• Opinión
  • Catalunya: el reto del crecimiento

Catalunya: el reto del crecimiento

16 de Octubre de 2022

La economía catalana necesita actores que le confieran dimensión y consistencia. En Europa todo queda muy pequeño en relación con Estados Unidos y, en especial, con China. Nos hemos vuelto una pieza pequeña en el jaque mundial y nuestra tradición europea todavía tiene trazas de la autocomplacencia de los viejos liderazgos. Éramos líderes y ahora cada vez más nos sentimos aspirantes. Necesitamos una Europa con empresas consistentes, con mayor capacidad de impacto y de innovación. Empresas más consistentes, es decir, empresas que puedan, a su vez, evolucionar con sus clientes y ser sus socios de futuro.

Las políticas públicas de promoción económica son oblicuas, en Catalunya y en todas partes. Pueden hablar más de qué que de quien, y sin sujetos claros las cosas no acaban de pasar. Aún así sabemos bien lo que no funciona (abandonar la innovación industrial como se ha hecho en Catalunya en la última década, por ejemplo) y tenemos algunas ideas de lo que debería hacerse. Siempre dentro del contexto de la enorme complejidad en la que vivimos, creemos que algunas cosas nos irían mejor si, entre otras iniciativas, las políticas de promoción económica contemplaran decididamente y sostenida por:

1. El apoyo al crecimiento corporativo de las empresas consolidadas. Tener empresas bien dimensionadas en sectores de alto valor, como por ejemplo el sector de biosalud o el sector industrial, ayuda a equilibrar la sociedad. Crecer bien es prioritario. Crecer no es sólo facturar más. Crecer bien es aumentar la dimensión sin caer en graves desequilibrios como empresa o como país. Algunos de los programas de Acció están muy bien encaminados en este sentido, pero tienen muy poco presupuesto.

Crecer no es sólo facturar más. Crecer bien es aumentar la dimensión sin caer en desequilibrios graves como empresa o país

2. Orientar la innovación a resultados. La innovación es mucho más difícil de lo que parece, pero carece de alternativa. Las empresas catalanas han mejorado mucho en innovación, pero sus índices de vitalidad (los ingresos y beneficios que proceden de la innovación en la cuenta de explotación) son todavía muy bajos. Necesitamos mayor compromiso empresarial en innovación (más ejemplos como el de INDPULS, una quincena de empresas industriales que se han unido para innovar) y un tipo de ayudas públicas que como mínimo supongan un 1% del presupuesto de la Generalitat de Catalunya para tener ayudas significativas. Necesitamos políticas de innovación estables y decididas. Tradicionalmente, hemos dedicado cantidades muy bajas a la innovación. Hemos cuidado la investigación, pero como país nunca hemos hecho una apuesta similar para la innovación.

3. Cuidar a Barcelona como un gran centro de atracción de startups internacionales y focalizar todos los esfuerzos para poder ayudar a crecer estas startups. Es necesario mantenerse en posiciones de liderazgo y aumentar el impacto del emprendimiento en la creación sostenida de riqueza. Además, Barcelona debería defender un modelo emprendedor más equilibrado, con mayor sentido social, que el que presentan muchos de los grandes hubs internacionales de innovación y emprendeduría. Hace tiempo que la innovación y el emprendimiento perdieron su inocencia.

4. Crear un gran fondo de crecimiento corporativo para garantizar el arraigo en el país de muchas empresas familiares que optan por venderse a fondo sin ningún vínculo local. Se trata de crear una opción alternativa de inversión arraigada, que sea potente y competitiva. La pérdida sistemática de arraigo de las empresas catalanas es un fenómeno muy significativo y en absoluto favorece el desarrollo estratégico. Es una descapitalización de lo que ha permitido el desarrollo de Catalunya en los últimos 50 años. Es un fenómeno muy serio. Habría que aprender de los franceses en este punto.

Hace tiempo que la innovación y la emprendeduría perdieron su inocencia en Barcelona

5. Acompañar el crecimiento de infraestructuras de competitividad que creen las externalidades necesarias para mantener un peso significativo de la industria catalana. Y esto es el corredor mediterráneo y es la ampliación del aeropuerto, pero también la B40 entre Abrera y la AP7 en el Vallès, entre otras muchas infraestructuras empantanadas, dejadas a medias. Es necesario encontrar un equilibrio en desarrollo y protección del medio ambiente que no sea paralizante. No podemos vivir en un trade off permanente.

6. Intentar que lo que ya está ocurriendo en el ámbito de la biosalud empiece a ocurrir en un perímetro más general de la bioeconomía, y aquí podríamos aprender bastante de los vascos. Los volúmenes de inversión en el sector de biosalud son esperanzadores, pero todavía son bajos en un mundo con tanto recorrido como el agrario.

7. Proponernos que cada cinco años nazca un proyecto como el Barcelona Supercomputing Center que atrae talento, que atrae inversión, que pone a Barcelona y Catalunya en el mapa de las tecnologías profundas. Deberíamos saber sacar como país mucho más provecho del escaparate global del Mobile World Congress. Nos cuesta traducirlo en términos de crecimiento fundamentado en empresas de base tecnológica.

8. Una imagen de país sereno y equilibrado, donde las inversiones son seguras y la voracidad fiscal contenida. Continuamos necesitando mucha inversión internacional, en grandes proyectos corporativos y en startups. Necesitamos equilibrar mucho más las energías que dedican a cosas internas y mirar más al mundo, que no para y que no nos espera.

Deberíamos saber sacar como país mucho más provecho del escaparate global del Mobile World Congress. Nos cuesta traducirlo en términos de crecimiento fundamentado en empresas de base tecnológica

No se trata sólo de hacer compulsivamente planes, tan sólo de crear oportunidades, sino que las oportunidades se puedan concretar y hacer crecer. Tenemos necesidad de crecer para poder mantener los equilibrios sociales que todavía generan cierto consenso, volver a tener empresas de dimensión y de alto valor añadido para vertebrar un país con mayor capacidad de enfrentar la complejidad sin incrementarla.