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Economía circular e inmigración: tema de tertulia

08 de Octubre de 2024
Xavier Roig VIA Empresa

Hace ya años que el padre de un amigo mío tuvo que ir a Francia para arreglar unos papeles de ámbito laboral. Internet, en la administración, ni se soñaba entonces. El caso es que los papeles eran relativos a las cotizaciones a la seguridad social francesa porque el padre de este amigo había hecho de temporero en las vendimias durante diferentes años y le tocaba la edad de jubilarse. Para completar la pensión necesitaba estos justificantes.

Está claro que el señor Sánchez es un maestro a la hora de administrar la ignorancia de los españoles, incluida, no podía ser de otra manera, la de la prensa. Lo digo porque el presidente del gobierno español ha presentado este gran invento que todos se han apresurado a comprar bajo el nombre "inmigración y economía circular" y que hasta ahora el resto de Europa denominaba "temporeros". Honestamente, todo este montaje me recuerda las esferificaciones con sabor a oliva de Ferran Adrià; precio por precio, ya existían las olivas.

"El presidente del gobierno español ha presentado este gran invento que todos se han apresurado a comprar bajo el nombre 'inmigración y economía circular' y que hasta ahora el resto de Europa denominaba 'temporeros'"

La idea, por lo tanto, es buena porque ya era buena. La cuestión es cómo se administra el tema. La administración francesa, a pesar de lo que se diga, es eficaz: una carta de París en un pueblo del Capcir tarda un día. Quiero decir que el tema tiene una sofisticación administrativa importante. Si analizamos las tareas podríamos resumirlas en:

  • Alguien se dirige a la Oficina de Inmigración de Economía Circular (OIEC) pidiendo gente.
  • La OIEC pone las demandas a... ni idea. La web siempre es un recurso para desviar presiones personales.
  • Los que quieren venir a cubrir esta demanda ponen la solicitud a... ni idea. O a la web.
  • Alguien las analiza y las pasa al demandante de gente.
  • Y, si les conviene, empieza un proceso más complicado todavía: avión, alojamiento, salarios, acuerdos con las seguridades sociales del país de origen, etc.

Solo pensarlo me da pánico.

Ahora voy y giro la mirada hacia las Tierras de Poniente. Cada año hay problemas con los temporeros que ya vivían en España. Y yo me pregunto: aquello que, a lo largo de decenios, han hecho en Francia con una cierta eficacia -utilización de temporeros para la vendimia-, ¿por qué crea ajetreo cada año en Lleida y alrededores? La respuesta es fácil: el número de incompetentes en nuestras administraciones públicas alcanza dimensiones cósmicas y no llegan ni a la suela del zapato del personal que administra Francia, está claro. Entonces, ¿cómo se implementa el plan Sánchez sobre la inmigración en economía circular? Pues de ninguna forma, porque de esto se trataba. ¿O es que alguien esperaba algo más que la simple palabrería?

Sobre la inmigración trabajadora hay opiniones diversas y divergentes. No es un problema a solucionar y, como máximo, tenemos que aspirar a gestionar eficazmente. ¿Y como lo haremos? Pues aplicando las leyes y normas que dictamine Europa cuando llegue el momento. Hay países europeos que hace años que piensan y trabajan. Cualquier sugerencia será válida. Eso sí, que no venga de España, por favor.