Este artículo trata de contestar la pregunta: ¿Cómo estaba la empresa catalana antes del COVID? Para contestar esta cuestión utilizaré el Informe Anual de la empresa catalana que acaba de publicar el Consell Superior de Cambres de Catalunya y en el que participa también Enric Genescà. El análisis utiliza una muestra significativa, puesto que representa el 27% del total de actividad de las empresas catalanas. En resumen, los aspectos más destacables son los siguientes:
Actividad: El año 2019, el tejido empresarial tuvo una evolución positiva, en linea con los cinco años anteriores, por la buena marcha de los mercados interior y exterior. Por otro lado, las exportaciones catalanas han continuado aumentando su peso en el total de las españolas y ya representan el 25%. El aumento de la actividad se ha visto reflejado también en el incremento del número de empresas, especialmente en el caso de las empresas medianas y grandes que han aumentado un 21% de 2014 a 2019.
Ocupación: También continuó la tendencia positiva de creación de ocupación. Así, en el último trimestre de 2019 la tasa de paro en Catalunya era del 10,45% (según el IDESCAT) y, a pesar de que se trata de un porcentaje todavía elevado, conviene no perder de vista que en 2013 había llegado a ser del 24,4%.
Inversión: La inversión en I+D, que es capital para mejorar la competitividad del tejido empresarial, ha aumentado ligeramente. De todas maneras, como las empresas catalanas desde 2008 hasta 2017 redujeron considerablemente su inversión en I+D, todavía estamos a mucha distancia de la inversión que se hace a la UE.
"Si ahora los gobiernos rescatan bien las empresas durante unos meses y ayudan a que no cierren, y si la COVID no reaviva, el tejido empresarial se recuperará más rápidamente"
Estructura financiera: La estructura financiera de las empresas es muy sólida, puesto que desde 2008 se ha hecho un desendeudamiento muy elevado. A diferencia del sector público, el sector privado ha reducido mucho el endeudamiento.
Creación de riqueza: La rentabilidad del patrimonio limpio ha seguido siendo muy elevada, puesto que se ha situado por encima del 12%. Este porcentaje es muy elevado, sobre todo si se compara con los tipos de interés que son muy bajos actualmente.
En resumen, 2019 fue un buen año para las empresas catalanas y ha continuado la buena tendencia iniciada el 2014. Aún así, de cara al futuro hay varios retos pendientes y, de entre ellos, hay que destacar la necesidad de apostar todavía más por la I+D para recuperar el terreno perdido y mejorar la capacidad de crecimiento y de generación de valor del tejido empresarial. También hay que conseguir que la mejora de la rentabilidad se refleje en las retribuciones de los trabajadores, como ya se ha empezado a producir más últimamente. Por lo tanto, en el momento de producirse la irrupción del COVID, la empresa catalana estaba en una situación mucho mejor que la que tenía en 2007 antes del inicio de la crisis inmobiliaria y financiera global. Esto quiere decir que si ahora los gobiernos rescatan bien las empresas durante unos meses y ayudan a que no cierren, y si el COVID no reaviva, el tejido empresarial se recuperará más rápido. En cambio si el COVID hubiera aparecido en 2008, cuando las empresas estaban muy endeudadas, la mortalidad empresarial habría sido muy superior y mucho más difícil de parar.