Quizás Matusalem no vivió los 969 años que dice el Génesis 5.20, pero basta con leer las esquelas para ver que la población está envejeciendo. La esperanza de vida al nacer, en España, ha pasado de los 44 a los 83 años en un siglo. La población de más de 65 años pasará del 19% actual al 34% el 2050. A causa, en parte, del aumento de la esperanza de vida y, en parte, a la caída de la fecundidad como consecuencia de la incorporación de la mujer al mundo laboral y a factores sociales y culturales; y sobre todo a la mejora en la higiene y los antibióticos que han hecho innecesario tener tantos hijos como hace un siglo.
Este fenómeno demográfico coincide con el todavía creciente expansión de la población juvenil en la África, que puede, en parte, suplir la caída de juventud nacional. Al respeto el que hace falta es crear un flujo ordenado desde los países de origen en los que se los dé una educación en el idioma y las costumbres que faciliten su integración, y una formación en las habilidades necesarias para ser productivos. Para reducir al máximo el riesgo de ser recibidos con hostilidad, porque el reto no es la inmigración sino la integración.
Casi el 50% de las empresas de Fortune 500 fueron fundadas por inmigrantes o por sus hijos. Se habla mucho como afectará todo esto a las pensiones y al sistema asistencial. Hay quién dice que igual que las predicciones de Malthus que el aumento de la población traería a hambres, tampoco se cumplirán las de la consecuencia de la catástrofe del invierno demográfico, puesto que la robótica y la inteligencia artificial permitirán superarlas. Trayéndonos, además, a un mundo en que tendrá que haber una pensión general y libertad de consumo de estupefacientes, para contentar a una población ociosa.
El objetivo de la civilización no es el crecimiento económico. Este es un medio para lograr una mejora en el bienestar, en la calidad de vida. Este envejecimiento de la población lo supone también de la mano de obra, el que crea un reto para las empresas que tendrán que esforzarse a retenerlos y reciclarlos. Porque va creciendo el número de personas en edad avanzada, que carece de las capacidades de las más jóvenes.
"El envejecimiento de la población crea un reto para las empresas que tendrán que esforzarse a retenerlos y reciclarlos"
Una esperanza de vejez más prolongada, relativamente sana de forma inicial, precisa de una mayor seguridad económica. Esto puede traer a retrasar la herencia económica y a la sucesión en el poder a la empresa familiar. Por cierto, que si queremos paliar este problema sin morirnos, tenemos el pacto sucesorio (arte 431 del Código Civil catalán).
La serie de televisión Sucesiones ayuda a reflexionar sobre este tema. Cada vez son más las familias en las cuales convive mayor número de generaciones. A algunos se los puede cocer el arroz esperando el relevo. A la familia real inglesa Isabel II tiene 92 años, su heredero Carles, 69, el heredero de este, Guillermo,tiene 36 y su hijo, Jordi, 5.
Otra cuestión demográfica es el aumento de la poligamia sucesiva, con el que el número de integrantes de la misma generación y rama descendentes de diferentes progenitores vivos es creciente. Así puede dificultar la transmisión de los valores de la familia empresaria, el que es uno de los elementos que ayudan a garantizar la continuidad de la empresa familiar. El número de integrantes de las próximas generaciones será inferior de las precedentes.habrá un número suficiente de capacidades e interesados en la continuidad de la empresa familiar?