Johnny 5, el robot protagonista de la película Cortocircuito de 1986, descubre los libros y la gran cantidad de información contenida en ellos mientras explora el mundo que le rodea. Los que tengáis una cierta edad recordaréis la escena en la que, tras leer un libro entero pasando páginas a una velocidad de vértigo, pide entusiasmado con su voz metálica “Datos, datos, más datos”.
Durante estos meses de pandemia del COVID-19, ésta ha sido una demanda no sólo de matemáticos y científicos de datos profesionales, sino de muchos ciudadanos a título individual. Los primeros se han movido tanto por la necesidad de contribuir a una mejor comprensión de la evolución de la enfermedad, como para realizar predicciones de las necesidades de recursos sanitarios a muy corto plazo. Basándose en los principios de los modelos SIR (Sanos, Infectados y Recuperados), se han propuesto numerosos modelos que representan fidedignamente los estados de evolución de la enfermedad. En esa línea se han hallado los parámetros que caracterizan la evolución de la enfermedad en cada momento, entre ellos el famoso R0, y poder así predecir la evolución de la pandemia a corto o medio plazo.
Los datos que permiten estos análisis deben estar a disposición de las autoridades sanitarias para que puedan tomar las mejores decisiones posibles, pero también al alcance de todos nosotros para que así podamos comprender por qué es necesario imponer las restricciones que se están tomando en cada momento. Esta última necesidad surgió, desde el principio de la pandemia, porque no se estaba transmitiendo que las decisiones gubernamentales se tomaran teniendo en cuenta esos análisis, ni tampoco se estaba hablando claramente de las predicciones de estos modelos. En particular, esas inquietudes se despertaron en buena parte de la población que se encuentra con los conocimientos y las capacidades de análisis de versiones sencillas de estos modelos, que no dejan de ser los conocimientos de un curso básico de análisis de una carrera técnica o de ciencias.
Facilitar datos permite empoderar a la sociedad. No sirve únicamente para cuestionar a los gobernantes y sus decisiones. Contar cada vez con ciudadanos con una mayor cultura del uso de los datos nos permite ser más corresponsables en la toma de decisiones individuales y poder respaldar con mayor criterio las decisiones de los organismos oficiales. Esta situación es inherente a la transformación digital de nuestra sociedad y no se debe limitar al ámbito empresarial, sino que se debe llevar a cabo en cualquier administración pública.
"Contar cada vez con ciudadanos con una mayor cultura del uso de los datos nos permite ser más corresponsables en la toma de decisiones individuales"
Después de llevar unos meses analizando datos sobre la evolución del COVID-19 hemos comprobado que algunas cosas han mejorado y que ha aumentado la disponibilidad de los datos y el acceso a los mismos. Es cierto que esta situación nos ha permitido dar grandes pasos en la línea de lo indicado por la dirección de la Ley de Transparencia, Buen Gobierno y Participación Ciudadana de la Comunitat Valenciana de 2015, pero todavía nos queda el desafío de la inmediatez de los datos para optimizar la toma de decisiones. Mientras no sea así, es como si estuviéramos conduciendo un coche y estuviéramos mirando más tiempo el espejo retrovisor que la carretera que tenemos delante.