La 27 edición de la Noche del Empresario de Cecot, la primera pospandémica, ha servido para enarbolar con orgullo lo que en Cecot llamamos “¡La actitud de hacer empresa!”. La actitud de superarse todos los días, de asumir riesgo y hacer frente a todo tipo de retos con soluciones inimaginables e innovadoras. De saber adaptarnos con optimismo a los momentos de cambio y transformación que estamos viviendo. De encontrar el mejor talento con el que dar respuesta a nuestras inquietudes emprendedoras y poner a prueba, día a día, nuestra resiliencia. ¡Y cuanta resiliencia tenemos las empresas catalanas! ¿Verdad que me entienden?
Y sabiendo que sin empresas no hay progreso ni crecimiento, ¿cómo es que desde Cecot tenemos la permanente sensación de que es tan y tan difícil, y cada vez más difícil, lo de “hacer empresa”?
¿A qué me refiero?
Pues pondré sólo unos ejemplos de los muchos que alimentan esta sensación de constante dificultad:
Un primer freno es la enorme proliferación de normativas que prohíben, limitan o dificultan la actividad empresarial y el despliegue de proyectos industriales. La simplificación administrativa ha sido un caballo de batalla y una reivindicación histórica de las organizaciones empresariales. El volumen de burocracia con el que se encuentran las empresas a diario es exageradísimo y supone un freno a la actividad económica. En este sentido, celebramos la llegada de la nueva ley de facilitación de la actividad económica, pero no es suficiente. Es sólo un principio y hay que trabajar con mayor proximidad y empatía con las empresas y, sobre todo, una mayor coordinación y homogeneización entre las diferentes administraciones a todos los niveles.
El segundo tiene que ver con el contexto de crisis energética.
La no intervención efectiva de la fijación del precio del gas a nivel europeo está teniendo graves consecuencias para el tejido empresarial y la ciudadanía en general. Desde Cecot ya hace meses que exigimos a los gobernantes estatales y europeos una actuación inmediata, pues ésta es la principal causante de la crisis energética que pone en riesgo la viabilidad de nuestras empresas, de miles de puestos de trabajo, y muy especialmente de algunos sectores industriales.
Además, entre otros, en este contexto de emergencia climática, ¿podemos permitirnos el ingente volumen de gestiones administrativas relacionadas con la instalación de autoconsumo fotovoltaico? Hay que desburocratizar como palanca de cambio efectiva, pero es necesario voluntad y compromiso político para hacerlo efectivo.
La inflación está generando una situación de enriquecimiento injusto por parte de la administración
El tercer freno a la hora de hacer empresa es la deriva inflacionista que merma nuestra competitividad y reduce el poder adquisitivo de la ciudadanía. Los gobernantes tienen responsabilidades macro y micro, y es necesario ser exigente con quien ostenta cada competencia, desde el ámbito local hasta el Banco Central Europeo, pero paradójicamente, esta inflación está generando una situación de enriquecimiento injusto por parte de la administración que incrementa su recaudación de forma indirecta a expensas de la capacidad de todos sus ciudadanos.
En este punto, desde nuestra organización empresarial hemos pedido a los gobiernos que ayuden a las empresas y al conjunto de la ciudadanía a través de la deflactación de todos los impuestos como medida de ayuda directa para reducir la inflación.
Continuando con los ejemplos, es necesario hablar del mercado laboral. Todo el mundo conoce la clara disonancia entre la oferta y la demanda laboral. Todas las empresas de casi todos los sectores sufren la falta de disposición de ciertos perfiles profesionales, más o menos cualificados. Una situación previsible, un problema que es necesario trabajar de manera estructural en cooperación con el mundo educativo.
Y, si bien es cierto que actualmente tenemos unas de las mejores cifras de paro de los últimos años, no creemos que haya sido gracias a la reforma laboral. No nos engañemos, que haya más contratos de los llamados fijos, no significa que haya más trabajo. Que se genere más o menos paro está directamente ligado a que se genere más o menos actividad económica y esto no es lo que viene a impulsar esta reforma.
Y sí, desde Cecot creemos que es necesario mejorar los salarios de nuestros profesionales y ayudarles a combatir la pérdida de poder adquisitivo que sufren actualmente, pero insistimos en que es imposible abordar este debate sin vincularlo a la necesaria mejora de la productividad y al crecimiento de nuestra economía.
Como último ejemplo, quiero referirme a los fondos Next Generation. Hace unos días, la presidenta de la Comisión de Control del Parlamento Europeo, la alemana Monika Hohlmeier, abucheó en público a los comisarios europeos por su “laxitud” en la vigilancia de la gestión de estos fondos por parte del Gobierno de España, entre otros. Y les espetó en público: “Ni idea de cómo gasta el dinero España”.
Desde Cecot hablamos abiertamente de desánimo entre el tejido empresarial porque el dinero no está llegando a las empresas.
Las organizaciones empresariales estamos siendo muy críticas con los retrasos y problemas administrativos de estos fondos europeos y estamos muy preocupadas por qué existe un riesgo real de tener que devolver estos fondos a Europa. Y lo decimos con conocimiento de causa, puesto que en España tenemos una larga tradición de retorno de fondos europeos tipo FEDER y FSE por falta de ejecución.
Hay proyectos empresariales, hay dinero como nunca para financiarlos, pero no hay gestión administrativa que lo facilite
La mala planificación, la excesiva centralización por parte del gobierno central y la rigidez administrativa nos alejan del espíritu original de estos fondos históricos: hacer evolucionar y modernizar nuestro modelo económico y productivo. Hay proyectos empresariales, hay dinero como nunca para financiarlos, pero no hay gestión administrativa que lo facilite. El embudo de los gestores está frenando el incremento de la actividad económica.
Precisamente esta semana ha saltado la noticia de que el Gobierno de España, en un informe interno, reconoce que la "importante acumulación de expedientes a verificar" excede su capacidad para cumplir con los plazos previstos y que ha decidido acudir a las Big Four para pedirles ayuda. Esto, a priori, puede ser una buena noticia, pero sin una revisión generalizada del modelo y sin descentralizar su gestión, no creemos que sea suficiente.
Ah, y lo que es peor: ¿dónde han quedado los proyectos que juntos preparamos las empresas, entidades y administración? ¿Aquellos proyectos locales que entendíamos transformadores y que se regían por la colaboración público-privada? ¿Por qué, entre las convocatorias dirigidas a las empresas y los famosos grandes PERTE, no existen proyectos intermedios de transformación local? ¿Cómo queremos transformar el país sin estos proyectos de tamaño medio?
A fecha de hoy, están dentro de un cajón y no tienen ni previsión para sacarlos.
Si sumáramos el déficit fiscal acumulado de Catalunya de los últimos diez años estaríamos hablando de casi 170.000 millones de euros. ¡Como todos los Next Generation de España!
Por si fuera poco, en Catalunya debemos añadir además el problema de financiación. Es un problema grave y lo seguimos calificando de injusto. Si sumáramos el déficit fiscal acumulado de los últimos diez años estaríamos hablando de casi 170.000 millones de euros. ¡Como todos los Next Generation de España!
La infrafinanciación que sufrimos las empresas y la ciudadanía en general, no sólo nos afecta con un menor retorno y redistribución de la riqueza, sino que promueve una excesiva presión fiscal a través de los impuestos autonómicos. Y en pagar impuestos, ¡en eso sí que somos líderes!
La financiación injusta y la infrainversión tienen efectos negativos para el conjunto de la ciudadanía y pone en riesgo la competitividad de nuestras empresas; elementos primordiales para el desarrollo de nuestra sociedad del bienestar.
Por tanto, viendo este grado de incumplimientos, desde Cecot nos preguntamos: ¿cómo podemos tolerarlo?
Los ejemplos que he detallado ponen a prueba “la actitud del hacer empresa”, la actitud de tantos y tantos empresarios, empresarias, trabajadores autónomos, emprendedores y emprendedoras que nos reclaman a diario: ¡ayúdanos a hacer empresa!