teclear un código numérico para acceder a un servicio que se presentaría en pantalla con un grafismo similar al del teletexto. El gran cambio, pero, era que el protointernauta podía interactuar con la página y con otras personas conectadas.
El sistema salió con el servicio de Vidéotex que, efectivamente, recogía todos los teléfonos registrados en el país. Pero las oportunidades que abría aquella tecnología hicieron que, muy pronto, los bancos, operadores turísticos, empresas de transporte y anunciantes se apuntaran. El 1998, Minitel contaba con más de 26.000 servicios activos, y una red de usuarios de más de 25 millones de personas, que podían interactuar a través de varias plataformas de chat.
Un teletexto de negocios
La industria más beneficiada por el invento fue la banca que, a través del sistema Kiosk, digitalizó muchos de sus servicios, permitiendo a sus usuarios hacer transferencias, pagos y controlar el estado de sus cuentas a través de la pantalla.
El único sector que no acogió con entusiasmo la aparición del Minitel fue, no hay que decirlo, el de los medios de comunicación, que veían como aquel aparato podía comprometer sus ingresos publicitarios. A pesar de todo, muchos de los diarios más importantes acabaron teniendo su propia página en este primer Internet.
Y que sabemos de Pouchard? Pues muy poca cosa. El inventor del Minitel ha seguido el método de sus compatriotas Daft Punk para quedarse en el anonimato. De hecho, su nombre no se hizo público hasta el 2008, cuando a la película La personne aux deux personnes aparece un telediario falso en que se anuncia la muerte del creador del sistema: Jean-Yves Pouchard. Un dato real difícil de detectar en medio de una comedia.
A pesar del estallido de Internet, el Minitel siguió activo hasta el 2012, y con cifras nada menores gracias a las reticencias de la población más envejecida al adoptar las nuevas tecnologías.