¿Cómo debe ser un líder del siglo XIX? ¿Cómo debe dirigir, tomar decisiones y generar valor para su entorno en un mundo de extrema complejidad e incertidumbre? ¿Cómo debe progresar y prosperar en un entorno con una creciente presencia de inteligencia artificial, supercomputadoras y cerebros electrónicos? Descubrí mi pasión por el liderazgo y la gestión de organizaciones cuando cursaba mi MBA a finales de los años 90. En ese momento, con 30 años, era un joven ingeniero frustrado porque carecía de habilidades para dirigir personas y no tenía conocimientos sobre temas tan apasionantes como la estrategia, el marketing, las finanzas o el propio liderazgo. Descubrí un mundo, el del liderazgo y la gestión de organizaciones, que me cautivó, especialmente por su componente humanístico.
"El management es una disciplina intensiva en relaciones humanas. El directivo debe contribuir al desarrollo profesional y personal de las personas de su equipo"
El management es, en primer lugar, una ciencia: forma parte del corpus de las ciencias sociales. En las escuelas de negocios, investigamos y desarrollamos marcos teóricos basados en la evidencia, empleando el método científico. De la misma manera que Newton observó un fenómeno (la caída de una manzana) e indujo una ley universal (la Ley de la Gravedad), los profesores de management debemos observar fenómenos sociales que se dan en el seno de las organizaciones (cómo crecen, cómo compiten, cómo aseguran la calidad, cómo despliegan políticas de marketing o financieras, cómo realizan I+D...) para obtener marcos teóricos y buenas prácticas aplicables a otras organizaciones. No son leyes inmutables, como la de la Gravedad: pueden cambiar con las circunstancias. Pero directivos y emprendedores deben habituarse a utilizar el método científico: plantear hipótesis y contrastarlas. Elaborar un plan de negocios requiere testear científicamente suposiciones de mercado, de tecnología y de modelo de negocio, validándolas de forma empírica. Es necesario teorizar y demostrar la teoría con experimentos, prototipos y análisis de mercado. Aún hay quien dice que el management es un arte, pero no es cierto: el management es una ciencia (aunque existan auténticos "artistas" del management).
En segundo lugar, el management es una profesión. En los programas de formación de directivos y emprendedores pretendemos formar auténticos profesionales del management. Muchos técnicos que provienen del mundo de la ingeniería, de la biología, de la ciencia o de la salud se convierten en managers profesionales una vez alcanzan una posición de gestión o directiva (y, a menudo, no regresan a las posiciones más técnicas). Gestionar organizaciones, dirigir, tomar decisiones y liderar se convierte en una práctica profesional.
"Es en la dimensión del humanismo cuando realmente un directivo, un manager, se convierte (o no) en líder. Un líder tiene energía emocional para guiar y motivar a un equipo humano"
Pero lo más apasionante del management es que también es un humanismo. El management es una disciplina intensiva en relaciones humanas. El directivo debe contribuir al desarrollo profesional y personal de su equipo. Debe entender qué los motiva, qué los emociona, qué los inspira, qué los preocupa y qué los bloquea. Y es en esta dimensión, la del humanismo, cuando realmente un directivo, un manager, se convierte (o no) en líder. Un líder tiene energía emocional para guiar y traccionar un equipo humano. El líder no solo demuestra habilidades técnicas. Demuestra sensibilidad, autoconocimiento, visión y capacidad de movilización.
Curiosamente, muchos de los atributos del líder comienzan con la letra "c". Un líder debe conceptualizar (generar nuevas ideas, ser creativo, elaborar visiones emocionantes del futuro). También debe comunicar (transmitir información y emociones, de forma analíticamente precisa pero también emocionalmente inspiradora). Y debe convencer (ser capaz de influir y activar hacia la acción a un equipo humano). Pero las "c" más importantes que definen a un líder son las 4 "c" del modelo de liderazgo propio que hemos elaborado en Esade, de acuerdo con nuestra vocación humanística y misional: un líder debe ser competente (tener los conocimientos y habilidades que permiten el ejercicio del liderazgo con éxito), debe ser consciente (entender muy bien sus fortalezas y debilidades, así como las amenazas y oportunidades del entorno), debe ser compasivo (ser extremadamente sensible con los problemas inherentes al ser humano), y aspirar no solo a generar valor económico (profit), sino también valor social (people) y ambiental (planet). Y, finalmente, debe ser comprometido (estar orientado a la iniciativa, a la acción y al cambio efectivo).
La gestión de organizaciones y el ejercicio del liderazgo es una disciplina fascinante. Difícilmente se entendería la historia de la humanidad sin la acción decidida del liderazgo. Y difícilmente podremos avanzar hacia un futuro de prosperidad compartida sin líderes y organizaciones competentes, conscientes, compasivas y comprometidas, especialmente en un tiempo fluido e inestable sometido a un profundo cambio en, al menos, tres dimensiones fundamentales: tecnológica, climática y geopolítica. Vienen tiempos de grandes desafíos, y también de grandes oportunidades para los liderazgos.