Los grandes acontecimientos globales concentran grandes audiencias, especialmente en las redes sociales. Catástrofes, guerras y ataques terroristas son máquinas generadoras de clics y, por lo tanto, en una economía basada en la atención, generadores de capital-nube. Un punto de inflexión fue el ataque terrorista del 2015 en la sala Bataclan de París. Por primera vez teníamos los hechos en directo en la palma de nuestra mano vía Twitter. Testigos oculares, periodistas desplazados al lugar de los hechos e incluso víctimas que todavía estaban dentro de la sala publicaban información en directo del asalto. Aquella noche de noviembre, Twitter se graduó como el canal de información en directo 24/7.
Pero las cosas han cambiado mucho. Hoy Twitter ya no es, y su última encarnación, X, no acaba de ser. Es cierto que conserva la capacidad de atraer nuestra atención pero los últimos acontecimientos de la guerra entre Israel y Palestina nos muestran, con toda su crudeza, las consecuencias de la voladura descontrolada que Musk ha hecho.
Una mirada a la línea de tiempo de X es como una inyección de Holocausto en vena. Muertos, secuestros, bombardeos, ataques —escenas muy duras de asumir— mezcladas con imágenes de otros conflictos, fotos manipuladas e incluso imágenes de videojuegos que se hacen pasar por imágenes de guerra reales. Junto con la verdad, en esta guerra, también ha muerto definitivamente Twitter. No se podía saber.
Entre las muchas extravagancias para mirar de monetizar X, Musk decidió hacer pagar para ser usuario verificado. Con los 8 euros mensuales que cuesta, un usuario no solo tiene una marca pública de vanidad si no que sus tweets son promocionados y llegan a más gente. ¿Qué podía salir mal? Todo. Si te dedicas a la desinformación tienes todos los incentivos para pagar los 8 euros, cambiar tu nombre por uno que se asemeje al de un medio fiable y publicar contenidos cuanto más impactantes mejor. Para daros cuenta de la magnitud de la tragedia podéis seguir al periodista Shayan Sardarizadeh del servicio de verificación de la BBC, que se pasa el día haciendo hilos de desmentidos de informaciones falsas y no da abasto. Un trabajo de moderación de contenidos que tendría que hacer la misma X, pero que no hace porque Musk ha purgado los equipos de moderación.
Junto con la verdad, en esta guerra, también ha muerto definitivamente Twitter
El propio Musk, consciente de la gran cantidad de desinformación que circula por su red, pedía en un tuit responsabilidad en la elección de las fuentes y recomendaba dos fiables cmo son @WarMonitors y @sentdefender. Estaría bien si no fuera porque este mismo tweet es desinformación. La primera cuenta es abiertamente antisemita, con un registro de decenas de tuits insultando ciudadanos judíos, y el segundo tiene un historial de publicaciones de falsedades e información dudosa. Por ponerlo en contexto: quien desinforma de este manera es el usuario más seguido de X con cerca de 160 millones de seguidores, que disfruta de un tratamiento algorítmico de privilegio para que sus publicaciones lleguen a más gente, y que incidentalmente es el propietario.
A pesar de que Musk borró este tweet al poco de haberlo colgado, ya era 11 millones de visualizaciones demasiado tarde, una de las cuales la del comisario Europeo de Mercado Interior y Servicios Thierry Breton. No sé si ha sido la gota que ha hecho derramar el vaso, pero ayer mismo Breton mandó una carta durísima a Musk donde le advierte del mal que hace la desinformación a los ciudadanos europeos y de cómo las menguadas medidas de X a la hora de neutralizarla contravienen la nueva Ley de Servicios Digitales europea. Breton le dice que hace falta que despliegue "medidas de mitigación proporcionadas y efectivas para hacer frente a los riesgos para la seguridad pública y el discurso cívico derivados de la desinformación". Según la nueva legislación europea, las empresas digitales tienen que responder en 24 horas a cualquier petición de supresión de contenido ilegal por parte de las autoridades, peticiones que X no atiende. En caso de persistir, la multa podría llegar hasta el 6% de los ya bastante menguados ingresos de X.
Hace unos cuantos días Musk hizo un tweet anunciando que si algún día protagonizaba un escándalo le haría gracia que se denominara "Elongate" (juego de palabras entre Watergate y su nombre, que traducido quiere decir "Alargar"). Me avanzo y me atrevo a vaticinar que habrá un tira y afloja con la UE, que mareará la perdiz tanto como podrá con causas judiciales, amenazas de irse de Europa, de hacer pagar por X, de subir los precios de cobertura de sus satélites de Starlink o de no vendernos Teslas si no nos hacemos de X. Cualquier cosa para que su gracieta de "Elongate" —alargar— se haga realidad. Guardad el tweet.