No sé dónde leí que hay deseos peligrosos, sobre todo cuando se cumplen. Durante las décadas de los años 1980 y 1990 yo deseaba que, un día, el aeropuerto de Barcelona dejara de parecer la sucursal de Iberia. Estaba plegado de aviones de esta compañía. Después ha habido diferentes acontecimientos: la liberación del espacio aéreo europeo, la privatización de las compañías que, como Iberia, se autocalificaban "de bandera" y la aparición de las compañías de bajo coste que, junto con determinadas operaciones poco claras, hicieron que el aeropuerto de Barcelona quedara copado por el bajo coste. El aeropuerto de Barcelona es un aeropuerto low cost liderado por Vueling. Como el turismo al que llamamos. De hecho, ya me perdonarán, pero todo el país es low cost. Pobrecillos, pero alegrecitos.
Quien escribe esto ya tiene una cierta edad y prefiere pagar más y no viajar con determinadas compañías. Pienso que el turismo de masas es un hecho absolutamente nocivo y que en un mundo donde toda la gente tendría que pagar por lo que consume -incluyendo las externalizaciones que genera- este turismo no sería viable. No solo no se cobra lo que toca -coste del consumo de agua, limpieza, etc.-, sino que las instituciones públicas subvencionan a las compañías aéreas con tal de atraer turismo.
Quizás algo está cambiando... más allá de los Pirineos, está claro. La compañía Eurowings (filial de Lufthansa) ha decidido cancelar todas sus rutas a Hamburgo. Hace unos días lo hizo Ryanair, que también ha cancelado rutas a Dortmund, Dresde y Leipzig. La razón es que los aeropuertos alemanes han decidido poner los costes al día, entre los que figuran la energía, los costes de personal, etc. Ignoro si, mientras lo gestione Aena, tener personal bien pagado será una prioridad. De momento no lo es. Realmente, el aeropuerto de Barcelona hace honor a la compañía dominante, el nombre del cual parece puesto por el típico ceporro español que no sabe idiomas.
"Detrás de las compañías de bajo coste -y, en general, las otras también- se esconde toda una red de subvenciones que parece que Alemania ha empezado a desmantelar"
El caso es que detrás las compañías de bajo coste -y, en general, las otras también- se esconde toda una red de subvenciones que parece que Alemania, gracias a los Verdes en el gobierno- ha empezado a desmantelar. La red es endemoniada, puesto que se ha ido construyendo a lo largo de los últimos decenios y gracias, sobre todo, a los viajes masivos del turismo.
Se estima que las subvenciones indirectas a las compañías de aviación se hacen a través de los aeropuertos y que ascienden a unos 26.000 millones de euros anuales. ¿Qué quiere decir lo de indirectas? Pues exención de impuestos, infravaloración de los bienes gestionados (¡ep!, Aena). En general, parece que los aeropuertos y las compañías de aviación no cumplen las reglas del juego del mercado.
"Cosas como estas parecen lejos de nosotros y, como todos los temas importantes, tendremos que esperar la acción europea para ponerle fin. Mientras tanto, se continuará con operaciones innecesarias de obra pública"
El toque de Alemania parece que animará a las autoridades europeas a tomar cartas en este asunto. Los países del sur se oponen, está claro. Se habla mucho de los lobbies industriales, pero en nuestro territorio el lobby turístico es letal y se está cargando el país. Físicamente y moralmente. Francia, internamente, ya ha tomado medidas como por ejemplo prohibir los vuelos que se pueden hacer en ferrocarril con menos de cuatro horas.
Cosas como estas parecen lejos de nosotros y, como todos los temas importantes, tendremos que esperar a la acción europea para ponerle fin. Mientras tanto, se continuará con operaciones innecesarias de obra pública como, por ejemplo, en el aeropuerto de Barcelona, o instaurando vuelos en el Pirineo, etc. Por cierto, y para acabar: ¿nadie se pregunta el interés de los partidos del régimen al llevar a cabo estas obras faraónicas?
Nota: más información, y muy detallada, en Stay Grounded.