Hace pocos días tuve ocasión de participar en unas jornadas de reflexión de la cúpula directiva en España de un fabricante de automóviles líder en Europa. Saben que en pocos años su negocio cambiará de una manera estructural, y que tendrán que ser capaces de atender a millones de clientes de una manera directa y personalizada para ofrecer soluciones de movilidad en tiempo real. Ya no compraremos un coche, sino que querremos disponer del vehículo que necesitamos en el lugar y momento que nos haga falta.
Un coche pequeño para ir dos por la ciudad, uno de más grande para ir cuatro a otra ciudad, y el fin de semana nada porque nos quedaremos en casa. Sencillamente, la solución tiene que aparecer cuando la necesitamos al lugar exacto donde nos haga falta. Esto los obligará a gestionar flotas de la manera más eficiente posible: cuál es el vehículo que queda más cerca del cliente? Cuál es la ruta más eficiente? Cuánto tardará al llegar teniendo la cuenta el tránsito?... y todo esto con vehículos autónomos que generan un montón de datos en tiempo real que hay que tener en cuenta, pero con clientes que también generan un montón de datos en tiempo real que también hay que tener en cuenta: voy con un niño y me hace falta cadireta, traigo dos cajas gordas y me hace falta espacio, un golpe llegue a lugar quiero que el coche me espere...
De repente emprendidas que estaban centradas en la calidad y fiabilidad de sus procesos de diseño y fabricación, pasan a depender de manera vital de su capacidad de procesar grandes, grandiosos volúmenes de datos en tiempo real y de manera segura y fiable. Un negocio diferente, que pide no sólo procesos diferentes sino también organizaciones diferentes y habilidades clave diferentes. Hay que ser capaz de procesar millones de datos, considerando millones de casuísticas y posibles combinaciones diferentes. Y pasará el mismo al sector de la salud, la logística, los seguros, el ocio... Todo el mundo necesitará la capacidad de procesar grandes volúmenes de información en tiempo real con algoritmos híper-complejos y multivariables.
"El problema ya no es tu capacidad de obtener datos, sino si dispondrás de la capacidad de computación para procesarlas"
El problema ya no es tu capacidad de obtener datos, sino si dispondrás de la capacidad de computación para procesarlas. Qué infraestructura de ordenadores necesitarás para tratar en tiempo real toda esta barbaridad de datos? Por poco que analizas la potencia de cálculo que necesitarás descubres que tienes que poner la mirada -estratégica- en los super ordenadores disponibles al mundo, como por ejemplo el Maresnostrum que hay en el Barcelona Supercomputing Center, uno de los 25 ordenadores más poderosos del mundo. Cuando te acercas, sus responsables te explican que la próxima generación de ordenadores cuánticos es la única solución, porque las actuales capacidades de computación no podrán atender de manera adecuada este tipo de retos. La prometida de los servicios globales que atienen millones de personas con infinidad de casuísticas a partir de datos en tiempo real no es asumible por la actual generación de ordenadores, ni siquiera los más poderosos. Los ordenadores cuánticos apenas empiezan a sacar la nariz por el escenario mundial, pero ya impresionan. Su capacidad supone un salto tan exponencial que todos (TODOS!) los sistemas actuales de encriptación acontecerán inútiles en pocos años (calcular todas las posibles permutaciones será cosa de horas). Pero la tecnología para fabricar este tipo de ordenadores sólo está al alcance de grandes potencias como por ejemplo Estados Unidos y China capaces de concentrar dinero y talento de manera continuada. Además, estas máquinas necesitan trabajar en unas condiciones extremas (cerca de los 270 grados bajo cero) y esto tampoco resulta nada sencillo.
La cosa está clara: quién tenga esta tecnología será capaz de procesar los volúmenes de información que esta nueva generación de servicios pedirá. Si tienes esta capacidad podrás ofrecer, por ejemplo, soluciones de movilidad a nivel masivo. Pero si no, no. Podrás tener los coches, los datos, los clientes... pero sin los super ordenadores cuánticos no podrás hacer los cálculos y procesos que necesitarás. De aquí a diez años la ventaja competitiva no será el software, sino el hardware. Y los países ya mueven ficha: Estados Unidos ya ha decidido que los algoritmos pueden viajar, pero que el hardware estratégico no travesserà fronteras y se quedará en casa como un activo altamente estratégico. Secreto de estado. Intel e IBM ya tienen prohibido vender componentes de computación cuántica a cualquier otra país (no sólo en los países malos, sino en ningún país). Está en juego la industria de servicios del futuro. Estos días los diarios van plenos de noticias relacionadas con el boicot de los Estados Unidos contra Huawei y su tecnología 5G. Estados Unidos no quiere que el tráfico de los datos se haga sobre infraestructura china, y tampoco permitirá que otros países sean capaces de desarrollar los superodinadors necesarios para procesar estos datos. China y Estados Unidos tienen un plan: dotar a sus empresas de la capacidad de mover grandes volúmenes de datos en tiempo real y procesarlos también en tiempo real sea cual sea su complejidad. Redes de telecomunicaciones y superordinadors, y ninguno de estos elementos puede depender ni un poquito de ningún país enemigo (enemigo militar o enemigo comercial, al fin y a la ninguno es el mismo).
"Por los extranjeros empieza a ser más fácil venir a Barcelona que a Silicon Valley, y aquí están pasando cosas interesantes y ambiciosas"
Qué hará Europa? Parece obvio que no puede basar sus servicios en la computación norteamericana, pues Donald Trump claramente trabajará porque el jugador ganador sea una empresa de servicios de movilidad americana, y no europea. Europa necesita una infraestructura de computación cuántica, y estamos de suerte. De aquí cuatro días vais al pabellón 8 del Mobile World Congress (el pabellón que queda al fondo, el pequeño, el discreto) y visitáis el stand que cada año coordina el Instituto de Ciencias Fotónicas, nuestro ICFO, y veis todo el que están trabajando con cuántica y grafè (participan en proyectos europeos dotados con más de mil millones de euros). Y visitáis también el Barcelona Supercomputing Center, BSC, en el campus norte de la UPC a tocar la Diagonal (insisto: uno de los 25 ordenadores más potentes del mundo). Es decir, tenemos investigación y tenemos infraestructura. Y ahora, gracias a los problemas que la administración Trump pone a los permisos de residencia a extranjeros, también empezamos a ser atractivos para captar talento de talla mundial. Al BSC hay más de 400 investigadores de alto nivel de más de 18 nacionalidades diferentes. Por los extranjeros empieza a ser más fácil venir a Barcelona que a Silicon Valley, y aquí están pasando cosas interesantes y ambiciosas.
Si tu negocio dependerá de tu capacidad de procesar datos en tiempo real ve a visitar el Barcelona Supercomputing Center, explica tu situación y empieza a valorar seriamente la oportunidad de trabajar y explorar juntos. Ellos ya se dedican a esto, y tú también lo acabarás haciendo.