El fin nunca justifica los medios, no es admisible el progreso a cualquier precio. El objetivo que se persigue en un proyecto innovador tiene que someterse a la corrección de los métodos empleados para conseguir los resultados.
"El fin nunca justifica los medios, no es admisible el progreso a cualquier precio"
La actuación de una organización será ejemplar si lo es la de aquellos que la componen, especialmente de sus promotores. Así es también en las startups, donde la voluntad de ser escalables no puede girar la espalda a los principios que cohesionan una sociedad.
Las palabras no sirven para medir la calidad ética de quien las pronuncia, sólo es evaluable la acción. La conducta de cada persona se sostenta en valores que dan significado a su vida privada y profesional. Las pautas que orientan un grupo humano, como es el caso de cualquier empresa emergente, tienen que ser más exigentes que los mínimos inventariados en algunos códigos deontológicos que encontramos colgados en muchas paredes.
Un profesional no sólo es responsable de sus actos sino también, implícitamente, de una gran parte de las correspondientes consecuencias cuando el eventual perjuicio que asumen unos es el precio del beneficio de otros. En un entorno económico globalizado y altamente competitivo como el actual, compartir el compromiso con la honestidad y la integridad permite afianzar prácticas que acontecen identificadores propios.
Algunas organizaciones, malinterpretant la audacia que requiere abrir mercado, justifican la necesidad de menguar ostensiblemente los derechos de algunos colaboradores con la dudosa legitimación que otorga la bandera de estar ofreciendo mejores servicios o productos. Son asimetrías alejadas de aquello que es justo, que se dan en la retribución, en las condiciones de trabajo o en la desigual participación en el éxito de la compañía.
Las empresas no pueden obviar sus obligaciones. Tienen que monitoritzar todas las actividades de su cadena de valor, garantizando la calidad del producto o servicio final, pero también la del proceso seguido para ofrecerlo.
Disponer de alta tecnología y no aplicarla a detectar las irregularidades en la misma gestión, transmite una imagen deficiente. Articular procedimientos arcaicos y poco respetuosos con adelantos sociales conseguidos no puede ser la vía para defender nuevos negocios.
"La ignorancia nunca es suficiente argumento cuando en el sí de una empresa se desarrollan dinámicas incorrectas"
La ignorancia nunca es suficiente argumento cuando en el sí de una empresa se desarrollan dinámicas incorrectas. No se puede considerar imprevisible aquello que ya está regulado y que tantos respetan con rigor.
Sorprende que en una época tan interconectada un contratista no sepa quién lo representa, sea un repartidor, un chófer, el locatario de una vivienda turística, o cualquier otra persona en la cual se delegan funciones. El empresario está obligado a vigilar el cumplimiento de las correctas condiciones de trabajo y tiene que exigirlo a todo el mundo. Son unos mínimos especificados en la legislación, incrementables si así se decide, que nunca se tienen que acortar.
Todos los llamados stakeholders de una organización son importantes y su contribución es el más preciado capital para avanzar. Citando palabras de Eric Ries (The lean startup: How today's entrepreneurs use continuous innovatio to create radically successful businesses. 2011) "una startup es una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de extrema incertidumbre".
Los servicios parecen evolucionar hacia una mayor despersonalización, pero la comunicación es importante en actividades con alta concentración de capital humano. Es difícil sacar adelante un negocio sin saber el nombre de las personas que colaboran, desconociendo quién está representando la marca con la oportuna acreditación y la máxima motivación. Un grupo no se mueve con un mando a distancia.
Frivolizar el progreso, confundiendo innovación con oportunismo o audacia desatada, tiene un altísimo coste social. Nadie gana nada y todo el mundo tiene mucho a perder. Obviar los más elementales deberes comporta incrementar riesgos y precariedad.
La imprudencia siempre se cobra su precio, a veces confirmando la inviabilidad de proyectos que acaban siendo un efímero parpadeo en la historia empresarial y una descomunal deuda a devolver. Son sucesos en los cuales no sólo pierde su patrimonio el emprendedor, cuando no se cierran más rondas de financiación, sino que arrastra también a proveedores y colaboradores que confiaron en él.
A pesar de no tratarse de ejemplos de startups, dos casos pueden ilustrar diferentes maneras de actuar frente a situaciones sobrevenidas de gran impacto.
Hace casi treinta años la marca Perrier retiró de todas las estanteries en todo el mundo sus botellas de agua mineral al encontrarse algunas de ellas contaminadas con benceno. Se movieron más de 160 millones de unidades.
Otra actitud se ilustra con el Ford Pinto, vehículo que tenía un alto riesgo de combustión después de producirse un accidente. Este defecto era conocido por el fabricante pero se decidió comercializarlo al no asumirse el coste de corregirlo.
"La credibilidad, la confianza hacia una empresa, es siempre más frágil de lo que a menudo pensamos. Hacer las cosas bien acostumbra a ser muy simple y todo el mundo es consciente cuando se mira al espejo"
La credibilidad, la confianza hacia una empresa, es siempre más frágil de lo que a menudo pensamos. Hacer las cosas bien acostumbra a ser muy simple y todo el mundo es consciente cuando se mira al espejo.
Sin duda es el mercado quien tiene que juzgar aquello que no quiere promocionar, detectando los casos en que unas ganancias piden aceptar la existencia de unos perjuicios. Tarde o temprano se acaba descubriendo aquello que hay detrás de la brillantez que deslumbra y tanto los clientes como los proveedores tienen que escoger con quienes quieren hacer tratos.
Cada caso es diferente y no se puede señalar ninguno ni generalizar, pero tendríamos que ser más estrictos con algunos modelos de negocio que no podemos considerar ejemplares. No aportan nada al progreso humano de nuestra sociedad.