El año 1998, Cristóbal Colón, fundador de La Fageda participa en un programa de dirección general en la IESE Busines School. Él, psicólogo clínico y emprendedor social, ya hacía años que elaboraba yogures a partir de la leche de las vacas de la granja situada en el corazón mismo de la Fageda d'en Jordà en La Garrotxa. Lo hacía, además, integrando laboralmente a personas con discapacidad intelectual y enfermedad mental. Empezaba a funcionar, pero notaba que le carecía dimensión empresarial y por eso fue a una de las escuelas de negocio más prestigiosas del mundo que, por cierto, tenemos en Barcelona. Allí conoció al profesor José Antonio Segarra y este hecho fue, sin duda, el principio de una larga amistad. Ahora la Fageda es un referente en el mercado y la sociedad con productos altamente valorados por los consumidores y con una gran reputación social.
José Antonio Segarra ha sido un carismático profesor de dirección comercial en IESE, empresario, ejecutivo y consultor de empresas tanto pymes como multinacionales en todo el mundo.
A pesar de conocer al Cristóbal es a partir de una visita acompañante a su hija Montse al Hayedo para hacer el trabajo fino de grado cuando el profesor Segarra se acaba de enamorar perdidamente del proyecto, con quien establece un intenso vínculo y compromiso hasta el final.
El año 2016 el Dr. Segarra se convierte en miembro de la Real Academia Europea de Doctores, pronunciando un discurso centrado en las empresas sociales, bajo el título de "La empresa social compitiendo en el mercado, principios de buen gobierno". El modelo dual con dimensión social y dimensión empresarial como la Fageda lo había atrapado definitivamente.
La Fageda no es una flor de verano, forma parte de un conjunto de empresas sociales mucho más amplio
No obstante, La Fageda no es una flor de verano, forma parte de un conjunto de empresas sociales mucho más amplio. Se trata de los Centros Especiales de Trabajo sin ánimo de lucro, entidades que bajo la forma jurídica de fundaciones, cooperativas o asociaciones ofrecen bienes y servicios al mercado dando trabajo a personas con discapacidad con especiales dificultades, principalmente discapacidad intelectual y enfermedad mental. Ser competitivos y sociales a la vez, esta es la cuestión, las dos caras de la misma moneda, un reto realmente extraordinario. Si sacar adelante una empresa "normal" ya es una aventura de riesgo, imaginen hacerlo en una empresa que además tiene como propósito dar oportunidades de trabajo a personas vulnerables. No obstante "no hay otra" para crear y mantener ocupación de forma sostenida, la empresa (también la social) tiene que tener resultados económicos positivos.
Conocedor de estos retos y dificultades el profesor Segarra, por iniciativa de DINCAT (la federación que agrupa a estas entidades a Catalunya) lidera en IESE un equipo de profesores que elaboran el Libro blanco por la ocupación de las personas con discapacidad y especiales dificultades en los Centros Especiales de Trabajo. El estudio además de presentar la realidad de los centros propone pautas de cara al futuro del sector de forma que su misión social quede reforzada con un modelo que asegure su viabilidad y sostenibilidad económica. Desgraciadamente, al poco de la finalización del Libro Blanco, José Antonio Segarra nos deja a la edad de 62 años. Su familia promueve una Fundación con su legado con el fin de promover y fomentar la ocupación laboral de las personas discapacitadas con especiales dificultades. Y, como no podría ser de otro modo, como primera iniciativa se impulsa, en estrechada colaboración con IESE, un programa de alta dirección para directivos y directivas de Centros Especiales de Trabajo para contribuir a mejorar su gestión y viabilidad económica.
El curso supone también un espacio donde los participantes, líderes del sector, puedan reflexionar de qué estrategias conjuntas pueden reforzar su sostenibilidad futura. Aquí, de buen seguro que las alianzas y una mayor integración pueden devenir palancas para afrontar los colosales retos que tenemos para seguir dando oportunidades a las personas con discapacidad compatible con la competitividad empresarial. En definitiva, habrá que cooperar para competir.