El grupo Bonpreu, que en poco más de 40 años ha llegado donde está y que da trabajo a miles de personas, merece un reconocimiento que, más allá del desacuerdo entre los dos propietarios, hay que hacer patente aquí.
La situación del grupo se encuadra en un sector de gran competencia, con organizaciones de gran éxito como Mercadona, y otros con dificultades como Día, inmersa en una severísima destrucción de valor en la bolsa, o como Eroski que gestiona una gran deuda después de absorber Caprabo.
Una propiedad dividida al 50%, sin ninguna mayoría en la toma de decisiones, obliga a coincidir siempre, a negociar hasta encontrar el acuerdo o, en el peor de los casos, a asumir una situación de conflicto.
Cuando los socios no consiguen resolver sus desavenencias, se tiene que recorrer a los protocolos de la empresa o solicitar un arbitraje externo. En el caso del grupo Bonpreu, según el que ha sido publicado, los estatutos proponen la separación comprando una de las partes la participación de la otra o, si no hay suficiente concordancia entre las valoraciones, dividir la empresa.
"Cuando los socios no consiguen resolver sus desavenencias, se tiene que recorrer a los protocolos de la empresa o solicitar un arbitraje externo"
Dedo de otro modo, si los dos socios no llegan a un consenso, todo queda a expensas que se pongan de acuerdo, a través de una diferencia inferior al 25% del importe de sus valoraciones, dos profesionales que quizás no han pisado nunca ningún supermercado del grupo.
En una transacción, el valor por el vendedor es el mínimo para aceptarla, y por el comprador es el máximo que está dispuesto a pagar. De ninguna forma se puede considerar que valorar sea una ciencia, como claramente demostró el reciente estallido de la burbuja inmobiliaria o cómo revela que la mayoría de analistas bursátiles no son multimillonarios.
El valor de una empresa es una opinión, fundamentada en suposiciones con las cuales no es obligado coincidir. El precio, en cambio, es una cifra que refleja el que se paga en una operación concreta, después de llegar a un acuerdo el comprador y el vendedor. La cifra del valor de una empresa se escribe en un papel y la del precio en un cheque, añadiendo una firma en los dos casos.
Si valorar fuera una ciencia, las conclusiones respecto del grupo Bonpreu que han emitido cuatro consultoras y un pèrit habrían coincidido. Por el que se ha leído, inicialmente se confrontaron dos cifras, que posteriormente fueron sustituidas por otras dos también diferentes, siendo todas revisadas por un pèrit. No hay que decir quehabría tantos valores como expertos fueran consultados, con opiniones discordants hacia la misma empresa.
El valor de una empresa está siempre referido a su futuro, traducido a flujos de dinero contando y sonando trasladados a valor actual. Partiendo de las mismas premisas, cualquier método de valoración tendría que dar un único resultado, pero no hay ninguna certeza respecto al futuro y las suposiciones serán diversas. No es posible la coincidencia en los cash flow que estiman los valoradors y en el riesgo que aplican a los cálculos, ni resulta fácil afirmar qué criterio es el mejor.
Desde este conflicto judicialitzat, que se tiene que contemplar con el máximo respeto, pues es seguro que los protagonistas son plenamente conscientes de su trascendencia, se pueden hacer tres comentarios genéricos. Algunos proyectos empresariales tienen inicios emocionantes en los que no hay motivo para pensar en posibles desavenencias futuras entre socios. Cuando las relaciones son óptimas es el mejor momento para dejar establecido el procedimiento a seguir en caso de problemas.
Parece recomendable resolver los contratiempos de una empresa con poco ruido, por cuanto todas las señales que emite afectan su mercado, a su posición competitiva y, sobre todo, los colaboradores que puntualmente van cada día a hacer su trabajo. La transparencia no está reñida con la discreción. El valor de una empresa es también el de todas las personas que forman parte de ella. Conviene tenerlo presente y evaluar si es mejor cuantificar económicamente un acuerdo o deshacer un equipo en dos partes que tendrán que competir por los mismos clientes.
Para finalizar, se tiene que destacar la capacidad de Bonpreu de operar con normalidad, inclús abriendo nuevos establecimientos, mientras se encuentra la solución en un problema entre dos personas. No detener el crecimiento es la mejor señal que se mantiene la fe en la empresa y en su futuro, digan el que digan las valoraciones.