Un catéter, un desplegador, un parche y un adhesivo. Estos cuatro elementos conforman el dispositivo que ha creado la startup Aortyx para reducir la tasa de mortalidad en casos de diseccionesde la aorta. La idea de esta solución es ofrecer una alternativa menos invasiva que las cirugías más habituales, tal como explica el CEO y cofundador de la empresa, Jordi Martorell. Ahora, el equipo de Aortyx ha captado 1,2 millones de euros entre subvenciones públicas y una ronda de financiación privada que les servirá para avanzar con los prototipos, hacer pruebas con animales y empezar a acercarse a la industria.
"Existen nuevos dispositivos para tratar los aneurismas, pero se basan en el stent vascular creado en los años 90; no ha habido un cambio de paradigma", explica Martorell. La mayoría de intervenciones se hacen, pues, con el objetivo de reconducir la sangre cuando se ha producido un aneurisma de la aorta -la arteria se sobreexpande- y "no hay solución específica para la disección", cuando se rompe la pared interna de la arteria. El dispositivo de Aortyx se basa en un parche biodegradable, que se engancha por medio de un adhesivo a la aorta para cubrir el agujero hasta que las células se regeneran.
El estado actual del dispositivo es la prueba en animales: "Ya hemos podido comprobar que el parche aguanta el flujo de sangre de la aorta, el más potente de todo el sistema sanguíneo", indica el CEO de Aortyx. Otra de las dificultades era conseguir que la microestructura del parche permitiera a las células invadirlo y que el parche no se tuviera que retirar. Los planes incluyen implantar el tratamiento en humanos entre finales del año que viene y principios de 2022 y empezar a venderlo entre 2024 y 2025.
El pack de Aortyx esta formado por cuatro componentes. El parche se fabrica en el Reino Unido, mientras que el desplegador y el catéter para introducirlo en el cuerpo provienen de Irlanda. El adhesivo es catalán y lo fabrica una empresa ubicada en el Parc de Recerca de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB). El papel de la startup, además de diseñar el dispositivo, será comercializarlo.
Nueva ronda a finales de año
Para hacer todo esto, la empresa -una spin-off de IQS- necesitará más dinero. De momento, cuenta con 600.000 euros públicos que captaron entre subvenciones y créditos apenas después de fundar la startup, en octubre de 2018. A esto se añaden 650.000 euros más de la primera ronda de financiación, que abrieron a finales del noviembre pasado y pudieron cerrar justo antes del inicio del coronavirus.
En total, 1,2 millones de euros que quieren completar con una nueva ronda de inversión a finales de 2020. Esta, explica Martorell, será más grande y servirá para "iniciar los ensayos preclínics regulatorios y probar el dispositivo en los primeros ocho pacientes". De momento, desde Estados Unidos les llegan buenas noticias: "Hemos tenido varias reuniones y hemos extraído que es posible el plazo que nos hemos marcado para salir al mercado".
A finales de 2020 tienen previsto cerrar una segunda ronda de inversión, más grande, para iniciar los ensayos preclínics y probar el dispositivo en pacientes
El primer trabajo que hizo Martorell fue ver si el dispositivo tendría salida. Fueron dos años -entre 2016 y 2018- de estudiar el mercado, elaborar un plan de negocio y buscar fondos. Una vez acabada esta primera fase, fundó la empresa junto con tres socios más. Él es ingeniero vascular y de biomedicina aplicada, Noemí Balà, especialista en Ciencia de los Materiales y doctoranda, mientras que Salvador Borrós es jefe de bioingeniería y del Grupo de Ingeniería de Materiales de IQS.
Pero querían contar con un médico en el equipo: "Pasa mucho que no hay ningún médico en las startups clínicas, y no queríamos que fuera nuestro caso". Es así como se incorporó como socio fundador el doctor Vicenç Riambau, jefe de cirugía vascular del Hospital Clínic de Barcelona. Los plazos que se han marcado son ambiciosos, sobre todo si se tiene en cuenta cómo la crisis del coronavirus ha cambiado las prioridades en el mundo sanitario. De hecho, Martorell explica que Riambau sufrió la enfermedad durante los inicios de la pandemia en Catalunya y que esto "lo ha retrasado todo".
Tanto el aneurisma como la disección de la aorta están infradiagnosticados; se calcula que los casos pueden ser un 20% superiores
Infradiagnóstico de una enfermedad silenciosa
La motivación de Aortyx proviene de la investigación del propio Martorell. Su doctorado se centraba en las arterias coronarias y los stents de malla para infartos. "Después conocí a un compañero con problemas en la aorta y pivoté de las coronarias a otras arterias", relata el CEO de la startup. El infradiagnóstico tanto de los aneurismas como de las disecciones lo llevaron a profundizar en el tema.
"Cada año, un 0,2% de la población sufre un aneurisma de la aorta, pero se calcula que en realidad los casos son un 20% superiores de los diagnosticados", indica Martorell. De hecho, es una enfermedad silenciosa: los pacientes no tienen síntomas hasta que ya se lo encuentran de pleno. La única manera de adelantarse es por medio de un TAC hecho por algún otro motivo. El caso de las disecciones no es muy diferente: "También están infradiagnosticadas: se parecen mucho a un infarto". Según Martorell, una de cada 10.000 personas sufren una cada año.