A pesar de que el libro de JamesClear me haya inspirado el título, hoy no os hablaré de hábitosatómicos ni de cómo adquirirlos, eso lo reservo para cuando llegue a los seis meses sin morderme las uñas, ¡de momento solo van dos! De lo que os hablaré hoy es de las diferentes actitudes que tomamos las personas ante circunstancias similares.
El mes de septiembre, que supone el regreso al trabajo para muchas personas, he observado las distintas actitudes que adoptamos los comerciales frente a este hecho. Pero, además, he tenido oportunidad de hablar con muchas personas de ventas y me ha sorprendido como, ante situaciones similares, las actitudes que tomamos son tan diferentes. Sin ánimo de trivializar una situación límite, he recordado una frase que leí hace años en El hombre en busca de sentido de ViktorFrankl, superviviente de los campos de exterminio nazis, y que me impactó: "A una persona le pueden arrebatar todo, salvo la última de las libertades humanas: la de elegir qué actitud tomar frente a una determinada circunstancia".
Frankl: "A una persona le pueden arrebatar todo, salvo la última de las libertades humanas: la de elegir qué actitud tomar frente a una determinada circunstancia"
Me gustaría compartir, de forma más o menos literal, dos ejemplos reales de las actitudes de dos responsables de equipos comerciales frente una situación muy parecida:
- ¡Claro que estoy motivada! He vuelto con fuerza de las vacaciones y veo esto como un desafío. Son las dificultades las que sacan lo mejor de ti, y es cuando más aprendes y más hay que fortalecer en equipo. Tengo varias ideas para abordar el problema, involucraré y motivaré a mi gente, y nos quedan todavía por delante 4 meses en los que estoy segura de que alcanzaremos los objetivos.
- Esto es una porquería. ¿Pero la empresa qué se ha creído? ¿Que yo les voy a solucionar todo? Esta situación no es culpa mía ni de mi equipo. ¡Nosotros no somos responsables y ellos son unos incompetentes! Ahora es imposible alcanzar los objetivos y esto nos desmotiva. Además, es que ya no creo en el proyecto. A mí que me echen y que me paguen si quieren, pero no invertiré ni un minuto en arreglar lo que no es culpa mía.
Estas fueron las palabras. Si hablamos del lenguaje no verbal, no hace falta que explique que, mientras la primera persona tiene los ojos brillantes, sonríe, se entusiasma y emociona al explicarme los desafíos, y me pide ayuda, la segunda persona tiene una expresión enojada, le supone un inmenso esfuerzo trabajar todos los días y, además, en su necesidad de culpar a la empresa por todo su malestar, también desmotiva a las personas de su alrededor.
Mi pregunta es simple: ¿por qué, pudiendo elegir adoptar una actitud positiva y constructiva, que nos permitirá disfrutar de bienestar y serenidad, elegimos la opción de amargarnos la vida?
Estoy plenamente convencida de que, la segunda persona, cree que, con su actitud, perjudicará a la empresa (desmotiva al equipo y descuida a los clientes), y posiblemente sea cierto. El problema es que, aunque esto calme su rencor o malestar y dañe a la empresa, ella tampoco es feliz. Vive, como mínimo, ocho horas al día enfadada, y posiblemente muchas más, porque no es fácil estar así todos los días y llegar a casa feliz.
Las personas en entornos comerciales siempre pueden tener motivos para enojarse: hemos perdido un cliente "por culpa" de un aumento de precios, porque alguien de BackOffice dio una respuesta incorrecta, porque una pieza estaba defectuosa o porque el departamento de finanzas se confundió, entre otras cosas. Y perder un cliente, ciertamente, puede significar que no recibamos un incentivo. Esto ha sucedido y no hemos podido preverlo ni evitarlo a tiempo, pero lo que sí podemos evitar es caer en una espiral de pensamientos tóxicos y comportamientos negativos que nos perjudicarán a nosotros y a quienes nos rodean, pero que, probablemente, no afectarán ni al de finanzas, al de BackOffice o al de producción.
Si la situación es irreversible y eres infeliz, deja de culpabilizar a la empresa de tu malestar
Cuando me encuentro en situaciones como esta, que no son excepcionales, no dejo de repetir la frase "Sé egoísta, sé feliz". Quizás, malinterpretada, pueda plantear un dilema ético, pero lo que quiero decir es que no es necesario que adoptes una actitud positiva para beneficiar a tu empresa, hazlo solo por ti, por tu bienestar, ¡elige estar bien! Hay muchos estudios que demuestran cómo las emociones modifican nuestra forma de pensar y cómo las emociones positivas tienen una gran influencia en el procesamiento intelectual, la resolución de problemas, el razonamiento y las habilidades sociales, mejorando la salud física y mental. Así que, ¡no nos amarguemos la vida!
Y si la situación es irreversible y eres infeliz, deja de culpar a la empresa por tu malestar, deja de castigarte a ti y a quienes te rodean y, sin esperar a que la empresa te despida y te "compense", sé libre para buscar un proyecto que te entusiasme y que, nuevamente, te haga brillar los ojos. ¡Vete rápido a ser feliz!