Habitualmente en artículos, escritos y en documentación sobre creatividad, esta se presenta como una fórmula positiva para encarar problemas y situaciones a superar. Esta positividad desprende optimismo, nos alienta a ir más allá, y transmite visiones más pronto alegres y de color. Es por eso, que sorprende -y a la vez lo hace destacar- encontrar el que fue premiado en 2019 como artículo del año en la Harvard Business Review.
Escrito y concebido por un profesor de la misma universidad norteamericana, Gary P. Pisano, el autor hurgaba en la innovación y la creatividad buscando los errores más comunes en su aplicación, y particularmente en las organizaciones. Quería encontrar el por qué muchas organizaciones planifican y ejecutan acciones para mejorar la innovación y la creatividad pero se encuentran con fracasos o avances poco significativos. Y por eso se adentra en la cara más oscura y pragmática y, por lo tanto, menos glamourosa o idílica de la creatividad y la innovación.
El autor explica cómo hay matices que son importantes y determinantes para entender el buen funcionamiento de la innovación y la creatividad. Defiende una tolerancia al fracaso, pero que no se tiene que confundir con una tolerancia a la incompetencia, como también se tiene que poder experimentar entrega pero compensándolo con un comportamiento disciplinado. Es decir, tiene que haber una seguridad a nivel psicológico para crear, pero con una clara responsabilidad individual. Detalles que no son menores y que pueden acabar configurando que lleguemos o no a buen puerto.
"Tiene que haber una seguridad a nivel psicológico para crear, pero con una clara responsabilidad individual"
La creatividad no se desarrolla en burbujas imaginarias impermeables al entorno que vivimos, como si fuera un trozo de mundo que no le afecta todo a lo bueno y malo. Como otras habilidades o capacidades humanas, es compleja y necesita una visión holística.
Aun así, nos será útil y merece la pena reflexionar. Y más ahora, con una pandemia que esta provocando estragos en múltiples aspectos de nuestra sociedad - relaciones sociales, salud, economía, etc...- y dónde buscamos activamente a expertos y especialistas que nos ayuden a enfocar correctamente el futuro. Porque queremos saber cómo será la nueva normalidad, y qué cambios de los que sufrimos son estructurales y cuáles únicamente coyunturales, por ejemplo.
Y en estos pronósticos siempre hay un margen de error, recordándonos el famoso efecto mariposa que el meteorólogo norteamericano Edward Lorenz sugirió ante la incapacidad de encontrar modelo de predicción con resultados 100% fiables.
Era en 1963 cuando Lorenz estaba en medio de una investigación que hacía con la ayuda de un ordenador. Un día quiso repasar una operación, y para simplificarlo, pues la impresora no daba más de tres decimales, hizo unos redondeos que no tendrían que cambiar mucho los resultados. Pero se sorprendió porque sí que eran demasiado diferentes. El culpable fue pasar de seis a tres decimales, y de aquí fue estirando hasta llegar a la conclusión de que una variación mínima inicial puede producir alteraciones a corto y medio plazo, siendo el inicio de la teoría del caos.
Años después, los autores John Briggs y David Peat apuntaban que "la teoría del caos demuestra por qué pareciendo sueño (controlarlo todo) es una ilusión". Los sistemas caóticos están más allá de todos nuestros intentos de predecirlos, manipularlos y controlarlos. El caos sugiere que, en lugar de resistirnos a las incertidumbres de la vida, el que tendríamos que hacer es aceptarlas. Y aquí es donde entra el segundo tema, la creatividad .
"La información es poder, tenerla es una inmensa y decisiva ayuda, pero sabemos que nunca lo abrazaremos todo, y que necesitamos cultivar, valorar y desarrollar nuestra creatividad"
Es decir, nuestra sociedad y su funcionamiento es un sistema con una extensísima lista de variables que influyen unas hacia las otras. A pesar de que viste de lejos son sistemas bastante estables y con patrones muy definidos, al acercarnos vemos que la estabilidad es relativa y no faltan sorpresas y cambios inesperados. Los individuos que formamos parte, respondemos a varias necesidades, miedos o deseos que varían y se modulan, con una constante interconexión provocando que las influencias sean reciproques y nos lleguen por cualquier lado y a cualquier hora.
Por lo tanto, su complejidad y naturaleza caótica dificulta que las predicciones sean del todo fiables y aquí entra en juego nuestra capacidad creativa. La necesitamos para responder ante las incertidumbres, sin renunciar de ninguna forma a disponer de información que nos permite prepararnos mejor por lo que vendrá. La información es poder, tenerla es una inmensa y decisiva ayuda, pero sabemos que nunca lo abrazaremos todo, y que necesitamos cultivar, valorar y desarrollar nuestra creatividad como una herramienta que nos servirá en este futuro que tendrá algún aspecto o característica que no será del todo como habíamos previsto.