Parece que antes de que acabe el año tendremos el primer coche con el nombre de una ciudad catalana, o más bien con el nombre latino de la ciudad romana que ha dado nombre en Tarragona. Aun así, más allá del nombre, el nuevo Seat Tarraco, se adecuará en materia de lengua a aquello que estipula la ley? Los consumidores podremos disponer del habla del navegador GPS del coche en catalán, o de las aplicaciones conectadas, o de todos los sistemas multimedia?
Ojalá que sí, porque hoy por hoy en el sector de los vehículos se mujer la paradoja que el mercado donde el catalán es lengua oficial, que representaría el 10è país de la Unión Europea en compra de vehículos, se encuentra a la cola en cuanto al cumplimiento de la ley y la posibilidad de usos lingüísticos.
Sólo teniendo en cuenta los territorios donde el catalán es oficial (Cataluña, el País Valenciano, las Islas Baleares y Andorra), nuestro mercado se sitúa por encima de otros mercados como el danés, el rumano, el checo, el húngaro, el griego o el portugués. También es superior a otros mercados extracomunitarios como el suizo, el noruego o el islandés. En Europa, se encontraría justo entre el suizo y el sueco.
El año 2017, allí donde el catalán es lengua oficia, se vendieron 364.334 vehículos no comerciales. Sólo en la Cataluña del Sur (sin contar la Cataluña norteña ni la Franja de Ponente),fueron 190.480. Extraordinariamente, nuestro territorio se encuentra a la cola en cuanto al cumplimiento legal en la distribución de los vehículos y en los usos lingüísticos en las aplicaciones que hay incorporadas al vehículo. Hay un incumplimiento generalizado de las leyes de consumo vigentes (que obligan, por ejemplo, a disponer del manual de instrucciones del vehículo en la lengua correspondiente) y una carencia evidente en cuanto a la lengua en el ordenador de a bordo, el navegador GPS, los catálogos o el web. En este aspecto, se situaría por debajo de los 28 estados de la Unión Europea. A los escándalos y fraudes legales en salud ambiental en el sector automovilístico que últimamente hemos sentido a los medios de comunicación, se añade este escándalo en salud cultural y en derechos de consumo cuando se trata del consumidor de habla catalana.
"Al 'Dieselgate' se tiene que sumar este escándalo en salud cultural y en derechos de consumo cuando se trata del consumidor de habla catalana"
Más allá de esta discriminación, hay que tener en cuenta que la tecnología permite enmendarlo holgadamente. Al mercado hay navegadores para coches en catalán, aplicaciones ligadas al coche en catalán, sistemas de teach-tono-speach (lectura de textos con habla) en catalán y profesionales más que preparados para traducir los manuales de instrucciones, los catálogos o los webs.
Así mismo, los entes locales y la Administración autonómica son importantes compradores de vehículos que, todo y los acuerdos tomados, no los han exigido que se adecúen –ni siquiera– a las leyes de consumo.