Exención de responsabilidades: quería hablar de un tema más veraniego, pero la actualidad nos lleva desafortunadamente al infierno.
En la última semana, se han sucedido en el Reino Unido ataques racistas, quema de locales, ataques a mezquitas, intentos de linchamientos y toda clase de disturbios graves por parte de fanáticos de ultraderecha. Facebook, TikTok, Instagram y X están llenos de vídeos que nos regresan a épocas muy oscuras. Y es que la violencia de estos días no se puede entender sin el papel amplificador de las redes sociales.
"Si observáis cualquiera de las horribles imágenes de estos días, veréis muy poca gente agrediendo y destrozando y mucha filmando y subiéndolo a redes. Y esto tiene un efecto multiplicador"
Los disturbios comenzaron a raíz del ataque a una escuela de danza en el pueblo de Southport que resultó en el asesinato de tres niñas y 10 personas heridas, 8 de ellas menores. El cuidado de la policía en no revelar la identidad del asesino mientras se llevaba a cabo la investigación, algo menor y que la ley lo impide, hizo que las redes se llenaran de desinformación, mentiras interesadas y retórica inflamatoria. El ataque se atribuyó falsamente a “Ali al-Shakati”, un supuesto refugiado musulmán llegado en barco el año anterior. Por culpa de los disturbios que desencadenó la desinformación, el juez se vio obligado a revelar que el autor había sido Axel Rudakubana, de 17 años y nacionalidad británica. El chico tenía un "diagnóstico de trastorno del espectro autista" y llevaba un tiempo sin salir de casa, sin comunicarse con la familia. Esta era la jodida verdad. Pero ya era demasiado tarde.
Las redes sociales detestan el vacío informativo, especialmente X, donde la opinión no se basa necesariamente en información, e Instagram y TikTok, donde el algoritmo tiene hambre de vídeos en directo. Si observáis cualquiera de las horribles imágenes de estos días, veréis muy poca gente agrediendo y destrozando y mucha filmando y subiéndolo a redes. Y esto tiene un efecto multiplicador: los disturbios se extendieron por varias ciudades, entre ellas Londres, Manchester, Liverpool, Bristol, Leeds, Hull, Nottingham, Blackpool, Middlesbrough, Plymouth y Belfast.
"La readmisión en nombre de la libertad de expresión de toda clase de conspiranoicos de ultraderecha en X ha convertido la red en una máquina de propagación de desinformación y odio"
La crisis ha puesto el foco —una vez más— sobre el papel de las redes sociales, especialmente X, en la difusión y amplificación del discurso de odio. Una de las primeras lamentables decisiones de Elon Musk al hacerse dueño fue suprimir todo el equipo de verificación. Esto y la readmisión en nombre de la libertad de expresión de toda clase de conspiranoicos de ultraderecha en X ha convertido la red en una máquina de propagación de desinformación y odio. Creo que Musk ignora aquello de Popper de que “la tolerancia ilimitada puede conducir a la desaparición de la tolerancia”.
Uno de los “amnistiados” por Musk fue Tommy Robinson (nombre real Stephen Yaxley-Lennon), un activista de extrema derecha que había sido “desplataformado” para siempre en marzo de 2018, cuando Twitter era Twitter. Robinson recuperó así un altavoz necesario para hacer llegar a su cerca de un millón de seguidores, su retórica islamófoba, su discurso de odio e incitar a la violencia. Una joya. El personaje habría huido del Reino Unido para evadir causas anteriores con la justicia.
El profesor Stephan Lewandowsky de la Universidad de Bristol, experto en desinformación, afirma que las plataformas de redes sociales amplifican las voces de extrema derecha y las califica de “máquina de indignación”. También dice que la solución es tan sencilla como modificar el algoritmo para que amplifique la información basada en la calidad en lugar de la basada en la indignación. Yo lo veo más complicado; la indignación provoca más reacciones que la información, ergo más dinero.
"El algoritmo de X tiene una línea de código que dice que si un tuit es del usuario @elonmusk sea recomendado a más gente"
En cuanto a la eficiencia de “desplataformar” indeseables dice: "Hemos comprobado que la desplataformación funciona. Si expulsas a alguien de una plataforma, su influencia disminuye y las personas que lo seguían también van a otro lugar. Hay un cierto desplazamiento: la gente va a otras plataformas. Aun así, hay que tener cuidado de no actuar como censor".
Y por si readmitir a gente como Robinson no fuera suficiente, el mismo Musk amplifica el mensaje con sus interacciones. El tuit de crítica de Robinson al mensaje del primer ministro Keir Starmer denunciando el papel instrumental de las redes sociales en los disturbios, fue respondido por Musk con dos signos de exclamación, multiplicando el odio de Robinson para 193, hasta los 193 millones de seguidores del magnate. En realidad son muchos más porque el algoritmo de X tiene una línea de código que dice que si un tuit es del usuario @elonmusk sea recomendado a más gente (hasta aquí llega la megalomanía del personaje).
El primer ministro advirtió que los incitadores de las protestas se enfrentarían a penas de prisión en un discurso que borra las fronteras de lo que llamamos en línea y fuera de línea: “El desorden violento, claramente impulsado en línea, también es un delito, está ocurriendo en sus hogares y la ley debe cumplirse en todas partes”.
Hace tiempo que no hay distinción entre el mundo en línea y el mundo fuera de línea. El mundo es uno y lo que ocurre en un lado tiene impacto en el otro. Musk hace mucho tiempo que ha perdido la razón, y peor aún, se la ha hecho perder a mucha gente. La compra de Twitter es parte de su cruzada contra el movimiento woke a quien culpa de todos los males del mundo, entre ellos y muy especialmente el de la transición de sexo de uno de sus hijos a quien considera muerto. La otra gran obsesión suya es el multiculturalismo y muy especialmente del modelo europeo. Hace años que cuando hay disturbios derivados de la convivencia entre gente diversa —sean reales o mentiras, como el caso del asesino de Southport— se dedica a desinformar y a fomentar los disturbios haciendo llamamientos a la guerra civil. Una búsqueda rápida en X por "civil war (from:elonmusk)" da hasta 7 resultados relacionados con diferentes disturbios de carácter racista en diferentes momentos. Varios miembros del parlamento (MP) británicos ya han pedido su comparecencia en una comisión de investigación y, mucho más importante, tabloides como el Daily Mail ya abren la portada con “Ira contra la afirmación de Elon Musk de que ‘la guerra civil es inevitable’”.
"Musk hace mucho tiempo que ha perdido la razón, y peor aún, se la ha hecho perder a mucha gente"
En Estados Unidos las cosas van por un camino similar. Además de incitar al odio y a la guerra civil, también ha decidido apoyar a Trump, valga la redundancia. El comité de acción política (PAC) America PAC, financiado por Musk, está bajo investigación por parte de la secretaria de estado de Michigan. El PAC America, habría engañado a los votantes, de los que habría recogido datos personales detallados en una web fraudulenta que pasaba por asistirlos en su registro.
Todas estas prácticas —ahora quizás se entiende más la compra de Twitter por una cantidad desorbitada— ha hecho que mucha gente considere que Musk tiene intereses en la desestabilización de democracias occidentales, también la de EE.UU. Esto explica que la etiqueta DeportMusk haya ido ganando fuerza en X hasta convertirse en tendencia. La etiqueta no es otra cosa que el reflejo de una buena parte de la sociedad que ve en Musk al villano megalómano de James Bond. De hecho, hay base jurídica: una relación causal entre la gestión de X y el asalto al Capitolio, por ejemplo, conllevaría un cargo de traición o de intento de derrocar al gobierno de EE.UU. y, a pesar de ser ciudadano estadounidense desde 2002, Musk podría ser deportado a su Sudáfrica natal.
"Lo que propondría en lugar de la deportación de Elon Musk es su 'desplataformización'"
Yo no soy, en general, muy partidario de las deportaciones, aunque la de Musk no creo que me diera ninguna pena, pero no serviría de nada. Lo que propondría en lugar de su deportación es su desplataformización: con 193 millones de seguidores tan o más conspiranoicos como él, da igual donde esté mientras pueda continuar escupiendo odio con solo un móvil y una conexión a internet. Al fin y al cabo, él y los extremistas a los que impulsa violan constantemente los términos de servicio de su propia plataforma, que solo se aplican a quienes no piensan como él.