24
de Febrero
de
2017
Coches que dialogan con la ciudad o contenedores que avisan que ya están plenos no son imágenes de un futuro lejano sino tecnologías que ya se aplican en todo el mundo. Desde el punto de vista de la técnica, las smart cities ya son una realidad. Ahora hay que entender si son realmente inteligentes,estamos sacando suficiente provecho y si tenemos claro quéqueremos obtener.
"Primero hay que hacer las preguntas correctas y después buscar la tecnología", opina Oscar Pallarols, Director de Innovación y Estrategia del Producto a Cellnex Telecom, "Hoy hay mucha tecnología que no sabe trabajar conjuntamente. Todavía nos carece unir correctamente las que ya tenemos en marcha".
Es vital, pues, decidir colectivamente el uso y sentido que se da a unos adelantos que influyen en todos los ámbitos de la vida de las ciudades; desde la salud, a la movilidad o la energía. Sobre esta cuestión han debatido los cinco participantes en el diálogo El futuro de las ciudades, organizado en el marco de la Mobile Week Barcelona.
Más allá de la técnica
"La cuestión no está en la tecnología, sino en el uso que en estiércol. Podemos ser muy eficientes al destruir el mundo", asegura Valentí Guallart, fundador de Guallart Architects. En este sentido, Guallart considera que nos hay que crear unas reglas del juego y tener claro cómo queremos que sea la smart city del futuro. "Uno de los dramas de las ciudades es la falta de visión. Si no sabemos qué queremos de aquí 20 años, que haremos mañana?" se pregunta el experto, antiguo arquitecto en cabeza de la ciudad de Barcelona.
Oscar Pallerols considera que, a veces, nos hemos equivocado poniendo las nuevas tecnologías por ante las necesidades reales. En el uso de los sensores y la Internet of Things, matiza, hay que tener una visión transversal, combinar los datos, y tener una mirada larga. "No sólo tenemos que recoger datos, hay que saber sacar la información relevante", concluye.
Tomás Diez, urbanista y fundador del Fab Lab Barcelona del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), considera que en muchos casos ya sabemos qué nos dirán los sensores. "El debate tiene que estar", asegura Diez, "en quequeremos hacer de cara al futuro de manera efectiva y sostenible".
Una gran oportunidad
Nos encontramos ante un cambio de paradigma que, muy encarado, puede resultar muy beneficioso para las personas. Según Vicent Guallart, tenemos la ocasión de empoderar la ciudad y los ciudadanos, de lograr la independencia energética, de fomentar el diálogo entre los coches y la ciudad, de reducir el uso de los vehículos...
Jordi Duran, CEO de SmartCity.Link y actual director de Red Ambiental, asegura que "tenemos que aprovechar los recursos de la ciudad para trabajar cooperativamente. Podemos buscar un modelo que realmente sirva como forma para cruzar información entre las diferentes personas de una ciudad o entre los diferentes servicios quetrabajan". "Los sistemas de gestión del futuro tienen que ser colaborativos y las tecnologías de tipo abierto", concluye.
Será, pero, un proceso largo. "Tenemos la oportunidad de diseñar la ciudad del futuro; pero tenemos que ser conscientes que este proceso puede durar más de una generación", explica Oscar Pallarols. Por eso, añade, "hace falta una mirada de futuro más allá del individuo". Vicent Guallart coincide con Pallarols: "Hay que trabajar en la definición del futuro compartido más allá del corto plazo".
Por Salvador Rueda, Director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, la administración pública y propuestas como la superilla jugarán un papel importante en este proceso. Además, añade, "las políticas públicas tienen que ir encaradas a multiplicar el número de personas jurídicas capaces de sacar provecho de los datos. Hay que definir el futuro, y este tiene que pasar necesariamente por la ciudad sostenible y del conocimiento".
Los ciudadanos, una pieza clave del cambio
"La ciudad es un ecosistema y su elemento principal somos los seres humanos", dice Salvador Rueda. "Donde se atesora el conocimiento es en la persona. No en los sensores. La ciudad verdaderamente inteligente será aquella que tenga más organizaciones dedicadas al conocimiento", asegura el experto.
Por Tomás Diez, el desarrollo de las smart cities tiene que venir acompañado de una nueva alfabetización de la tecnología y de un nuevo modelo de ciudadanía. "El móvil tiene hoy más capacidad de computación que el ordenador que trajo el hombre a la luna, pero lo utilizamos para enviar fotografías de comer", comenta. "Tenemos que volver a filosofar sobre nuestro futuro", concluye Diez, "podemos ser víctimas de la tecnología, o beneficiarnos de ella".
"Primero hay que hacer las preguntas correctas y después buscar la tecnología", opina Oscar Pallarols, Director de Innovación y Estrategia del Producto a Cellnex Telecom, "Hoy hay mucha tecnología que no sabe trabajar conjuntamente. Todavía nos carece unir correctamente las que ya tenemos en marcha".
Es vital, pues, decidir colectivamente el uso y sentido que se da a unos adelantos que influyen en todos los ámbitos de la vida de las ciudades; desde la salud, a la movilidad o la energía. Sobre esta cuestión han debatido los cinco participantes en el diálogo El futuro de las ciudades, organizado en el marco de la Mobile Week Barcelona.
Más allá de la técnica
"La cuestión no está en la tecnología, sino en el uso que en estiércol. Podemos ser muy eficientes al destruir el mundo", asegura Valentí Guallart, fundador de Guallart Architects. En este sentido, Guallart considera que nos hay que crear unas reglas del juego y tener claro cómo queremos que sea la smart city del futuro. "Uno de los dramas de las ciudades es la falta de visión. Si no sabemos qué queremos de aquí 20 años, que haremos mañana?" se pregunta el experto, antiguo arquitecto en cabeza de la ciudad de Barcelona.
Oscar Pallerols considera que, a veces, nos hemos equivocado poniendo las nuevas tecnologías por ante las necesidades reales. En el uso de los sensores y la Internet of Things, matiza, hay que tener una visión transversal, combinar los datos, y tener una mirada larga. "No sólo tenemos que recoger datos, hay que saber sacar la información relevante", concluye.
Tomás Diez, urbanista y fundador del Fab Lab Barcelona del Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC), considera que en muchos casos ya sabemos qué nos dirán los sensores. "El debate tiene que estar", asegura Diez, "en quequeremos hacer de cara al futuro de manera efectiva y sostenible".
Una gran oportunidad
Nos encontramos ante un cambio de paradigma que, muy encarado, puede resultar muy beneficioso para las personas. Según Vicent Guallart, tenemos la ocasión de empoderar la ciudad y los ciudadanos, de lograr la independencia energética, de fomentar el diálogo entre los coches y la ciudad, de reducir el uso de los vehículos...
La Mobile Week Barcelona ha celebrado varios diálogos estos días. Cedida |
Jordi Duran, CEO de SmartCity.Link y actual director de Red Ambiental, asegura que "tenemos que aprovechar los recursos de la ciudad para trabajar cooperativamente. Podemos buscar un modelo que realmente sirva como forma para cruzar información entre las diferentes personas de una ciudad o entre los diferentes servicios quetrabajan". "Los sistemas de gestión del futuro tienen que ser colaborativos y las tecnologías de tipo abierto", concluye.
Será, pero, un proceso largo. "Tenemos la oportunidad de diseñar la ciudad del futuro; pero tenemos que ser conscientes que este proceso puede durar más de una generación", explica Oscar Pallarols. Por eso, añade, "hace falta una mirada de futuro más allá del individuo". Vicent Guallart coincide con Pallarols: "Hay que trabajar en la definición del futuro compartido más allá del corto plazo".
Por Salvador Rueda, Director de la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona, la administración pública y propuestas como la superilla jugarán un papel importante en este proceso. Además, añade, "las políticas públicas tienen que ir encaradas a multiplicar el número de personas jurídicas capaces de sacar provecho de los datos. Hay que definir el futuro, y este tiene que pasar necesariamente por la ciudad sostenible y del conocimiento".
Los ciudadanos, una pieza clave del cambio
"La ciudad es un ecosistema y su elemento principal somos los seres humanos", dice Salvador Rueda. "Donde se atesora el conocimiento es en la persona. No en los sensores. La ciudad verdaderamente inteligente será aquella que tenga más organizaciones dedicadas al conocimiento", asegura el experto.
Por Tomás Diez, el desarrollo de las smart cities tiene que venir acompañado de una nueva alfabetización de la tecnología y de un nuevo modelo de ciudadanía. "El móvil tiene hoy más capacidad de computación que el ordenador que trajo el hombre a la luna, pero lo utilizamos para enviar fotografías de comer", comenta. "Tenemos que volver a filosofar sobre nuestro futuro", concluye Diez, "podemos ser víctimas de la tecnología, o beneficiarnos de ella".