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La economía circular y el coste de oportunidad

09 de Febrero de 2024
Ferran Piqué | VIA Empresa

La economía circular es una tendencia en alza. En términos prácticos, posiblemente no tanto como sería deseable, como demuestra el reciente informe de la Fundación Circle Economy, que ofrece cifras sobre el actual estado de adopción de este modelo. Los datos del barómetro de 2023 revelan que solo un 7,2% de la economía global es circular. En consecuencia, casi el 93% de la economía sigue siendo "de un solo uso", basada en un modelo lineal de tomar-hacer-desechar.

La transición que cada vez más empresas realizan hacia este nuevo paradigma no ha contrarrestado la tendencia que ha seguido el indicador de circularidad de la economía en los últimos años, pasando del 9,1% en 2018 al 7,2% actual, debido al indiscriminado crecimiento del consumo de recursos de la tierra. Esto ha llevado a superar cinco de los llamados "9 límites planetarios" que miden la salud ambiental a través de la tierra, el mar y el aire.

Revertir esta situación nos interpela a todos: gobiernos, empresas y ciudadanía. La economía circular se ha convertido en una de las principales palancas de cambio para muchos negocios y será un factor determinante de la competitividad futura. Según el Barómetro de la economía circular de la empresa catalana de 2022 elaborado por el Col·legi d’Economistes de Catalunya, un 83% de las empresas encuestadas creen que la economía circular influirá en la estrategia de crecimiento futuro de sus empresas. Ahora bien, ¿cuáles son las principales estrategias para incorporar la economía circular en los modelos de negocio?

"Solo un 7,2% de la economía global es circular, según la Fundación Circle Economy"

Podemos identificar 3 estrategias principales, no excluyentes entre sí, para transitar hacia modelos de economía circular, según recoge la Harvard Business Review:

  1. Producto como servicio (o servitización): Consiste en cambiar hacia modelos de producción de bienes para el alquiler en detrimento de la venta. De esta manera, la empresa puede tener el control de todo el ciclo de vida del producto y asume la responsabilidad de la gestión del final de la vida útil del mismo. Esta estrategia suele implicar el desarrollo de servicios de calidad que generen valor agregado para el cliente, como el mantenimiento y la reparación, y que justifiquen que al final del ciclo de vida del producto se pueda haber pagado más en conjunto que si se hubiera comprado el producto. Es una estrategia que tiene consecuencias financieras relevantes tanto en los flujos de efectivo del fabricante como en el cliente, para quien supone evolucionar de inversiones (capex) para la adquisición de bienes hacia el incremento de gastos operativos (opex) para la compra de servicios.
  2. La extensión de la vida útil de los productos: esta estrategia consiste en diseñar productos con una vida útil más larga. Hay que recordar que la economía lineal se basa en la renovación constante de existencias, lo que incentiva un modelo en el que los productos se diseñan para que tarde o temprano deban ser reemplazados, como el fenómeno de la obsolescencia programada. Esta estrategia se basa en generar valor agregado en el diseño de los productos para la durabilidad y utilizar la vida útil como ventaja competitiva para diferenciarse.
  3. Diseño para el reciclaje: se trata de un modelo que incorpora la variable del reciclaje desde la fase de diseño del producto con el objetivo de maximizar el aprovechamiento de los materiales utilizados en nuevos productos futuros. Un ejemplo ilustrativo de esto son los arquitectos que diseñan un edificio priorizando el uso de soluciones que al final de la vida útil del edificio se puedan reutilizar. En esta estrategia también podríamos incluir el diseño de productos a partir de materiales reciclados

Estos modelos pueden servirnos como base para plantear cómo introducir la circularidad en el modelo de negocio y la estrategia de la empresa. Es importante tener en cuenta que hay múltiples variables y casuísticas a considerar, como la tipología del producto y su valor, la dificultad para recuperar el producto de manos del cliente al final de la vida útil, o la complejidad para valorizarlo al final de la vida útil. El propósito de todo esto debe ser encontrar formas de maximizar la utilidad de los recursos que ya tenemos y favorecer la reducción del consumo de recursos de carácter finito y la generación de residuos que conllevan importantes daños medioambientales.

"El propósito de todo tiene que ser encontrar formas para maximizar la utilidad de los recursos que ya tenemos y favorecer la reducción del consumo de recursos de carácter finito"

Si se realiza adecuadamente, la transición hacia la economía circular puede generar impactos en múltiples ámbitos críticos para la mejora de la competitividad y la gestión de riesgos, tales como la resiliencia de las cadenas de suministro, la generación de nuevas fuentes de ingresos, la optimización de costos y eficiencia de los materiales, y la sostenibilidad ambiental y reducción de residuos

Com recordaba en un artículo anterior sobre el rol de los clústers catalanes en la descarbonización de la economía, las alianzas a lo largo de la cadena de valor tienen un papel fundamental para hacer cada vez de la economía circular menos un modelo y más una realidad. Junto con esto, hay otros factores que pueden actuar como facilitadores de esta transformación: un buen flujo de información y datos entre los agentes de una cadena de valor, el acceso a financiamiento, la legislación y las políticas públicas, la disponibilidad de soluciones tecnológicas e infraestructuras, y contar con talento formado con la perspectiva sobre sostenibilidad y una cultura que la fomente, en línea con lo mencionado en el último informe sobre economía circular del World Economic Forum.

"Aplazar las transformaciones y hacer aquello de quienes día pasa año empuja tiene un considerable coste de oportunidad"

No obstante, identifico 3 elementos adicionales que, en mi criterio, completan la ecuación que condiciona la adopción de la economía circular en las empresas:

  • El grado de sensibilización de clientes y usuarios para identificar el valor añadido de lo ambientalmente responsable y el impacto de sus decisiones de consumo.

  • El conocimiento de casos de empresas de naturaleza equiparable (dimensión, tipo de producto, etc.) que ya han hecho el cambio, a partir de los cuales se puedan inspirar (a menudo es necesario buscarlos en mercados más avanzados y sofisticados).

  • La capacidad de las empresas de tener una visión de futuro a medio-largo plazo que motive la transformación en esta dirección para asegurar la competitividad futura.

En conclusión, como decía el maestro de los aforismos Jorge Wagensberg, "innovar es una actividad de riesgo cuyo principal riesgo es no practicarla". Las perspectivas nos indican que en el ámbito de la economía circular, esta cita cobra ahora un sentido especial y que posponer las transformaciones y adoptar la mentalidad de "quien día pasa, año empuja" tiene un considerable costo de oportunidad.

PD. La Comisión de Economía y Sostenibilidad del Col·legi d’Economistes de Catalunya está llevando a cabo una nueva edición del Barómetro de la Economía Circular de las empresas catalanas, y podéis participar completando la encuesta (https://form.typeform.com/to/w9E9IBXz).