125 años de cooperativismo

Este año el cooperativismo catalán celebra ciento veinticinco años de historia. De hecho, conmemora que a finales del siglo XIX se organizaron congresos que comenzaron a vertebrar las incipientes cooperativas que se iban creando por todo el país. El origen de todo esto se remonta al año 1844, cuando un grupo de 28 artesanos que trabajaban en las fábricas de algodón de la localidad de Rochdale, en el norte de Inglaterra, establecieron la primera empresa cooperativa moderna, la Sociedad Equitativa de los Pioneros de Rochdale. Este movimiento en poco tiempo recorrió Europa y, como no podía ser de otra manera, no tardó en llegar también a Catalunya.

Un grupo de cooperativas de producción, consumo y agrarias se extendieron para dar respuesta a una sociedad con unas necesidades, carencias y dificultades extremas. Para poner algunos ejemplos, cabe destacar las iniciativas nacidas en aquella época y que aún perduran, como al menos una cuarentena de cooperativas agrarias centenarias. Crearon estas cooperativas como respuesta a la crisis letal provocada por la filoxera que arrasó toda la viña. Y tuvieron éxito, innovando, industrializando la elaboración del vino, creando las catedrales del vino y sobre todo cooperando (todo un caso de éxito para estudiar en las más prestigiosas escuelas de negocios).

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Es por eso que aprovechando una fecha tan significativa (ciento veinticinco años de historia son muchos y ha dado para vivir y sobrevivir escenarios de todo tipo) ha sido un acierto que la Confederación de Cooperativas de Catalunya, entidad representativa del movimiento cooperativista catalán, haya promovido un congreso para conmemorar la trayectoria pasada, pero especialmente para repensar cómo el cooperativismo puede ser útil en el futuro. En definitiva, cuáles son los retos –que no son menores–, cómo afrontarlos y cómo convencer y seducir a las generaciones presentes y futuras de que una empresa que pueda crear riqueza y distribuirla justamente, además de ser necesaria, es posible.

La jornada, muy intensa, contó con visiones y reflexiones diversas y enriquecedoras. Elegir siempre es difícil, no obstante, me centraré en uno de los ejes que me ha parecido especialmente estimulante y con una reflexión especialmente enriquecedora: cómo vivir justamente y cómo el cooperativismo contribuye a desarrollar territorios justos.

"El cooperativismo contribuye a desarrollar territorios justos"

Uno de los participantes ha sido Xabier Sotil, creo que las presentaciones son oportunas y sobre todo, como es el caso, para saber el grado de coherencia entre lo que explicas y tu experiencia vital. Xabier, nacido en Beasain en 1951, ha sido presidente de la Corporación Mondragon y de Mondragon Unibertsitatea, Fundación Mondragon y Mondragon Inversiones, y miembro de consejos rectores en diversas cooperativas como: Laboral Kutxa, GSR y centros tecnológicos como ISEA y MIK. Todo ello, más de 40 años sirviendo al cooperativismo.

El núcleo duro del cooperativismo de Mondragon se encuentra en la comarca de Alto Deba (Guipúzcoa) con una población aproximada de 60,000 habitantes. Allí, en los años cincuenta, don José María Arizmendiarrieta, viendo la precariedad extrema y la represión tras la guerra civil, hizo germinar una de las experiencias cooperativas más relevantes del mundo.

¿Cuál es la realidad actual en este territorio? ¿Cuál es el valor creado por las cooperativas y cómo se ha repartido? Vamos por partes: históricamente la riqueza creada por las cooperativas en Alto Deba ha permitido una renta per cápita superior a la de Guipúzcoa y al País Vasco, ya de por sí especialmente elevadas, con un PIB per cápita de 131 sobre la base 100 de la Unión Europea y el 91 de España. No obstante, ser más rico es un indicador importante, pero no nos dice nada en relación con la concentración de la riqueza. Por eso es importante tener en cuenta el Coeficiente Gini, que mide la desigualdad salarial: cuanto más bajo es el índice, más equidad, y en este caso, el dato es mejor que en el País Vasco y la Unión Europea. Si creamos riqueza pero la concentramos en pocas manos, mal, pero si creamos poca y la repartimos de forma igualitaria somos muy iguales pero somos pobres. Lo que sucede en Alto Deba es que se crea riqueza, mucha, y se reparte de forma más equitativa (riqueza socialmente útil).

"Ser más rico es un indicador importante, pero no nos dice nada en relación a la concentración de la riqueza"

¿Qué hace que las cooperativas de Mondragon puedan hacer esta aportación a un territorio? ¿Cuál es su secreto?

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Para responder a esta pregunta debemos conocer cuál es su modelo socioempresarial. Efectivamente, los datos no engañan, las cooperativas de Mondragon han propiciado una sociedad con una distribución más igualitaria y la innovación, que es crucial para la inversión y la riqueza y los empleos del futuro, es un factor clave. Y aquí también van a la cabeza de la carrera: el gasto en investigación y desarrollo es manifiestamente superior porcentualmente que en Alemania, sin duda el referente y líder europeo.

Como explica Xabier, el modelo ha tenido pocos cambios y ha funcionado con un éxito notable. Pragmatismo a la hora de la acción compatible con unos valores y principios sólidos, las cooperativas son empresas y deben ser rentables y eficientes. Debemos ser los mejores de nuestros competidores y hacerlo con nuestros valores y con solidaridad interna en la cooperativa, entre cooperativas y con la sociedad. Las cooperativas aisladas, algunas saldrán adelante, pero a largo plazo tendrán muchas dificultades y es por eso que la intercooperación es clave. Intercooperación con compromiso verdadero, con procesos de reconversión de resultados (las cooperativas que ganan ayudan a las que pierden) y aportaciones a fondos de inversión y solidaridad. Y para que estos mecanismos sean útiles se necesita dimensión, se necesita masa crítica.

A veces vemos a algunas cooperativas centradas solo en hablar de valores y demonizan hablar de competitividad, eficiencia o productividad, y eso es un gran error, nos dice Sotil. Toda una declaración de principios.

"Algunas cooperativas demonizan hablar de competitividad, eficiencia o productividad y eso es un gran error"

Pero el éxito y continuidad de la experiencia de Mondragon no está, ni mucho menos, garantizado, y los retos en un futuro incierto y convulso que deben afrontar son extraordinarios. Algunos comunes a las demás empresas como son las transiciones digitales en tecnología, salud, energía y ecología, pero otros específicos de las cooperativas como la economía de plataformas, el financiamiento (en recursos propios es un gran hándicap) y la lucha por el talento son seguramente los más destacados.

Adaptarse y repensarse fieles a sus principios será el elemento clave y también ser valientes y arriesgar, como lo hicieron los pioneros de Rochdale a mediados del siglo XIX. Podríamos pensar que en Alto Deba son diferentes, que es como el reducto de la aldea de Astérix en la Galia rodeado de romanos. Nada más lejos de la realidad, como a menudo explica Íñigo Ucín, quien sucedió a Xabier Sotil en la presidencia del Grupo Mondragon: "no somos rara avis, lo que sucede es que cuando muchas personas normales cooperan se pueden obtener resultados extraordinarios."

Obviamente, la experiencia iniciada por Arizmendiarrieta es irrepetible, pero los principios que la inspiraron son plenamente vigentes, cooperativistas, cooperativas e intercooperación en acción y pragmatismo. Y todo esto para conseguir territorios más ricos y más justos.

Brillante aportación al Congreso del Cooperativismo Catalán.

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