• Necesitamos verdaderos líderes

Necesitamos verdaderos líderes

"La ausencia de liderazgos genera incertidumbre, lo que lleva al miedo"

El racó del Lector de VÍA Emprendida
El racó del Lector de VÍA Emprendida
economista y teólogo
Barcelona
30 de Junio de 2020

Nos han robado el queso y nadie nos lo devolverá a nuestra madriguera. Debemos tomar plena conciencia de ello: el paradigma ha cambiado. ¿En qué medida? Nadie está aún en condiciones de dogmatizar, pero si que atisbamos que habrá mayor impacto en unos sectores que otros. Para afrontar este cambio es necesario forjar y desplegar sólidos liderazgos en todos los ámbitos. La ausencia de liderazgos genera incertidumbre, lo que lleva al miedo. Y fruto del miedo surgen reacciones mezcladas de autoprotección e irracionalidad. Debemos hacer todo lo posible para evitarlas. Moisés, en su huida de Egipto, del hambre y de la esclavitud, lideró el éxodo conduciendo a los judíos al desierto. Al llegar al Nilo los aventuró a cruzar el río a pie enjuto. Y el pueblo le siguió y cruzó el Nilo a pie enjuto. Dejando de lado las recreaciones milagrosas cinematográficas de Cecil B. DeMille, cierto es que había un poderoso ejército que les acechaba por detrás y animaba a dar el paso. Los líderes son siempre necesarios y ahora más que nunca. Las familias, las empresas, la sociedad, y las instituciones reclaman liderazgos carismáticos, ataviados tanto de una brújula como de una hoja de ruta a sabiendas que, si bien deberán adaptarse a las circunstancias cambiantes, nunca andarán por caminos certeros.

 

En las familias, los niños y adolescentes necesitan más que nunca recibir la seguridad de sus padres y la confianza que el futuro, más pronto o más lejano, seguro que será mejor, a pesar de las restricciones y ajustes con que la Covid-19 aprieta las ya sufridas economías familiares. Previamente cada uno de los progenitores deberá liderar sobre sí mismo. Nos lo recuerda Ortega y Gasset: "Si quiere dirigir a los demás, tendrá que imperar sobre usted mismo".

"Las instituciones reclaman liderazgos carismáticos, ataviados tanto de una brújula como de una hoja de ruta a sabiendas que, si bien deberán adaptarse a las circunstancias cambiantes, nunca andarán por caminos certeros"

Es en nuestras empresas donde se hace más necesario el despliegue de talento: consejos de administración, empresarios y directivos. Ha llegado el momento de enfrentarse a retos sin precedentes como el apagón súbito tanto de la oferta como de la demanda, la lluvia de impagados y las consiguientes tensiones de tesorería, y los cambios en la demanda agregada en el futuro próximo. Si el consejo de administración ha sido acertado con la elección del CEO, ahora más que nunca será necesario el alineamiento estratégico de las posibles medidas correctivas y de ajuste, por drásticas que estas puedan ser. El consejo, liderado por su presidente, podrá así dar todo su apoyo al conjunto del comité de dirección. Si se han tomado las debidas medidas de acopio financiero habrá mayor claridad para adaptarse y aprovechar las sucesivas oportunidades estratégicas que sin duda se presentaran. Escuchamos continuamente estos días en los medios de comunicación cómo ávidos emprendedores han generado nuevos productos o iniciativas de tal o cual tecnología que permite afrontar con seguridad sanitaria la nueva realidad. Independientemente del efecto mediático que puedan tener estas nuevas iniciativas que, dicho de paso, no han tenido recorrido suficiente para demostrar su eficiencia y rendimiento, la nueva realidad está aún por llegar. Podemos imaginar como será, pero desconocemos con precisión su gradualidad. Un derroche de liderazgo creativo e innovación con respecto a nuestras competencias permitirán afrontar esta nueva etapa con garantías. Pero repito, para que todo este planteamiento no quede embarrancado en la pusilanimidad son necesarios liderazgos positivos y resolutivos a todos los niveles de las empresas.

 

Ante la nueva realidad no faltan agoreros catastrofistas, institucionales y showmans económicos, algunos de ellos, por cierto, con mucha prensa. Inevitablemente me hacen recordar a la cita del poeta español Jorge Manrique, "cualquier tiempo pasado fue mejor". Durante los últimos diez años, llevo realizando un seguimiento de las previsiones económicas anuales realizadas por dichos organismos a principio de año y la cifra finalmente alcanzada de crecimiento de la economía española. Puedo afirmar con rotundidad que jamás han acertado. Me resulta escandaloso apreciar como la variación en puntos respecto de sus previsiones iniciales en algunos años supera un punto porcentual. Con esta crisis no será diferente. De hecho, las previsiones actuales para el nuevo escenario realizadas por los distintos organismos ya varían substancialmente tanto dentro de una institución como entre distintas instituciones, fruto de que, en

realidad, nadie puede prever en que medida quedará afectada la economía mundial, y la nuestra en particular. A modo de ejemplo, el Banco de España, en su informe Escenarios macroeconómicos de referencia para la economía española tras el COVID-19 estima que la caída del PIB será de entre el 6,6% y el 13,6%, dependiendo de la rapidez de la reapertura económica, en manos del Gobierno.

La crisis económica post Covid-19 no será, como las precedentes, fruto de problemas estructurales o malas prácticas estratégicas o de gobierno corporativo. El tejido empresarial y las infraestructuras productivas están ahí, pero deberán reinventarse para adaptarse y aprovechar el nuevo entorno macroeconómico. Y no sólo habrá que adaptarse, sino que habrá que liderar el nuevo paradigma empresarial. Me gusta ser positivo y tengo el pleno convencimiento de que disponemos del suficiente liderazgo directivo y corporativo para impulsar la nueva realidad, liderar en innovación y en nuevas capacidades, y restablecer o desarrollar nuevas fuentes de competitividad. Siempre con entusiasmo. Frank Maguire, antiguo director de Kentucky Fried Chicken, afirmaba que "el entusiasmo es contagioso".

La tercera pata del necesario y urgente liderazgo positivo es el institucional y político. Dentro de éste, para nosotros europeos, el liderazgo de Europa. Tristemente, continúa siendo válida la famosa cita, mal atribuida a Henry Kissinger, Secretario de Estado americano en la década de los 70: «¿A quién tengo que llamar si quiero hablar con Europa?» El frágil acuerdo de ayudas billonarias semimutualizadas y que no tiene aún ninguna aplicación concreta es un primer reflejo de la falta del tan ansiado liderazgo comunitario. Europa tiene una gran riqueza común y también unas grandes divergencias difíciles de conjugar con el consenso de tantas naciones distintas. Macron ha sido valiente estos días preguntándose para qué nos sirve tanto tinglado, si la Comunidad Europea funciona para el mercado común pero no somos capaces de ayudarnos en la necesidad. No está mal que proceda del presidente del país de los valores de la Revolución: liberté, égalité, y el más olvidado, fraternité. Cualquier liderazgo que conduzca la Europa comunitaria y aglutine las fuerzas del continente, si olvida la fraternidad, no tiene ningún futuro. La hoja de ruta europea debe liderar el impulso social y económico de todos los estados miembros, donde a su vez se requiere de liderazgos fuertes y positivos.

"El despliegue de liderazgo político en nuestro país para liderar el impulso económico deja mucho que desear"

El despliegue de liderazgo político en nuestro país para liderar el impulso económico deja mucho que desear. El escenario político español no hay forma que de tregua. El bloque de la derecha atento a la forma, pero ajeno al fondo, pasa factura a la izquierda del fatídico final del gobierno de Rajoy. La presidencia de la Generalitat lleva años siendo un espejismo del prestigio que durante años tuvo la institución. El propósito prioritario de la oposición, no sólo de la actual legislatura, no es precisamente ejercer la oposición constructiva, asumiendo la responsabilidad encomendada por el electorado. En su lugar, y de forma persistente cuando no en ocasiones corrosiva, el propósito de quien le toca ejercer de oposición es derrocar al gobierno de turno y ocupar su lugar. En nuestra clase política prima el liderazgo ideológico y ejercicio del poder en lugar del necesario liderazgo social: ¡ la fraternité !. Sin ella es imposible ejercer el liderazgo político positivo a cualquier nivel institucional. La unidad es necesaria, más que nunca, para alcanzar los necesarios acuerdos para impulsar las políticas de inversiones, subvenciones, y financiación de los sectores productivos y sociales. Ha llegado la hora de ejercer liderazgos positivos a todos los niveles. Necesitamos verdaderos líderes. 

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