Nada es sencillo. Una cosa tan simple como decir que vas hacia Girona a 100 km/hora resulta más complicada de lo que parece porque la velocidad es una medida relativa, una magnitud física que mide el cambio de posición de un objecto respecto a otro. Tú vas a una velocidad en la Tierra, pero la Tierra a su vez se mueve alrededor del Sol, y el Sol se mueve alrededor del centro de la Vía Láctea, y la Vía Láctea se mueve dentro de nuestro Grupo Local de galaxias.
Es como una gran danza a velocidad extrema, como bailar derrapando. Da vértigo. Debes imaginarte la Vía Láctea yendo por el espacio a 700.000 km/hora, en su interior el Sol circulando a 828.000 km/hora, nosotros dando vueltas alrededor del Sol a más de 100.000 km/hora, y tú yendo a 100 km/hora hacia Girona. Y de la misma manera que hay miles de coches yendo de aquí para allá, orbitando el Sol hay ocho planetas y más de 400 satélites, y en la Vía Láctea además del Sol hay unos cien mil millones de estrellas más, cada una con sus planetas y sus cosas dando vueltas. Todo girando a toda pastilla
Una coreografía de miles de millones de cuerpos dando vueltas por el espacio a centenares de miles de kilómetros por hora. Si alguno de estos elementos modificase repentinamente su trayectoria podría chocar uno con otro, y luego con otro y acabar provocando lo que en la autopista de Girona llamaríamos un accidente en cadena.
Hemos tenido la genial idea de provocar que uno de nuestros satélites se estampe deliberadamente contra un asteroide para ver si somos capaces de modificar su trayectoria
En este contexto los humanos hemos tenido la genial idea de provocar que uno de nuestros satélites se estampe deliberadamente contra un asteroide para ver si somos capaces de modificar su trayectoria. El pasado martes 27 de septiembre la NASA estrelló a 22.500 km/hora la nave DART contra un asteroide llamado Dimorphos. No por nada, sólo para saber si somos capaces de cambiar su rumbo. Por si algún día nos pudiese hacer falta. Aguántame el cubata, y ahora todo el mundo se lo mira y aún tardaremos unas semanas en saber cómo ha ido.
Catalunya es un país que siempre abraza las tendencias, explora los límites y ama la investigación, así que nosotros el mismo 27 de septiembre también decidimos provocar deliberadamente un choque fuerte, el nuestro en el Parlament de Catalunya, para ver si somos capaces de cambiar el rumbo. No por nada, porque ahora mismo no hay ningún gran plan, pero supongo que por si algún día nos pudiese hacer falta. Podría ser que de rebote alguna cosa choque con alguna otra y al final todo ello acabe provocando lo que en la autopista de Girona llamaríamos un accidente en cadena. De momento todo el mundo se lo mira y aún tardaremos unos días en saber cómo ha ido. La gran diferencia es la velocidad: nosotros vamos hacia el futuro demasiado poco a poco.