En mi camino veraniego hacia los 'Picos de Europa' escuchaba hace unos días al admirado Josep Maria Esquirol y su filosofía de la proximidad. Entre las palabras cercanas que nos acercan a lo humano, hablaba del acierto de esta frase: “cada persona es un mundo”. Y me adentré.
En palabras de Esquirol (Aprendemos juntos. BBVA – El País 12/1/22):
“Cuando coloquialmente se dice: 'Cada persona es un mundo', esto es muy sabio. Esto es tremendamente sabio. La diversidad está en cada uno. Cada uno es realmente un mundo. Es que una persona es algo insondable.”
Insondable, según el IEC (Institut d'Estudis Catalans): “Lugar que es inmensamente profundo. Realidad que no se puede llegar a conocer a fondo.”
Amigos y familia nos acercamos y alejamos estos días en un baile de viajes, encuentros y encuentros más o menos felices, más o menos relajados para disfrutar de la diferencia que nos regala el verano. Salimos a rodar mundo y el mundo nos visita y conocemos otras formas de hacer y vivir a través de personas a las que probablemente no volveremos a ver nunca más. Cada uno con su identidad, su pasado y sus consecuencias.
Cada persona es un mundo.
El padre dejó este mundo el 8 del 8 a los 88 y algunos hijos celebramos que llegamos cada verano por estas mismas fechas. Ya ha pasado un año, pero el mundo sigue rodando. Mientras la madre, desde la resiliencia infinita, relee a Proust: “los vráis paraísos son los paraísos que dónde pierdes.” Y me viene a la cabeza una frase de Juan Ramón Jiménez (vía papá, que nos la regaló con una escultura suya): “No corras, ve despacio, que a donde tienes que ir es a ti solo.”
Y mientras veraneo, me adentro en el mundo de Aleksy, en una novela dulcísima de Tatiana Tibuleac, que habla de los ojos de la madre que lloraban hacia adentro.
Y después de una excursión, retomo el libro de cuando mi hija hacía 2º de “bach”, leyendo: “Masdeo se levantó, Sofía le pidió que se sentara; y él, que se daba cuenta de muy pocas cosas, se dio cuenta de que era una mujer que volvía de muchos caminos.” Cada persona es un mundo. Quizá un espejo roto, según Rodoreda.
Y el mundo se da la vuelta con la tremenda historia de Alex, de Pierre Lemaitre. La percepción del mundo que Lemaitre describe va cambiando a medida que avanza el libro y al final parece que verdad y justicia hacen las paces. O no.
Disfrutamos si podemos de nuestro sitio en el mundo estos días, del mundo que nos rodea y de nuestro mundo interior
Pero no puede hacerse feliz a todo el mundo. “Sólo cuando te das permiso de dejar de hacerlo todo, de dejar de decirles que sí a todos, puedes hacer tu mayor contribución a las cosas que realmente importan. ¿Qué hay de ti? (...)”
Tratando de entender el mundo, Greg Mckeown en Esencialismo nos interpela con preguntas difíciles como esta y nos ilumina con posibles soluciones: “¿Qué tal si el mundo entero cambiara de la investigación indisciplinada de más a la investigación disciplinada de menos... pero mejor?”
Más adelante, gracias a un artículo de Elena Busquets, escucho a 1300 metros de altitud el discurso de graduación en Harvard 2008 de Joanne Kathleen Rowling, que me impacta por su verdad.
JK Rowling vivió en otro mundo antes de imaginarse a Harry Potter. Pero el mundo da muchas vueltas y como ella misma lo describe, se encuentra al cabo de los años frente a miles de estudiantes de la primera universidad del primer país del planeta, y se siente como si fuera “en la mayor reunión de Gryffindor del mundo”.
Al terminar su discurso, soltar un titular de alguien que sabe de lo que habla: “We do not need magic to change the world, we carry all the power we need inside ourselves already: we have the power to imagine better.“
No necesitamos magia para cambiar el mundo, ya llevamos todo el poder que necesitamos en nuestro interior.
Cada persona es un mundo.
Medio mundo está de vacaciones y por una vez no hablemos, de la otra mitad.
Disfrutamos si podemos de nuestro sitio en el mundo estos días, del mundo que nos rodea y de nuestro mundo interior.