Uno de los problemas que sufre el país es la falta colectiva de nivel culturaly educativo. Esto nos lleva a no tener voces autorizadas que piensen y propaguen ideas que nos tienen que ayudar a encarar la vida, la realidad. Me refiero a los intelectuales. Intelectuales en todos los ámbitos. También en el económico. Es un estamento importantísimo para el bienestargeneral. No siempre hemos estado huérfanos de estos grandes tipos. Pocos se acuerdan, a modo de ejemplo, del señor CarlesFerrerSalat. Fue empresario y, por lo tanto, un especialista en la concreción de las cosas. Pero también un intelectual que contó con amistades y relaciones que le ayudaron en el pensamiento. A menudo desde una perspectiva de indudable catalanidad. Sería bueno que alguien que tuviera registro - ¿quizás la familia? - diera cuenta de sus amistades con JosepPla, con el historiador VicensVives y con todos los personajes responsables del Plan de Estabilización español de final de los cincuenta (Estapé, SardàDexeus, etc.). Con algún Ferrer Salat entre nosotros quizás nos ahorraríamos más de una sacudida. Y que conste que la creación de la CEOE fue, en mi opinión, una de las acciones menores del empresario catalán - sobre todo ver en que, posteriormente, la han convertido los nefastos políticos y los apócrifos empresarios que la han asaltado.
En DerSpiegel leo una entrevista al ministro de Economía alemán, RobertHabeck -este del que nuestra prensa solo ha destacado, como gran peligro, que era liberal. Alemania acostumbra a estar bien gobernada. La reforma laboral la llevó a cabo, cuando tocaba, un socialdemócrata - GerhardSchröder- a principios del 2000, cosa que permitió a los alemanes encarar la Gran Recesión bien blindados. La señora Merkel se encargó de continuar aplicando un cierto rigor durante muchos años -cumplió con una gran misión: salvar el euro. Y ahora, cuando se tiene que hacer el gran salto cabe una economía verde, Alemania se ha dotado de un gobierno profesional. Los verdes especializados en ecologismo racional, las finanzas reguladas por un liberal y todo dirigido por unos socialdemócratas. Una combinación sofisticada, pero profesionalmente muy equipada. A todos los europeos nos conviene que triunfe.
¿Alguien cree que Alemania ha sido trabajando por amor al arte en el Nord Stream 2 -esta instalación que los americanos querrían fallada y que, entre otros razones, los lleva a estimular la invasión de Ucrania?
Ligo la entrevista al ministro Habeck con aquello que les decía de nuestra falta de gente ilustrada. El que él dice no es nada más que la aplicación de la lógica más fundamental y que, entre nosotros, parece cosa del pasado. Uno de los aspectos que remarca el ministro es que la transición hacia una economía basada en fuentes de energía renovables no saldrá barata. Y por dos motivos básicos. El primero es que habrá que hacer inversiones. Es lógico. La energía solar es, por ejemplo, gratuita. Pero primero hay que comprar e instalar las placas. Y esto cuesta dinero. Nuestro ecologismo nacional -un movimiento dominado por los tocatambores más frívolos- te explican las 40.000 gracias sobre la gratuidad de la fuente. Claro, la cosa hace que mucha gente se pregunte: si es tan barata, ¿por qué no la usa todo el mundo? Y es que el tema es otro: ¿estoy dispuesto a invertir en placas solares el equivalente a seis, siete u ocho años la factura energética que tengo actualmente? Y no hablo solo de particulares. También están las empresas: grandes superficies, fundiciones, químicas, agroalimentación, etc. Quizás todas ellas no tienen suficiente músculo financiero. ¿Están nuestros bancos dispuestos, y bastante dotados, cómo para financiar estas inversiones? Y, mientras, como se le pide al malabarista, hay que contar con el gas natural para poder hacer esta transición sin aumentar la contaminación. Alguien se piensa que Alemania ha sido trabajando por amor al arte en el NordStream2 -esta instalación que los americanos querrían fallada y que, entre otros razones, los lleva a estimular la invasión de Ucrania?
La segunda cosa que apunta el ministro Habeck, importantísima en mi opinión, hace referencia a los cambios tecnológicos y a los efectos sobre la mano de obra actual. El ministro -que debe de haber ido a la escuela donde debe de haber aprendido física básica aplicada- dice que un coche con motor de explosión tiene válvulas, filtros, levas, etc... Toda una serie de materiales que en un motor eléctrico no es necesaria puesto que es infinitamente menos complicado que uno de los grandes inventos de la humanidad -el maravilloso conjunto de elementos mecánicos, perfectamente coordinados, que constituyen el motor de explosión. El ministro dice que esta simplicidad en el uso del motor eléctrico tendrá efectos negativos sobre la ocupación y que, por lo tanto, hay que empezar a pensar en el reciclaje de los trabajadores para ocuparlos en nuevas especialidades que irán apareciendo.
A menudo tengo la sensación que en casa nuestra, insisto, somos un poquito ilusos. Ahora acabamos de caer del caballo al sentir que Seat ha dicho, con toda lógica, que le sobrarán aproximadamente unos 3.000 trabajadores si se quiere ir a la fabricación de coches eléctricos -aspecto que algunos venimos previendo hace tiempo. ¡Ep! Y Seat no habla de los lugares que sobrarán a la industria auxiliar del automóvil, que mayoritariamente vive alrededor de ella. Ahora ya tenemos materia para palabrería improductiva durante unos cuántos días.
No hacen falta grandes especialistas para descubrir hechos tanto básicos. Simplemente necesitamos gente que haga su trabajo. Alemania no es resultado de ningún milagro, no nos engañamos. Es, simplemente, el resultado de un país muy gobernado, cómo lo están otros países europeos. El que sí se sorpresivo -y no es ningún acto sobrenatural, sino el resultado de la limosna europea- es que nosotros podamos ir sobreviviendo de mal grado de estar gobernados e influenciados por gente tanto mediocre.