Aquello que esconde el Ebitda

21 de Noviembre de 2018

Uno de los indicadores financieros que tiene más audiencia actualmente es la Ebitda. Sus siglas responden a la expresión Earning Before Interest, Tasas, Depreciation and Amortization, que traducida hace referencia al beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones.

Lucir su importe, en detrimento otros, puede ser una clara señal que no hay mucha brillantez en los resultados que están por debajo suyo en la cuenta de resultados. Es la mejor ratio para mostrar en aquellas empresas que no ganan el dinero esperado.

Todo y el extendido uso de este indicador, el Ebitda no ofrece la imagen del rendimiento real de una empresa, por lo cual conviene preguntarse cuál es el mensaje que traslada su cifra, o a quien le puede interesar esta información.

"El Ebitda es la mejor ratio para mostrar en aquellas empresas que no ganan el dinero esperado"

Puede transmitir una extraordinaria rentabilidad, al mismo tiempo que esconde un endeudamiento muy alto con un oneroso coste financiero. Puede enmascarar la inmensa inversión que precisó el inmovilizado con el cual se opera, porque en nada lo afectan las correspondientes amortizaciones o la futura reposición de las instalaciones al final de su vida útil.

Un ejemplo lo tenemos en la información emitida recientemente por la gran corporación de telecomunicaciones Cellnex, con sus oficinas centrales en Barcelona y que cotiza a la Ibex 35, correspondiendo a los tres primeros trimestres del actual ejercicio. Su excelente Ebitda ha estado de 439 millones de euros, pero el resultado limpio registra unas pérdidas de 26 millones por diferentes motivos, informadas con absoluta transparencia.

Ninguna emoción nos tendría que transmitir un Ebitda positivo o superior a otros con los que se compara, puesto que no incorpora toda la información de la empresa y, por lo tanto, no es bastante útil la que se traslada a los observadores.

El Ebitda es una simplificación que evita prestar atención a detalles relevantes cómo son el coste del palanquejament financiero, o la amortización de una eventual inversión difícilmente reversible en caso de dificultades. No parece importar esto en periodos de euforia expansiva, haciendo crecer burbujas con la fe puesta en los imaginarios réditos compensatorios que aportará el futuro.

La prudencia reclama que los riesgos estén contemplados en los indicadores empresariales que se emplean. Inclús la rentabilidad real de un negocio tendría que informar de los apoyos en que descansa, para entenderlo correctamente. No parece bastante riguroso tomar decisiones apelando a una única cifra abreviada que ignora información, a la que pueden estar vinculados los objetivos de los gestores.

"Lucir el importe del Ebitda, en detrimento otros, puede ser una clara señal que no hay mucha brillantez en los resultados"

Más preocupante resulta esto si las bonificaciones de los directivos dependen de este indicador, pues todo el que le sigue en la cuenta de resultados queda fuera del compromiso incentivado.

Se tiene que señalar también que el Ebitda no está definido en las normas contables ni en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), por lo cual cada empresa puede hacer su cálculo de forma diferente, casi a medida. Así pues, esta diversidad en su interpretación invalida cualquier comparación entre sociedades si se utiliza como referencia.

Un Ebitda que luce unas ganancias espectaculares no refleja que la empresa cobra a 180 días pero en cambio paga a 30. Tampoco se podrá saber si vender una compañía que produce cava al precio de 16 veces su Ebitda es mejor que las 14 a las que se cerró el trato de otra, pues en ambos casos se aplica un multiplicador a una cifra que tiene un origen no homogéneo.

Atendiendo a todo el que se ha expuesto, es muy recomendable observar siempre la tesorería como cifra fundamental de la salud financiera de una empresa. Sin cash ningún negocio resiste mucho tiempo. Se trata de una operación que tan sólo pide hacer unas sumas y unos restos con un calendario delante, confirmando que con un mínimo repertorio aritmético se puede conocer la realidad de una empresa.

En definitiva, cualquier análisis de una empresa reclama averiguar qué esconde la Ebitda, un indicador ante el cual lo reconocido inversor Warren Buffet recomendaba una prueba de polígraf y que Charlie Munger, su socio, consideró equivalente a "bullshit earnings", expresión que no es pertinente traducir aquí.