Nos deja 2018. Un año que pasará a la historia como el año en que los dragones tecnológicos se levantaron, y mostraron su cara en el mundo. El primer dragón es la China. Ya a inicio de año, los analistas internacionales se dieron cuenta que el gran líder chino, Xi Jimping, en su discurso de invierno, tenía a su despacho dos best-sellers sobre la tecnología que lo cambiará todo: la inteligencia artificial. Xi Jimping estaba leyendo The Master Algorithm, y Augmented: Life in the Smart Line. Una poderosísima señal en el mundo.
El dragón chino, un viejo dragón manufacturer, se estaba convirtiendo en un monstruo tecnológico dirigido por supercomputadors. Y a lo largo del año, hemos descubierto cuál es el sistema nervioso del dragón: una inquietante arquitectura big fecha de seguimiento y control del ciudadano, que se concreta en un ranking social. El Gobierno chino mide digitalmente todas las actuaciones de sus ciudadanos: por donde se mueven, qué registros académicos o laborales tienen, qué historial clínico, con quien se comunican a través de las redes sociales, qué tipo de conversas mantienen, qué libros leen o que compran a Alibabà (el Amazon chino). Con todo esto, el dragón elabora un ranking y concede una puntuación ciudadana, que da acceso (o no) a determinados servicios. La escalera de progreso social y económico individual está determinada por una dictadura big fecha. En la frontera entre el comunismo dictatorial y el capitalismo salvaje, una nueva e inquietante estructura digital de dirección social está emergiendo, y alineando más de 1.000 millones de personas para lograr el liderazgo del mundo.
"En la China, la escalera de progreso social y económico individual está determinada por una dictadura big fecha"
En el mundo de los dragones, la cursa tecnológica determinará la victoria final. Asia sigue creciente, y consolida su posición como centro de gravedad mundial del comercio, la industria, la tecnología y –cada vez más- la ciencia. En Asia se desarrolla ya el 44% de la inversión mundial en I+D, y la China se acerca a la inversión tecnológica sucia americana. Siguiendo esta trayectoria, en 10 años la mitad de la I+D mundial se hará en la China. El alimento de los dragones es, sin duda, la inteligencia artificial: se está produciendo por primera vez, a escala global, un proceso de transferencia tecnológica a gran escala entre los centros de investigación básica en matemáticas y computación, y los laboratorios corporativos de los grandes gigantes digitales. Las universidades del mundo se quedan enjutas de doctores en inteligencia artificial, contratados con salarios astronómicos por empresas que persiguen el liderazgo en esta tecnología.
"Compitiendo con el dragón chino y todos sus hijos, Alibaba, Tencent, Huawei, Baidu, se encuentran los cinco dragones americanos: Amazon, Google, Apple, Facebook y Microsoft"
Y es que, compitiendo con el dragón chino y todos sus hijos (Alibaba, Tencent, Huawei, Baidu), se encuentran los cinco dragones americanos: Amazon, Google, Apple, Facebook y Microsoft. Cinco dragones que extienden sus tentáculos a la práctica totalidad de modelos de negocio. Dragones de ADN americano, que han bebido de las fuentes de la revolución libertaria, emprendedora, y tecnológica del Silicon Valley, pero que han acontecido (quizás sin notarlo, o sin darse cuenta), un gran oligopolio extractivo: las plataformas son máquinas ultra eficientes en la generación de cash, pero no tienen el poder distributivo (generando puestos de trabajo) que tenían los obsoletos líderes industriales. Los dragones alimentan élites emprendedoras y financieras, no clases medianas. Auténticos depredadores digitales, los cinco dragones americanos tienen un valor económico agregado que se acerca al PIB de Alemania. Al ritmo que evolucionan, en 10 años pueden tener una dimensión económica comparable a la economía europea. Dos de ellos (Apple y Amazon) superaron en verano la frontera del trillón de dólares (billón europeo) de capitalización. A finales de año hemos conocido datos esfereïdores: Amazon invierte en I+D un 40% más que la economía española en su totalidad. Los dragones adoptan dimensiones macroeconómicas.
Los dragones-plataforma amenazan las bases económicas de los negocios tradicionales. Se acelera el cambio de paradigma en el sector del automóvil, donde Waymo (filial de Google) parece ser la mejor posicionada por el control de la imprescindible algorítmica de tráfico. El externalització del proceso de datos vía cloud emerge como modelo operativo de futuro: serán los dragones los que procesen nuestros datos desde sus headquarters tecnológicos, y nos diagnostiquen las mejores estrategias y despliegues operativos. Los datos serán proveídos por nosotros. Los algoritmos, por ellos. Y una línea de negocio aparece como especialmente disruptiva: la venta a través de interfases de voz. El marketing será conversacional. Google lo demostró en su espectacular convención de primavera, donde se pidió a un algoritmo la reserva temprano para ir a la peluquería, y este fue capaz de traer una conversación indistingible de una conversación humana. Se superó en directo el llamado "test de Türing": una máquina hablaba con un humano, y este no se daba cuenta que era una máquina! Y ahora vemos que Amazon Alexa no era sólo un exótico altavoz inteligente para abrir y cerrar luces en casa, sino el embrión de una revolución en los canales comerciales y de interacción con las máquinas. Recibiremos llamadas de telemàrqueting hechas por bots indistingibles de personas? Se acabarán los representantes comerciales, o ir al supermercado? Haremos los pedidos a Alexa y las recibiremos en casa en unas horas? Esta parece ser la inquietante voluntad de los dragones.
Y al acabar el año, nos traemos la decepción a la cual estamos acostumbrados por estas fechas: aparecen las nuevas estadísticas estatales de I+D. La economía española ha incrementado en el último año una centésima su inversión en I+D. Una centésima! Exactamente igual que la economía catalana. Tortugas en el mundo de los dragones ultraràpids. España sufre un déficit de inversión tecnológico de 20.000 millones de euros. Sin cambios en el sistema, harían falta 180 años porque España se situara en los objetivos europeos del 3% de inversión en I+D sobre PIB (objetivos por el 2020). Harían falta 150 años por Cataluña. No me cansaré de repetirlo: el mundo no nos espera, y sólo las inversiones en I+D actuales pueden garantizar el Estado del Bienestar del mañana.