En el momento en que se me propuso escribir un artículo a razón de los diez años del nacimiento de VIA Empresa, me pareció una magnífica ocasión para exponer, con una mirada retrospectiva, la última década en Catalunya. Hablar de los grandes conflictos que han marcado nuestra historia y sociedad, de las oportunidades y de las victorias, y también de las derrotas. Porque logros y fracasos son una gran lección de vida, un aprendizaje, y es precisamente de las experiencias de donde surgen nuevos proyectos, nuevos liderazgos, diferentes maneras de enfocar las situaciones, otras herramientas para abordar los retos y, en definitiva, miradas más abiertas al cambio, al progreso y la innovación, preservando por encima de todos los valores, la identidad y la integridad.
Primer gran elemento desestabilizador
Es indiscutible que a lo largo de estos últimos diez años, Catalunya y los catalanes hemos vivido marcados, directa o indirectamente, por lo que todos conocemos y hemos llamado el procés. Los últimos 15 años de la política catalana han sido vertiginosos. El proceso catalán y sus consecuencias en el ámbito social, político y económico han sido, y son todavía hoy, objeto de reflexión de muchos opinadores y expertos referentes de múltiples doctrinas. Al día siguiente de las imágenes del 1-O, muchas empresas recibieron llamadas preocupantes de las agencias de calificación de riesgos y de los gestores institucionales de las principales plazas mundiales, que son los que finalmente mueven el capital a escala global y de donde proviene gran parte la deuda emitida por las empresas y bancos catalanes. El mensaje estaba claro: permanecer en Catalunya comportaba un elemento de incertidumbre que en ningún caso ellos querían ni podían asumir. Porque sabemos sobradamente que en el mundo financiero la incertidumbre siempre cotiza a la baja, y el factor “tiempo” es especialmente clave.
Las primeras reacciones no se hicieron esperar. Decenas, cientos de empresas de todos los sectores decidieron cambiar su domicilio social a otras comunidades autónomas ante el temor de que Catalunya se declarara un estado independiente. Es innegable, mal nos pese, que el 1-O provocó un nada despreciable movimiento de cambio de sede social de empresas catalanas. Pero un repaso en profundidad de los datos y nuestra situación de hoy contradice ese relato catastrofista. Las cifras oficiales constatan que desde el último trimestre de 2017 hasta finales de 2022, Catalunya ha perdido 8.753 empresas y, por su parte, 8.921 empresas de Madrid han ido a otras comunidades del estado. Y con esto no pretendo empezar ninguna guerra territorial ni ninguna competición contra nadie. Pero la capacidad de resistencia y de superación de los catalanes y de Catalunya forma parte de nuestro ADN, y cuando tropezamos y caemos, nos levantamos una y tantas veces como sea necesario.
"No ha sido una década fácil, nada, pero los logros y los fracasos nos pueden aportar una gran lección de vida"
En 2017, la Generalitat de Catalunya, a través de Acció -la agencia para la competitividad de la empresa-, identificaba 1.200 startups catalanas que generaban 11.700 puestos de trabajo y facturaban de media 1,2 millones de euros. A pesar de ser año arduoso en el ámbito político, las startups ubicadas en Barcelona cerraron el ejercicio captando 477 millones de euros de inversión, una cifra que casi duplicaba la alcanzada en 2016. Barcelona acababa en 2017, pues, dominando la escena de las startups de España. La capital catalana polatizaba más inversiones que países enteros como Italia o Rusia. Ya entonces Barcelona era la ciudad de España con más startups y con las startups más grandes.
Catalunya era, y sigue siendo hoy, tierra de startups. El ecosistema actual está formado por 2022 startups, un 6,3% más que el año anterior, con una facturación de forma agregada de 1.720 millones de euros y una generación de empleo por encima de las 19.100 personas. Catalunya se consolida, de forma indiscutible, como el primer hub de startups y tecnológico del sur de Europa y entre los cinco primeros del continente, el quinto hub de startups de la Unión Europea y el segundo preferido por los fundadores para crear una empresa emergente.
Segundo grande elemento desestabilizador
No ha sido una década fácil, nada, porque, en medio de este movimiento sufrimos la irrupción de la covid-19, una pandemia global de magnitudes devastadoras y que todavía hoy marca la vida de muchas personas y dificulta la continuidad de muchos proyectos empresariales. En Catalunya se detectó el primer caso de covid-19 el 25 de febrero de 2020, y dos años después, el retrato final ha quedado en dos millones de positivos y más de 28.000 muertes confirmadas con prueba diagnóstica.
Sin embargo, esta crisis sanitaria provocó un impulso nunca visto en la investigación, la innovación y la inversión en el sector de ciencias de la vida y la salud. Esto explica la importancia de las empresas de ciencias de la vida, que hoy alcanzan ya 1.350 y representan el 8,7% del PIB de Catalunya.
Catalunya se consolida como uno de los hubs de innovación en salud más dinámicos de Europa y también el primero del Estado. Sigue generando investigación e innovación de valor, y crece en prácticamente todos los indicadores: en número de ensayos clínicos en activo (1.200) que la posicionan como un destino prioritario en el mundo (9º lugar) y en Europa (6º lugar); en terapias avanzadas en desarrollo (58), básicamente en oncología, neurología, enfermedades infecciosas y enfermedades minoritarias; y en publicaciones científicas y atracción de fondos competitivos (H2020 y ERC)-.
Otro sector clave en el territorio es el de la economía digital. Actualmente existen más de 22.000 empresas catalanas de este ámbito que facturan 30.240 millones de euros (+2,5% interanual) y generan 182.800 puestos de trabajo (+1,4%). La facturación de este sector equivale al 12,4% del PIB de Catalunya. Se trata de un sector joven y en constante crecimiento: más de la mitad de estas compañías (el 53,8%) se establecieron hace menos de 10 años y, más aún, el 8,6% de ellas son startups. Un 15% de estas empresas son exportadoras, por lo que es un ámbito con un elevado potencial para la internacionalización.
Barcelona es actualmente uno de los principales polos del sur de Europa en ciencia, tecnología e investigación. Y el elemento clave de este sistema de investigación son las estructuras que configuran el mapa público de I+D+i: sus universidades, sus clusters, sus centros y grupos de investigación, sus instituciones hospitalarias, sus parques científicos y tecnológicos.
"Más de 22.000 empresas catalanas de la economía digital facturan 30.240 millones de euros (+2,5% interanual) y generan 182.800 puestos de trabajo"
Nuestro país cuenta hoy con instituciones de vanguardia como el Barcelona Supercomputing Center (BSC), que albergará el Marenostrom 5, el supercomputador más potente de España y entre los más avanzados de Europa, además de acoger a uno de los primeros ordenadores cuánticos a nivel europeo. O el sincrotrón Alba, Barcelona Institute of Science and Technology (BIST), IRB Barcelona, Bellvitge Biomedical Research Institute – IDIBELL, Vall d'Hebron Institute of Oncology (VHIO), Vall d'Hebron Institute of Research (VHIR) - Vall d'Hebron Instituto de Investigación, etc. Un amplio y plural conjunto de entidades y organismos que completan el ecosistema de la economía digital y favorecen la transferencia de tecnología.
Tercer gran elemento desestabilizador
La guerra en Ucrania, la reducción de los suministros de combustibles fósiles y la inflación desbocada fueron, y son, un importante tropiezo en el camino de la recuperación del país: el impacto de la crisis energética sobre la creación de empleo se comenzó a percibir a partir de la segunda mitad de 2022, con una clara ralentización del aumento de la afiliación a la seguridad social. Y si bien es cierto que la inflación ha empezado a moderarse, el aumento de los precios sigue siendo elevado, lo que debilita el consumo de los hogares familiares.
"Catalunya se consolida como uno de los hubs de innovación en salud más dinámicos de Europa y también el primero del Estado"
El efecto de la alta inflación, la política monetaria expansiva de los bancos centrales para frenar la escalada de precios a nivel mundial, las malas perspectivas económicas y la pérdida de inversión en publicidad hunden la capitalización de los gigantes de Silicon Valley, que inician una oleada de despidos masivos y un cambio de estrategia.
Si bien aquí no nos hemos visto arrastrados por este efecto contagio (afortunadamente son pocas las compañías catalanas que hoy en día han anunciado importantes recortes de personal), la situación macroeconómica y geopolítica adversa han propiciado cierta sequía financiera en España y en Catalunya.
Hoy constatamos una contención en la inversión y un mayor grado de prudencia por parte de los accionistas, de los fondos de inversión y de los business angels. El dinero está ahí, no ha desaparecido, pero vivimos un cambio de paradigma en el que se priorizan las operaciones de impacto, abstraerse de la volatilidad y apostar por proyectos más estables a medio y largo plazo.
Catalunya, un futuro delante
Catalunya debe tener un papel protagonista en la reindustrialización de Europa. La pandemia y, seguidamente, los cortes de las cadenas de aprovisionamiento han puesto de manifiesto que perder la soberanía industrial y tecnológica no ha sido una apuesta acertada. Y es aquí donde Catalunya ha focalizado sus actuaciones en ámbitos clave como el desarrollo del chip europeo y el vehículo eléctrico y conectado.
"Debemos jugar un papel activo para tener un papel protagonista en la reindustrialización de Europa"
Debemos jugar un papel activo y adoptar las transformaciones necesarias para competir con éxito en el nuevo contexto internacional. Debemos empezar a hablar de tecnologías limpias como el hidrógeno verde o el biogás, de la proteína alternativa para transformar el sector agroalimentario, de las tecnologías cuánticas y de un impulso al potente sector biomédico catalán hacia terapias avanzadas, la digitalización de la salud y la prevención por delante de curación.
La investigación, la generación y retención de talento, y la innovación deben ser, pues, temas centrales y prioritarios en nuestro debate político y social. Es imprescindible incentivar el cambio y la adopción de nuevas tecnologías en el tejido empresarial. Y aquí es necesaria la firme implicación de la inversión pública. Las administraciones tienen la obligación de comprometerse en estas transformaciones, generar los incentivos necesarios y crear un efecto tractor y multiplicador allá donde no llegue el mercado.
El futuro pasa indudablemente por la tecnología y la sostenibilidad, por la mujer y la vejez. El envejecimiento de la población, la cronificación de muchas enfermedades antes mortales y el notable aumento de la esperanza de vida están creando una serie de retos nuevos que el sector de la salud debe cubrir durante los próximos años. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en 2050 una de cada cuatro personas que vivan en el planeta tendrá más de 60 años, lo que presagia unas muy buenas perspectivas de crecimiento para esta industria, tanto en productos como en servicios sanitarios.
La inteligencia artificial será también decisiva en el diagnóstico y prevención de las enfermedades a medio/largo plazo. De hecho, la robótica, la terapia génica y la inteligencia artificial serán los otros grandes ejes del conocimiento que marcarán en los próximos diez años.
"Hoy ya tenemos en Catalunya las primeras propuestas que trabajan para visibilizar y normalizar la salud de la mujer, tanto en el aspecto más físico como emocional"
Y hablamos finalmente de la mujer, la gran olvidada y la gran damnificada, pero que, finalmente y afortunadamente, será el foco de atención del futuro que encaramos. A lo largo de la historia ha habido un sesgo de género en la investigación médica porque las mujeres no estaban incluidas en los ensayos clínicos y esto implicaba un desconocimiento del estudio de las enfermedades propiamente femeninas. A diferencia de los varones, la variabilidad hormonal de las mujeres puede provocar que tengan relaciones cruzadas con los fármacos y, en consecuencia, eleva la complejidad de los ensayos. Al igual que los efectos secundarios de los fármacos, que también se ha constatado que son distintos en cada sexo y, por el contrario, todavía hoy no se ha trasladado a los respectivos prospectos farmacológicos.
Afortunadamente, hoy ya tenemos en Catalunya las primeras propuestas que trabajan para visibilizar y normalizar la salud de la mujer, tanto en el aspecto más físico como emocional. Irrumpe y con fuerza una nueva ola de emprendedoras que luchan por erradicar la estigmatización histórica de la “menopausa”, el “clítoris”, la “lactancia”, la “libido”. Algunos ejemplos son las femtech catalanas Domma, Oxolife, LactApp, FemmeUp, Moonai, entre otras muchas.
Tenemos por delante la gran oportunidad de democratizar la sexualidad de la mujer, de permitirnos vivir y disfrutar de la maternidad, de la madurez, de las arrugas sin complejidades. Es el momento de trabajar por nuestro bienestar y su salud emocional. Tenemos el futuro en nuestras manos. Y desde Catalunya, nos toca escribir los próximos diez años de su historia. ¡Hagámoslo!