Querer quedarse a vivir en Valencia ya no es un tabú. Ni significa que quien lo escoja adolezca de ambición profesional. Hace algunos años que el ecosistema startup no solo lo vio, sino que lo pregonó. Y apostaron por tratar de permanecer en su ciudad aun escalando a rondas de financiación por encima de cinco millones. Impensables, por el momento, a estas orillas del Mediterráneo.
Ese discurso se lo adueñó con rapidez una parte de la política local. El emprendimiento, el talento, las condiciones de la urbe o su competitividad económica con respecto a otros grandes lobbies suelen generar buenos posicionamientos y algún rédito electoral. Y, además, apenas supone trabajo toda vez que una asociación sin ánimo de lucro, externa y con camino ya transitado, es quien crea per se muchas de las oportunidades.
Vamos a los números: el Valencia Digital Summit ha metido en dos días 24.000 visitantes (12.000 personas presentes en ambas sesiones de las 48 horas que duró el evento). Eso le sitúa por encima del 95% de los acontecimientos de estas características que se realizan en España. Si bien sus números contrastan enormemente con un análisis de apoyos recibidos.
Para empezar, la pelea entre lo nuevo y lo ‘viejo’ penaliza al sector. Porque la Ciudad de las Artes y Las Ciencias fue futurista en los años 90, pero no está hecha para albergar una feria con cientos de stands y ponencias (del más alto nivel mundial, por cierto) en directo. La acústica es deficiente. Y la impresión de quien visita, con toda la disposición a su favor, es que hay que salir de vez en cuando para que no te duela la cabeza. Penalizando escuchar a referentes planetarios.
El Valencia Digital Summit ha metido en dos días 24.000 visitantes. Eso le sitúa por encima del 95% de los acontecimientos de estas características que se realizan en España
Pero no dejemos de lado un problema sistémico: el de cómo los empresarios y empresarias ‘clásicos’ parecen no querer adherirse a las nuevas corrientes. Ni un solo presidente de compañías de referencia pertenecientes a la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) hizo acto de presencia ni comunicación alguna de apoyo. Como si los ecosistemas fueran opuestos y no contribuyeran de igual manera a la economía de la región.
También es pertinente preguntarse cómo es posible sacar adelante un evento de estas características con un presupuesto de menos de un millón de euros, usando el tiempo personal de los integrantes de Startup Valencia (que tienen sus propias empresas) y teniendo que facturar en pequeñas cantidades a más de 10 vehículos administrativos. Cuando, por otro lado, el consistorio abonará de un golpe y de manera unilateral un canon de 750.000 euros por albergar un spin off de The Next Web, uno de los principales referentes europeos pero sin arraigo inicial en el territorio.
A ello puede unirse la cuestión de por qué en la conferencia anual de tecnología The Web Summit acude el presidente de Portugal, dando soporte a las compañías que muy pronto realizarán el sorpasso en los índices bursátiles a las más tradicionales. Por qué Pedro Sánchez se encontró con Obama en el DES de Málaga este mismo año. Y cómo es posible que un gobierno que opta a ser Capital Europea de la Innovación nunca haya llevado a su máximo representante al VDS, por mucho que casi todos los cargos locales hayan pasado por allí.
Los empresarios y empresarias ‘clásicos’ parecen no querer adherirse a las nuevas corrientes. Ni un solo presidente de compañías de referencia pertenecientes a la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) hizo acto de presencia
Hablamos todavía de una organización que no sabía si realizar todas las comunicaciones en inglés, pero ha tomado la decisión de hacerlo porque ya no puede seguir considerándose un evento local. De unos socios y socias que superan ampliamente a entornos más consolidados como Barcelona o Madrid gracias a su interacción y ayuda mutuas constantes. Y la atracción del talento merced a sus campañas exteriores, realizadas de motu propio y que han contribuido a generar transiciones personales y profesionales de alto nivel a la capital del Turia.
Pero, una vez más, suele valorarse más el brillo de lo foráneo que el trabajo de lo interno. Aunque luego, de cara al exterior, se presuma de lo conseguido.