• Pulpos, mascarillas y berlinas

Pulpos, mascarillas y berlinas

La rapidez de actuar ante la crisis no tiene los mismos efectos para todos, miremos el ejemplo de Cabify

Coches de Cabify, en una imagen de archivo | ACN
Coches de Cabify, en una imagen de archivo | ACN
València
14 de Abril de 2020

Xavier Marcet decía que una de las 12 cosas que las empresas pueden hacer ante el coronavirus es “pensar en nuestras capacidades. Vernos más allá de lo que vendemos, de los productos o servicios que se asocian a nuestra marca. Pensar en términos de lo que sabemos hacer bien y ver si nuestras capacidades nos permiten concebir otras oportunidades”. Es decir, ¿tu empresa qué sabe hacer y cómo puede aplicarlo en otra área?

Como diría otro maestro, Fernando de la Rosa, “es el momento de la gente pulpo, es el momento de las personas que saben mutar y moverse rápido”.

Carlos Ferrando es pulpo. Es rápido. Y conoce bien sus capacidades. Cuando el verano pasado le hablaba de su empresa, Closca, al archifamoso emprendedor, Richard Branson, apuesto a que no imaginaba que un bicho tan pequeño iba a ayudarle a conseguir –parcialmente- su propósito: crear un impacto positivo en el planeta desde la corresponsabilidad de cada individuo. Ferrando diseña objetos que tienen una relación directa con el cuidado del medioambiente: cascos para ir en bici o patinete –con la consiguiente reducción de polución- y botellas de cristal que eliminan uno de los grandes males de nuestro tiempo: el plástico.

Las ventas de uno y de otra no deben de estar en su punto álgido –por razones obvias-, pero Ferrando sabe mutar y sabe concebir otras oportunidades sin renunciar a su propósito de marca que, por otro lado, está en mejores condiciones que cuando lanzó sus diseños. Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), recogidos en las estaciones de medición que hay en las ciudades, la contaminación se ha reducido a la mitad en más de 80 ciudades españolas y algunas, como Valencia, Barcelona o Madrid, incluso por encima del 50% con respecto al mismo periodo de 2019. Esta reducción viene, sobre todo, por que no usamos los coches.

Carlos Ferrando, de Closca, sabe mutar y sabe concebir otras oportunidades sin renunciar a su propósito de marca

Closca tiene capacidad para producir más cascos y más botellas, pero no son productos de primera necesidad ahora mismo. Ahora se necesitan mascarillas. Probablemente, ese ahora se va a dilatar en el tiempo porque todo apunta a que la mascarilla será una de las medidas para la vuelta a la no normalidad. Y como entre el oportunismo y la oportunidad hay una buena historia, y Closca la tiene, ¿qué tal si aprovechamos lo que sabemos hacer bien y lo aplicamos a otra área? ¿Y si fabricamos mascarillas para todos y con el beneficio de cada venta donamos 5 mascarillas quirúrgicas para sanitarios y mayores? De momento, en pre-venta a 20€ y las primeras unidades llegarán a sus compradores entre el 15 y el 31 de mayo.

La mascarilla se va a convertir, con toda probabilidad, en un símbolo para estos tiempo locos que vivimos y la propuesta de Ferrando es “convertirla en el símbolo de una sociedad que se una en un propósito común, para que las generaciones futuras esperemos no tengan que filtrar el aire por miedo a atrapar un maldito virus, o tengan que respirar aire contaminado”. No se me ocurre mejor ejemplo para explicar aquello del propósito de una marca que tan difícil les resulta de entender a muchos empresarios a los que les iban bien las cosas antes del coronavirus.

Y ¿qué ocurre cuando una compañía conoce bien sus capacidades, conoce lo que sabe que hace bien, sabe que puede pivotar rápidamente, pero choca con un sector tradicional, tan asustado como todos y con una caída de actividad brutal? Cabify decidió la semana pasada mutar a “envíos” para mantener su negocio. No pueden transportar personas, pero sí mercancías. Esto, en plena crisis económica por el coronavirus y cuando la mitad de los transportistas de mercancías se encuentran parados por falta de actividad, es toda una provocación.

Este tiempo vírico fija una línea finísima entre la solidaridad empresarial y la justificada necesidad de sobrevivir sin esperar a que todo un sector regule la posibilidad de que coches dedicados al transporte de personas, puedan transportar lo que quepa en un maletero de una berlina. Si tienen la flota, los conductores y existe la necesidad, ¿cuál es el problema? Que si el transporte tradicional –taxistas incluidos- no puede trabajar por el parón que ha provocado el virus, Cabify, tampoco. A los 3 días del anuncio del nuevo servicio en Madrid –que era la única ciudad donde operaban por el momento- la Consejería de Transporte les requirió de forma inmediata que dejaran de ofrecer el Cabify Envíos por competencia desleal.

Está claro que ser pulpo, ser rápido y aprovechar las capacidades como una de las cosas que pueden hacer las empresas ante el coronavirus no aplica para todos.