El Ministerio de Hacienda acaba de hacer público el porcentaje de ejecución del presupuesto de infraestructuras por comunidades autónomas de los primeros seis meses de 2021. De nuevo, Catalunya se encuentra en la cola con solo el 13,3% del presupuesto ejecutado. La media de todas las comunidades es del 18,3% y Madrid está delante con el 41%. Es un problema que se repite año tras año.
Desde hace décadas, Catalunya sufre un déficit crónico en infraestructuras y muchos estudios lo ponen de manifiesto. La Cambra de Comerç de Barcelona, por ejemplo, publicaba en 2019 un informe que concluía que Catalunya ha recibido de media en los últimos años (2013-2018) el 12% de la inversión estatal en infraestructuras. Es un porcentaje inferior a la participación de Catalunya a la actividad económica en el Estado (19%) y también al peso de la población (16%).
El vigente Estatut d'Autonomia de Catalunya pretendía corregir este déficit con la disposición adicional tercera que establece que, para un periodo de siete años, las inversiones del Estado en infraestructuras en Catalunya se tenían que equiparar a su porcentaje del PIB respecto al total. Como esto no se ha cumplido, el déficit se ha ido ampliando. Varios estudios cifran el déficit anual entre el 3,5% y el 5,5% del PIB. Es un déficit que tiene importantes consecuencias negativas. Así, según la Cambra,si no hubiera este déficit se habrían podido crear o mantener 111.501 puestos de trabajo a tiempo completo y el PIB habría sido un 3,3% superior. Otros impactos negativos son la pérdida de competitividad en comparación con otros territorios por temas como la inferior calidad de infraestructuras relevantes, la siniestralidad y la congestión. Por ejemplo, en zonas como los accesos a Barcelona, el déficit de infraestructuras consume tiempo de la gente (63.000 horas al día), que se puede valorar en 690.000 euros al día, según la Cambra.
Es un problema crónico que perjudica la competitividad del tejido empresarial y el bienestar de la gente
Las causas del déficit son muchas y, entre estas, podemos destacar el insuficiente presupuesto y el bajo porcentaje de ejecución del presupuesto. Por eso, hay cada año dos momentos de preocupación. El primero, cuando se anuncia el presupuesto que el Estado destinará a cada una de las comunidades autónomas, donde Catalunya sale perjudicada al presupuestarse menos de lo que le correspondería y de lo que preveía el Estatut. El segundo momento es cuando se anuncia el porcentaje de ejecución, donde Catalunya sale en la cola por la parte baja, como ha pasado ahora.
En definitiva, es un problema crónico que perjudica la competitividad del tejido empresarial y el bienestar de la gente. Por eso, tiene mucho sentido seguir pidiendo a los gobiernos que hagan todo lo posible para que se aumente el presupuesto de infraestructuras y que después se ejecute.