
"Siempre he intentado liderar dando ejemplo". Esta es una de las frases que mejor resume el perfil de líder que tomó Nelson Mandela como presidente de la República Sudafricana al asumir el cargo el 1994. Sólo cuatro años después de salir de la prisión, donde pasó casi tres décadas. Y con el rugby y su actitud luchadora y optimista consigue borrar cualquier duda respecto a su capacidad de afrontar el reto de dirigir el país. Repasamos las principales calidades de Mandela con la película de Clint Eastwood, Invictus.
Romper con las barreras
El rugby es la herramienta que escoge Mandela (Morgan Freeman) en su estrategia. Apoya a los Springboks, el equipo nacional, pero formado casi todo por hombres blancos. La sociedad lo asocia con el apartheid, por el que pide en el gobierno que cambie desde el uniforme hasta el símbolo, con la idea de renovar totalmente el equipo y sacarle este estigma racista.
Ante el rechazo, Mandela se posiciona en contra de las demandas de los ciudadanos, entendiendo el equipo como parte del patrimonio cultural y deportivo del país. Y, además, como una actitud también racista hacia los sudafricanos blancos. De este modo, se gana la confianza de la sociedad dispuesta a aceptar la reconciliación entre los dos frentes y empieza a legitimar su estrategia de transición del país.
Formar parte del equipo
La frase "la unión hace la fuerza" vendría a ser uno de los lemas principales del film. Como líder, Mandela sabe en todo momento que la tarea requiere el apoyo social y de los jugadores del Springboks; y jugar su mejor carta para conseguirlo: animar el equipo en la Copa Mundial de Rugby del 1995 y creer en la victoria.
También se alía con el capitán, Steven Pienaar (Matt Damon). Le demuestra su compromiso con el país, así como su pasión por el deporte, mostrándole la cara más humana del presidente de la república. Sin darse cuenta, Mandela adquiere el rol de coacher y da todos los ánimos que Pienaar necesita, los que traslada después al resto de los jugadores.
Aprender de los errores
La cultura de esconder los fracasos no es más que una equivocación. A Invictus queda claro con la negativa rotunda de Mandela de castigar la sociedad blanca, sino que quiere que el apartheid sea entente como parte del pasado para hacer una pasa hacia la igualdad.
Situar los errores en primera línea, lo hacen mostrarse como un líder respetuoso y dispuesto a escuchar todas las voces. Se mantiene cautelós con los seguidores del gobierno anterior, los afrikaner, y rechaza cualquier propuesta de ley para modificar monumentos y símbolos que recuerden el antiguo régimen. Porque negar el que había pasado, desde su punto de vista, es deshacer todo el camino recorrido hasta el momento.