En el último artículo les hablaba del riesgo de hacer malas leyes. Es muy fácil equivocarse. El legislador necesita calma, perspectiva, análisis, prospectiva para prever sus consecuencias, debate, negociación, consultas a la sociedad civil, etc. Todo esto ya es bastante difícil. Pero si añadimos que el legislador en nuestro país -a todos los niveles: español, catalán, municipal, etc.- es muy incompetente y de un partidismo populista que hace desatinos, se acaban obteniendo entuertos legales que no tienen por dónde cogerlos. Y que perjudican al ciudadano de manera inevitable y permanente.
La vivienda es uno de los aspectos que el capitalismo no resuelve bien. No puede hacerlo por principio. No estamos ante un mercado perfecto donde los bienes son fruto de transacciones fáciles y equitativas -las casas se construyen, principalmente en ciudades, en un entorno público- y donde el comprador a menudo no disfruta de igualdad de oportunidades. Al fin y al cabo, tanto en democracia como sin ella, la vivienda digna es un derecho. Y hay que defenderlo.
"La vivienda es uno de los aspectos que el capitalismo no soluciona bien. No puede hacerlo por principio"
El problema de raíz a España -empeorado a por Catalunya este espíritu progre populista de escaparate- es que las administraciones hace muchos años que no edifican vivienda pública. Todas, cada una a su nivel, ha hecho dejadez. A título de ejemplo, los ayuntamientos de los últimos decenios, y hasta la Gran Recesión, preferían hacer rotondas o inútiles polideportivos, etc. Todo antes de que vivienda social. Entonces la reacción ha sido típica del populismo hispano: pasarle la responsabilidad (ergo, la culpa) al particular, al contribuyente. Resultados: cada vez hay menos vivienda disponible para alquilar. Y no digamos a buen precio.
Y ahora les explicaré un ejemplo directo que afecta a un amigo mío. Verán cómo se conjuga la estupidez de todos los gobernantes. Resulta que este amigo tiene un piso en Gracia y lo alquiló hace dos años. Es el único piso que tiene, aparte de donde vive. Es un piso heredado. Es decir, no es un gran tenedor. Lo alquiló por, relativamente, poco dinero. Mil euros. Alrededor, por el barrio, se alquilaban por más: unos 1.300 euros. Pero él decía que con mil euros ya le estaba bien, no quería especular. Al cabo de un año, y como marca el contrato de alquiler, él esperaba subir lo que indica el IPC. Pero resulta que los últimos años no ha podido subir lo que marca la inflación porque en Barcelona esta subida estaba limitada al 2% como máximo. Es decir que las buenas intenciones de mi amigo se vieron perjudicadas, digámoslo suavemente, por los caprichos municipales de la señora Colau. Ahora, hace poco tiempo, el inquilino le ha dejado porque iba a vivir fuera de Barcelona. Mi amigo aprovechó para actualizar el precio y lo alquiló por 1.300, antes de que entrara en vigor la nueva ley.
"El problema arraigado en España -empeorado en Catalunya por este espíritu progre populista de escaparate- es que las administraciones hace muchos años que no construyen vivienda pública"
Pero aún hay más. Resulta que este amigo tiene unos ahorros y quería comprar un piso o apartamento, también para alquilar. Son los ahorros de toda la vida. ¿Y saben qué ha decidido? Pues comprarlo fuera de Catalunya. También está mirando en el extranjero. Y es que ha acabado harto. Ha hecho realidad lo que dijo el candidato a la alcaldía de Barcelona, señor Trias: "¡Que os jodan!" -manera educada de decir "¡iros a la mierda!", palabras que el señor Trias no podía pronunciar en el Saló de Cent, aunque se han escuchado cosas más fuertes.
Aquí está el resultado de acciones legislativas acumuladas y promulgadas por incompetentes que solo persiguen materializar la incompetencia. ¡Y la tontería continúa! Siempre me ha parecido genial la frase que un día escribió Alexandre Dumas hijo: "Prefiero al malvado al imbécil. El imbécil no descansa nunca".