Desde el 25 de mayo los ciudadanos de Barcelona hemos estado esperando la composición definitiva del Ajuntament de Barcelona como la fumata blanca del Vaticano. Justo es decir que ha sido un proceso más propio del cónclave del colegio cardenalicio para la elección de un papa que de unas elecciones democráticas.
"Hemos estado esperando la composición definitiva del Ajuntament de Barcelona como la fumata blanca del Vaticano"
Así cómo quién hace la carta a los reyes, la haré a los líderes de la ciudad de Barcelona. No hay que repetir que Barcelona ya es referencia mundial en el campo de la sociedad de la información y la nueva economía digital, siendo la tercera mejor ciudad para emprender, la cuarta mejor ciudad para trabajar o la quinta mejor ciudad en el ranking de hubs tecnológicos y digitales en Europa. Esto lo hace nuestra tradición innovadora y emprendedora y un tejido de empresas e inversores digitales locales cada vez más consolidado.
Cómo ya he apuntado en otras ocasiones, esta revolución digital está cambiando definitivamente la forma de consumir, producir y de relacionarnos con los otros. En la economía digital, sea cuál sea el producto o servicio, el ciudadano está en el centro y es el principal impulsor. Se trata de una economía usuario céntrica. El éxito de este sector viene avalado por el ciudadano-usuario motor de las plataformas, la digitalización y la tecnología.
Nos encontramos ante la urgencia de que el nuevo ciudadano esté en el centro de las políticas públicas, liderando el cambio y siendo el principal beneficiario de los efectos positivos del cambio tecnológico y social. Por lo tanto, hay que regular adecuadamente y diseñar las mejores políticas digitales huyendo de medidas a corto plazo y electoralistas que sólo nos hacen ir hacia atrás. Es necesaria una renovación de los actores implicados en el contrato social: Ayuntamiento, empresas y ciudadanía tienen que articular consensos sobre un futuro digital sostenible. Un futuro que lleve crecimiento económico y oportunidades para todo el mundo, pero que también minimice los posibles efectos negativos de la disrupción sobre la ciudad y los ciudadanos.
La movilidad, el futuro del trabajo, el futuro del turismo, la inteligencia artificial, el uso de los datos, son claros ejemplos de los retos de la ciudad haciendo imprescindible una visión a largo plazo consensuada y compartida por todos los actores que la conforman.
"Es necesaria una renovación de los actores implicados en el contrato social: Ayuntamiento, empresas y ciudadanía tienen que articular consensos sobre un futuro digital sostenible"
Y desde esta óptica propondría afrontar estos retos aprovechando la fuerza de un sector tan relevante en Barcelona donde todos seamos parte implicada, propuestas con una visión renovada.
Impulsar una auténtica política de empoderamiento de la ciudadanía. Los ciudadanos y las ciudadanas de Barcelona como principales beneficiarios de la economía digital tienen que ser protagonistas activos del cambio. El ciudadano no sólo tiene que quedar protegido de la disrupción sino que tiene que ser parte y no quedar aislado, imponiendo una población dividida entre ciudadanos digitales y no digitales.
Consolidar una verdadera relación de colaboración entre el sector público y el privado. El Ayuntamiento acostumbra a hacer política de espaldas al ecosistema digital de Barcelona, y a pesar de esta carencia de apoyo municipal el sector sigue creciendo exponencialmente estimulando la economía y la proyección internacional de la ciudad. Sería positivo incorporar al sector en la definición de políticas que fomenten el crecimiento y el equilibrio en la ciudad.
Apostar por una política más transversal. La complejidad de la regulación de los fenómenos vinculados en la digitalización y la tecnología hace necesaria la implicación de múltiples actores institucionales. Diferentes niveles competenciales se implican en definir las reglas del juego que afectan Barcelona y su ciudadanía. Es imprescindible una visión renovada y de liderazgo en el diálogo institucional por parte del Ayuntamiento de Barcelona con todos los niveles de gobierno que tienen incidencia en la definición de sus políticas digitales.
Diseñar una política digital municipal vinculada al resto de Catalunya y que aproveche el potencial de colaboración. El área Metropolitana en vinculación con el resto de Catalunya juegan un papel crucial en diferentes aspectos relacionados con las políticas digitales. Esto es especialmente evidente y necesario en el campo de las smart cities, la movilidad, el turismo del futuro, o en aspectos ligados al teletrabajo que impactan directamente en la mejora de la calidad de vida y las comunicaciones de todos.
En definitiva, entendiendo al sector digital y tecnológico de la ciudad como un motor más del éxito municipal y de la proyección internacional, y al ciudadano como capitán sería positivo en este mandato considerar seriamente su relevancia. Nos hemos portado bien, lelvad lo que creáis conveniente. No nos merecemos más carbón.