Feminismo y empresa o empresas feministas. Ya sabéis lectoras y lectores que siempre llevo la lupa del género encima. En la vida, en el trabajo y en todo aquello que me rodea. Siempre pienso... y si lo hubiera pensado, hecho o dicho una mujer... qué habría pasado? O, si la misma cosa, lo hubiera pensado una mujer, hecho o dicho distinto. En estas dicotomías intento repensar y entender por qué pasan y hacemos determinadas cosas. Es innato a mí. Es como una función que mi cuerpo y mi mente tienen activada.
"Pueden las empresas ser feministas? Puede el movimiento feminista entrar en la empresa? Podemos convertir el feminismo en valor empresarial?"
Recientemente estoy participando en debates, tertulias y mesas redondas donde vinculamos empresa y feminismo. Dos realidades de dos mundos muy diferentes; el práctico, el de hacer dinero y crear riqueza y el de las ideas, las políticas, las actitudes y la educación para crear generaciones, sociedades y ciudades más libres. Es como mezclar en un mismo cóctel un gusto muy ácido y uno de muy amargo, o comer un pastel salado y dulce a la vez. Y me gusta.
Pueden las empresas ser feministas? Puede el movimiento feminista entrar en la empresa? Podemos feminizar las empresas? O, todavía más interesante... Podemos convertir el feminismo en valor empresarial?
Convoco una comida para hablar de mi libro (de feminismo) y vienen un 70% hombres, hago dos presentaciones en Madrid y Barcelona y sorprendentemente muchos de los asistentes son hombres, hago un almuerzo con 12 hombres emprendedores para hablar de feminismo y están encantados que les incluya en la conversación. En un congreso de Empresa y Salud hay una mesa para debatir sobre Empresa y Feminismo donde me invitan a ser una de las voces. Se hace un dosier de recomendaciones para las empresas y agencias de publicidad para construir marcas y campañas inclusivas, diversas y con ojos de género y también me veo implicada en la propuesta.
Todo esto me pasa en menos de dos meses y me hace pensar. Pensar y repensar. Cojo distancia y lo escribo en un papel, el sistema más clásico y utilizado para entender un problema, para explicarlo y para plantearlo. Y sí, me hace ver que sí; que empresa y feminismo van de la mano. Pueden perfectamente ir de la mano, y de hecho, tendrían que ir de la mano. Y no sólo porque las mujeres somos la mitad del planeta y decidimos aquello que se vende y se compra y porque cuidamos familias y dirigimos empresas. Pero también porque de una forma orgánica la empresa ve que nos necesita para decidir, para transformarse para avanzar y para existir. Existir en un mundo diverso, complejo, activista y rabiosament inconformista.
"Seamos valientes en integrar el hombre en el feminismo... Seamos valientes a la hora de cuestionar y repensar"
Y estos valores los lideramos mayoritariamente las mujeres. O como mínimo, estarían más en la parte femenina del ser humano.
Seamos valientes en integrar el hombre en el feminismo y poner (y situar) el feminismo en la empresa. Seamos valientes a la hora de cuestionar y repensar, porque "Repensar es de valientes". Ser valientes, entrar en el feminismo y quedaros.