El Vallès Occidental quiere avanzar en el mundo de la fabricación digital y convertirse en uno de los referentes del país de esta revolución. Actualmente cuenta con catorce espacios que se dedican a la fabricación digital y se están construyendo tres más. Estos espacios representan una oportunidad para acercar la cultura digital y las tecnologías avanzadas a la ciudadanía y a las empresas en general. Una nueva manera de fabricar que va desde el 3D hasta cortadoras láser y que puede suponer una importante revolución no sólo en la industria, sino en la forma de consumo de la sociedad.
La Economía del Conocimiento aportó el primer trimestre de 2019 en el Vallès Occidental un total de 148.731 puestos de trabajo, que representa el 38% del total de la comarca. A pesar de que este sector va mucho más allá de la fabricación digital, pone de manifiesto la importancia de la economía del conocimiento y la innovación en una región tradicionalmente industrial y que ahora se está actualizando en el siglo XXI. Como ejemplo, HP tiene situado en Sant Cugat del Vallès el centro mundial de impresión en 3D, uno de los centros más importantes del mundo del sector y que lidera el 3D.
Una gran revolución
"La fabricación digital está cambiando la sociedad y la economía de una manera muy profunda. Dicen que su impacto será más importante que el de internet". Así de contundente se expresa Mate Laverne, director de un FabLab ubicado en Sant Cugat del Vallès. Y es que, a grandes rasgos, la fabricación digital podría ser una de las soluciones a la crisis climática, puesto que uno de sus pilares es la producción a escala local y aprovechando las materias del entorno.
Qué es la fabricación digital?
Para entender por qué se espera que la fabricación digital sea una auténtica revolución, hay que comprender primero qué es y cómo funciona. "Son máquinas de fabricación que en en vez de ser controladas por una persona, lo son por un ordenador. Se diseña el proyecto con ordenador y el diseño se envía a la máquina y lo interpreta", resume Mat Laverne. Esto hace la fabricación mucho más fácil que de la manera tradicional y al alcance de más personas. Un nuevo modelo que puede tener lugar en cualquier industria y que ya penetrado en sectores como el aeronáutico, la automoción o la salud. Impresoras 3D, cortadoras láser o fresadoras digitales son algunas de las herramientas implicadas.
Y es que con las máquinas de fabricación digital se pueden fabricar prácticamente cualquier cosa. "El límite principal es la imaginación de cada cual", comenta Mate Laverne. Y más si se tiene en cuenta que la evolución de las tecnologías implicadas, como el 3D o el láser, es cada vez más acelerada. Muebles, lámparas, gafas, piezas de cualquier máquina, drons e incluso casas. Prácticamente todo lo que nos rodea se podría fabricar cerca de casa y digitalmente.
Laverne: "Si me fabrico el mueble a metro cero, el impacto es casi cero"
Un cambio radical que propone la fabricación digital es volver a producir los objetos a escala local. Un ejemplo sería cuando necesitas un mueble, expone el director del FabLab: "Es probable que compres el mueble en Ikea. Es posible que la madera venga de Siberia y que después sea transportada hasta China, donde se fabrica. El mueble habría venido en barco hasta Barcelona y después en camión hasta el Ikea de Sabadell, donde yo lo habría ido a buscar en coche desde Sant Cugat". Todo un recorrido que con la fabricación digital se puede evitar: "Es un impacto muy importante para el medio ambiente. En cambio, si me fabrico el mueble a metro cero, el impacto es casi cero".
Otra característica de la fabricación digital es que abre la puerta a las personalizaciones de productos. Y es que huyendo de cadenas de montaje costosas y grandes, con la fabricación digital tiene más sentido producir objetos aunque el mercado sea muy pequeño. "Objetos, por ejemplo, para personas con enfermedades que afectan muy poca gente. De otra manera no se haría porque no salen los números con la fabricación tradicional. Ahora tiene sentido hacer series de 1.000, 100, 10 o incluso una pieza única", expone Laverne.
Y también es un impulso para la innovación y la emprendeduría. Y es que con este nuevo modelo de fabricación disminuye de manera muy importante la velocidad de desarrollo de un producto y acorta el tiempo desde el prototipo hasta la fabricación.
Compartir es vivir
La fabricación digital también abre la puerta a un modelo económico basado en compartir conocimiento. "Se basa en una ideología de compartir, se trabaja mucho con código abierto y diseño abierto. Cambia la visión de la economía", sentencia el director del FabLab. Y es que si quieres fabricar un determinado mueble, puedes buscar diseños por internet, descargártelos y enviarlos a fabricar a la máquina en 3D o cortadora láser a la cual tengas acceso. Una economía más abierta.
"Cualquier cosa que yo puedo fabricar en el FabLab de Sant Cugat se puede fabricar de la misma forma en cualquier espacio del mundo, sólo enviando un archivo", resume Mate Laverne.
Los laboratorios abiertos a la ciudadanía
Pero uno de los grandes retos es hacer llegar todo este conocimiento a la ciudadanía y ofrecer espacios de fabricación digital. Esta es una de las misiones de los FabLab, una red d alrededor de 2.000 laboratorios en todo el mundo. "Queremos acercar los FabLab y empoderar cualquier persona con las herramientas de fabricación digital y que vean que pueden fabricar casi cualquier cosa. Para nosotros es muy importante poner en las manos de los usuarios estas herramientas. Es muy importante que cada persona pueda ser autónoma en su uso", destaca Mate Laverne.
Y es que es difícil pensar que cada casa disponga de una impresora en 3D o una cortadora láser. Así, la idea sería ofrecer a la ciudadanía espacios de fabricación digital de los cuales puedan hacer uso y dónde también se enseñe como funcionan. Esta es una de las misiones de los FabLabs.
Una revolución con consecuencias para los lugares de trabajo
Uno de los grandes debates alrededor de la digitalización y la explosión de los robots en la industria es la destrucción de puestos de trabajo y desaparición de determinadas trabajos manuales. "Es un problema real la destrucción de lugares de trabajo, pero soy optimista en el sentido que las revoluciones industriales siempre han permitido mejorar a la sociedad". Y es que en cada revolución industrial se han perdido lugares de trabajo y se han creado de nuevos: "El trabajo tal como lo conocemos se tiene que volver a reinventar. No se si cuando alguien inventó la lavadora, se planteó que era un problema porque se perdía el trabajo de la gente que limpiaba ropa".
Laverne: "Se tiene que volver a pensar qué contribución hace cada persona a la sociedad"
"El progreso y la industrialización siempre es para sacar trabajo de alguien y se tiene que volver a pensar qué contribución hace cada persona a la sociedad", destaca el director del FabLab de Sant Cugat. La pregunta es qué habilidades se requerirán para estar preparado para este cambio. Un elemento fundamental es la capacidad de adaptación a nuevos trabajos y también "estar a gusto con la tecnología. "No hay que ser informático, pero si sentirse cómodo con la cohabitación entre máquinas y personas y tener conocimientos básicos de tecnología".
"Todos los puestos de trabajo que puede eliminar la robotización, se pueden compensar fabricando las cosas aquí", sentencia.
Están preparados nuestros niños?
Y ante esta nueva realidad, el modelo educativo está enfocado a preparar los niños? De hecho, uno de los objetivos de los FabLab es educar los niños y niñas en todas estas nuevas áreas.
Y es que para Mat Laverne, la educación no está teniendo la agilidad de cambiar suficientemente rápido: "Una de mis motivaciones para montar el FabLab era porque soy padre y he visto las carencias educativas dentro de muchas escuelas". Así considera que el modelo es el mismo que se inventó hace un siglo, pensando en lugares de trabajo que ya han desaparecido y de los cuales quedan muy pocos porque "los robots lo harán mucho mejor y mucho más rápido".
"El primero, que ya vamos tarde y se habría tenido que hacer hace 30 años, es alfabetizar a nivel digital", expone Laverne, que añade: "No hace falta que cada alumno esté formado para ser informático, pero poder comunicarse con máquinas es cultura general". Así conceptos como el diseño digital, la programación, el control de robots o el desarrollo de webs son aptitudes imprescindibles que se tendrían que estar enseñando en las escuelas.
"Es cultura general y tendría que ser accesible a todo el mundo", resume.
Las ciudades digitales y sostenibles
Y uno de los sueños de muchos de los impulsores de la fabricación digital es lograr las citylabs. La idea sería que ningún material físico entre o salga de las ciudades, tal como explica el director del FabLab de Sant Cugat: "No entran o salen átomos, sino bits. Yo recibo un archivo para poder fabricar una pieza y la pieza la hago con material local. Mis residuos los vuelvo a utilizar o reciclar. No llega un barco de China con material y otro hacia África con los desechos que no queremos".
Laverne: "El concepto es volver a una economía más sostenible y local"
Así uno de los retos actuales para todas partes es como aprovechar el material local para la fabricación de objetos. Sin depender de la materia primera otros puntos del mundo ni del transporte transoceánico de estas.
"El concepto es volver a una economía más sostenible y local". Esta frase resume la filosofía de la fabricación digital al alcance de la ciudadanía.