Coquette

26 de Febrero de 2024
Ariadna Romans

El otro día, en una cena de amigos, una de las participantes preguntó: "una cosa, ¿qué es esto de coquette que no me para de salir por Instagram?". El resto reímos fuertemente y dijimos aquella frase de joven adulto acomplejado de "ya no servimos para las modas" y "hostia, tía, nos estamos haciendo mayores". El caso es que yo sabía que era una cosa que tenía que ver con los lacitos rosas y los accesorios infantiles por "endulzar" la moda femenina que en las últimas tendencias cada vez estaba renunciando más a los colores rosa y al cuquismo.

Le explicamos de la manera que pudimos y algo torpe que la moda coquette es el regreso al rosa y la hiperfeminidad, reivindicando los colores tradicionalmente relacionados a la mujer como una opción estética. Es decir, que ante la falta de feminidad estereotípica en nuestras maneras de ser, ahora volvemos poner a una capa de rosa a nuestra imagen personal.

"Quizás es una tendencia más del capitalismo rosa que nos hace pensar que aquello bonito para los ojos es bueno para todo"

Algunas artistas, como moda distintiva, han usado este tipo de estética. Pienso, por ejemplo, en Rosalía en algunos de sus videoclips más cute. También, en algunas de las formas coquette hay inspiraciones en la cultura manga o algunas tendencias asiáticas que nos llegan por las redes sociales.

El caso es que mezclar pantalones cargo y lacitos rosas en el pelo no tiene absolutamente nada de malo, personalmente incluso me gusta para romper con esta idea carrinclona de no mezclar diferentes estilos, pero ciertamente en la vestimenta infantil se esconde un problema de fondo que no nos atrevemos a tocar. Un problema que después pasa a la idea de mujer que tenemos como sociedad, y también a la cama, donde las líneas sociales se difunden y empezamos a soltar nuestro subconsciente hacia todo aquello que relacione los lacitos rosas con la atracción. Aunque algunas personas pueden pensar que es llevarlo demasiado al límite (y quizás lo es), hay algo que me chirría, de esta nueva tendencia de moda. Algo que me hace pensar que es una cobertura graciosa y superficial para un problema de fondo que se ha ido arrastrando y que sale a la superficie en forma de lacitos rosas y accesorios monísimos. Quizás es una tendencia más del capitalismo rosa que nos hace pensar que aquello bonito para los ojos es bueno para todo, o quizás porque nos hemos cansado de ir todo el día a contracorriente.

"Cualquier moda, femenina, masculina, opresiva, liberadora o extravagante, no deja de tener un punto de absurdidad"

"Al fin y al cabo, ¿qué hay de malo en la hiperfeminidad si sólo la luces?", dijo Victoria. "A mí me gusta ser muy femenina, y no por eso me siento menos feminista o menos consciente de los males del mundo". Por la tarde volví al jardín más bonito de Barcelona, y un amigo me había enviado un reel de un señor mayor, serio, barrigudo, calvo, una persona que perfectamente habría podido ser un tío cualquiera, con un pequeño lazo rosa en la cabeza que decía "soy coquette". Aquella imagen, para mí, fue explosiva, porque representaba cómo de ridícula puede llegar a ser una moda femenina adaptada a la parte masculina. Estamos tan acostumbradas a hacer el ridículo de manera estructural que ya no nos hace ni gracia. Entonces me di cuenta de uno de los componentes que no había tenido en cuenta hasta entonces: cualquier moda, femenina, masculina, opresiva, liberadora o extravagante, no deja de tener un punto de absurdidad.