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Retos de futuro para la Inteligencia Biológica

El chat GPT ha hecho tambalear las bases estratégicas de gigantes muy asentados hasta el momento, cómo son Microsoft y Google

Imagen de un equipo de inteligencia artificial | iStock
Imagen de un equipo de inteligencia artificial | iStock
profesor de programas de máster de ESIC Barcelona.
Barcelona
03 de Abril de 2023

Decir que vivimos tiempos convulsos y que estamos inmersos en una época de cambios se ha convertido, a fuerza de repetirlo, en una frase vacía de contenido. Nos hemos acostumbrado a ello. Y, en ocasiones, eso puede generar que perdamos de vista la magnitud de la transformación que a todos niveles estamos viviendo. Además, el ritmo exponencial de éstos, lleva a que se acentúe la polarización existente entre los que siguen el ritmo frenético de las noticias diarias al respecto, y aquellos que viven ajenos a las disrupciones constantes que nuestra sociedad está experimentando.

 

Es cierto que la Inteligencia Artificial no es algo nuevo. Sus orígenes se remontan al ya famoso Taller de Dartmouth, realizado en Hannover en 1956, y considerado el inicio de la disciplina. Pero igual de cierto es que, durante los últimos meses, hemos asistido en primera persona a la consolidación de esta tecnología en el mercado, con aplicaciones prácticas que inciden de lleno en nuestra cotidianidad diaria. Tanto es así, que se ha designado “Inteligencia Artificial” como palabra del año 2022 por parte de FundéuRAE.

De hecho, fue el año en que vimos la expansión de herramientas como DALL-E2, Midjourney y Stable Diffusion en lo relativo a la generación de imágenes a través de texto. Synthesia, InVideo o Maxine para la creación de videos, y GitHub o Blackbox como herramientas de programación en todo tipo de lenguajes. Pero el que ha generado más ruido mediático ha sido el chatbot con modelo de lenguaje natural empleado por el modelo 3.5 de chat GPT, lanzado por la compañía OpenAI en noviembre de 2022.

 

El chat GPT ha hecho tambalear las bases estratégicas de gigantes bien asentados hasta el momento, como son Microsoft y Google

Estamos hablando de una disrupción histórica del mercado, hace escasamente 5 meses, que ha desencadenado una carrera empresarial por el dominio e implementación de este conjunto de tecnologías, y que ha hecho tambalear las bases estratégicas de gigantes bien asentados hasta el momento, como son Microsoft y Google. El primero ya presentó hace unos días su propuesta con Copilot, que parece estar llamado a revolucionar la ofimática a todos los niveles, mientras que los de Mountain View han presentado Bard como contraataque.

El ritmo de noticias diarias al respecto se hace imposible de resumir, de sintetizar, e incluso de procesar para el usuario medio. E incluso para el avanzado. Los nuevos lanzamientos se suceden, y las aplicaciones de este tipo de tecnología son tan numerosas que nada hace prever que este nivel de cambio vaya a decelerar en el corto plazo.

Tanto es así, que en las últimas horas se ha presentado una petición, firmada por Elon Musk, Steve Wozniak y 1.000 expertos más, para solicitar formalmente que se pause durante 6 meses el entrenamiento de este tipo de IAs, con el objetivo de permitir a la sociedad en su conjunto digerir este ritmo y nivel de cambio, y poder adaptar la legislación necesaria a la casuística que de todo ello se puede derivar.

Tiempos convulsos nos ha tocado vivir, y todo aquel que empieza a informarse sobre el tema se ve asaltado por la misma duda: “¿qué va a pasar con la demanda laboral? ¿Qué futuro nos espera?”. Y realmente es muy complicado dar una respuesta concreta y precisa ante tal nivel de incertidumbre y variabilidad.

Recientemente, en referencia a eso, la misma OpenAI presentó un informe en el que mostraba los resultados de su análisis sobre la afectación que ChatGPT puede tener en el mercado de trabajo. Y las conclusiones son claras, aunque poco sorprendentes: el perfil de empleabilidad va a variar drásticamente los próximos años. Todos aquellos puestos de trabajos repetitivos, mecánicos, y rutinarios, que ya estaban en recesión, están condenados a la desaparición. Y aquellos que dependan en mayor o menor medida de la realización de cálculos, de traducciones, de estructuración y análisis de datos, también están en un riesgo elevado. Van a ser sustituidos por una tecnología más rápida, barata y eficiente.

A nivel particular, como formador, llevo ya meses lidiando con esta pregunta por parte de mis alumnos: ¿qué habilidades y conocimientos debería desarrollar un estudiante actual, para potenciar y aumentar su empleabilidad en el medio plazo, en un escenario como el descrito? Y en el citado estudio de OpenAI podemos encontrar algunas claves al respecto.

Todos aquellos puestos de trabajos repetitivos, mecánicos y rutinarios, que ya estaban en recesión, están condenados a la desaparición

El cambio implica entender que la inteligencia artificial es mucho más rápida y eficiente a la hora de responder preguntas, por el acceso a datos y la capacidad para interrelacionarlos. Ya hemos llegado al punto en que la elaboración de conclusiones se puede automatizar, y no hay futuro en intentar competir con ello. Sin embargo, la capacidad diferencial, que puede permitir aportar valor, es precisamente la elaboración de las preguntas. Entender qué preguntar. Definir las claves básicas para que la respuesta que obtengamos sea precisamente la que se necesita.

Ciertamente es algo que choca con el enfoque tradicional de la formación, que se basaba en memorizar datos y replicar y repetir procesos. El futuro nos empuja a modelos formativos distintos, en la que se incentive no a dar respuestas a preguntas concretas, sino a desarrollar la capacidad de visión de conjunto, y saber determinar en cada caso la información clave necesaria para una correcta toma de decisiones a nivel de empresa. Como apuesta hacia este cambio de enfoque, ESIC ha implementado la metodología Transformative Learrning. El reciclaje profesional continuo va a ser imprescindible en la mayoría de profesiones (life long learning).

En el enfrentamiento directo con esta tecnología hay muchos elementos que escapan a nuestra capacidad, y con los que no podemos competir. Pero desarrollar la habilidad para utilizarla como herramienta, aliarnos con ella y saber optimizar su uso, puede actuar como elemento multiplicador de la eficiencia, y permitirnos aumentar la productividad y la generación de riqueza a cotas nunca sospechadas.

El futuro que se abre ante nosotros es apasionante, aunque no está exento de retos