Estos próximos años Catalunya, y de igual manera el resto de Europa, iniciará un debate necesario sobre el modelo de apoyos y servicios para las personas mayores.
Es manifiestamente sabido que hoy en día el continente europeo y los países económicamente avanzados ven cómo la población envejece a pasos agigantados debido a la llegada a la longevidad de los "baby-boomers" (esta generación que nació entre 1957 y hasta 1977), por el alargamiento de la esperanza de vida y el aumento de las personas que llegan a edades de sobre-envejecimiento (los mayores de 85 años), y por la destacada y preocupante disminución de la tasa de natalidad (según los últimos datos del Idescat, Catalunya registra una tasa de fecundidad en torno a 1,2 hijos por mujer, siendo los 32 años la edad media en la que se tiene el primer hijo).
El envejecimiento tiene vastas implicaciones en múltiples aspectos de la vida cotidiana, incluyendo la salud, la vivienda, la movilidad, el ocio, la comunicación y las relaciones personales y sociales. Y es precisamente en este sentido que la irrupción tecnológica, inevitable, debe ser vista no como una amenaza sino como la gran oportunidad para mejorar la salud y el bienestar personal de las personas ancianas.
Como sociedad, enfrentamos el gran reto de repensar y trabajar a favor del envejecimiento activo. Es necesario impulsar de forma clara y decidida acciones que generen un impacto positivo en la vida de estas personas, herramientas y actuaciones que les permitan llevar una vida de manera autónoma, continuar desde la normalidad su actividad social y reducir muchas barreras cognitivas, motoras y emocionales a lo largo de este proceso de senectud.
"La irrupción tecnológica, inevitable, debe ser vista no como una amenaza sino como la gran oportunidad para mejorar la salud y el bienestar personal de las personas mayores"
Y ahora muchos de vosotros os preguntaréis por qué, nuevamente, insisto en esta reflexión. Probablemente todos recordaréis, especialmente por el impacto mediático en la mayoría de los medios y en las principales redes sociales, el anunciado a finales de 2023 de la compra de mil asistentes robóticos inteligentes (ARI) por parte de la Conselleria de Drets Socials de la Generalitat de Catalunya. En pocas palabras, cinco millones y medio de euros de los fondos Next Generation para brindar apoyo a las personas mayores que hoy viven solas.
Los diferentes estudios realizados hasta la fecha ponen de manifiesto que más del 90% de las personas mayores desean envejecer en sus hogares tanto tiempo como sea posible, más allá de ir a una residencia o a casa de algunos familiares, y dispositivos como el ARI pueden facilitar esta tarea, coordinándose con servicios específicos ya existentes como el Servicio de Atención Domiciliaria (SAD) o el Servicio de Teleasistencia Municipal, entre otros.
Como era de esperar, la noticia no dejó indiferente a nadie. El sindicato de cuidadoras profesionales se rebeló masivamente en contra, denunciando que se trataba de una medida pensada para "desplazarlas" y no para mejorar sus condiciones laborales. Y las redes sociales se inflamaron con todo tipo de comentarios en torno a la polémica de la "sustitución humana" y la equivocada gestión de los recursos públicos.
El miedo a perder puestos de trabajo siempre surge cuando se introducen automatismos en las labores o en los ciclos productivos. La incertidumbre crea desconfianza y con los robots sucede exactamente lo mismo, es inevitable. No obstante, cuando la gente ve los beneficios y comienza a ponderarlos, esas reticencias iniciales se reducen hasta volverse prácticamente imperceptibles.
"Más del 90% de las personas grandes desean envejecer en casa suya tanto de tiempo como sea posible, más allá de ir a una residencia o a casa de algunos de los familiares"
Algunos podrían decir que el ARIO hace el mismo que el resto de los asistentes virtuales, y en parte sí, pero el gran plus diferencial del ARIO es que tiene cura de la salud y de las personas a quienes asiste y mejora las condiciones de vida a partir de la interacción. Son robots ideados para hacer compañía a las personas grandes y/o dependientes y favorecer la comunicación con el cuidador o familiar en el supuesto que la persona no se encuentre bien, hasta el punto, si se tercia, de trucar al servicio de emergencias médicas. Además, el ARIO emite recordatorios constantes sobre la medicación o la comida con el objetivo de conocer el estado de la persona a la cual presta asistencia.
"Soy un asistente robótico inteligente para las personas grandes; hablo con ellos, me muevo con ellos, les hago compañía y estoy atento a sus necesidades para hacerlos la vida más fácil."
Soy sobradament consciente que la interrelación y el acompañamiento emocional que las personas grandes o dependientes reciben del contacto con otros seres humanos, no pueden ser replicados y suplantados completamente por la tecnología. Pero hace falta, a pesar de todo, incorporarla como herramienta de apoyo, tanto para las personas como para sus cuidadores. No habrá una sustitución humana, sino que se complementará con la IA.
Afortunadamente, el ARI es tan solo una de las muchas herramientas que hoy tenemos al servicio de las personas mayores. Los avances tecnológicos han aportado, aportan y aportarán abundantes beneficios para la salud, el bienestar y la seguridad de las personas mayores y dependientes, posibilitando una mejor calidad de vida y, al mismo tiempo, un mayor grado de autonomía. Desde sensores ambientales para controlar el movimiento, las actividades cotidianas y posibles situaciones de riesgo, hasta soluciones de conectividad y comunicación personal que ayudan a la persona a comunicarse y compartir con familiares y amigos; dispositivos portátiles para monitorear funciones vitales y parámetros clínicos; aplicaciones y herramientas de apoyo para la realización de tareas cotidianas, con alertas y recordatorios; y las aplicaciones y plataformas de telemedicina para acceder a servicios médicos en línea.
ana, sino que se complementará con la IA"
Las nuevas tecnologías están revolucionando nuestra capacidad para prevenir, diagnosticar y tratar muchas enfermedades. Como sociedad, tenemos el deber y la obligación de poner a nuestra gente mayor en el centro de todos estos avances, para que el diseño de las soluciones tecnológicas responda, efectivamente, a sus necesidades reales.