El año 1798 Thomas Malthus publicó su Ensayo sobre la población donde expuso una teoría notablemente pesimista sobre la tensión entre población y recursos alimentarios. Según este autor, mientras que los recursos se incrementaban en progresión aritmética, la población crecía en progresión geométrica. De este planteamiento deducía que el equilibrio solamente era alcanzable mediante la guerra o la hambre, ambas como "instrumento" para reducir la población. Cuando Malthus escribía esto, en todo el mundo vivían 1.000 millones de habitantes, con una alta proporción en plena penuria. Hoy, dos siglos después, en el mundo hay 7.000 millones de habitantes que, de media, viven mejor y comen mejor. Y como consecuencia, nos hemos olvidado de las tensiones demográficas en relación a los potenciales productivos de alimentos.
El milagro lo ha hecho la energía, la ciencia y la tecnología. Pero estos vectores también han jugado a campo contrario. La mejora de la sanidad ha incrementado la tasa de crecimiento demográfico, al reducir la mortalidad infantil y alargar la vida mediana. A pesar de que, en la medida que la sociedad se adapta culturalmente al desarrollo más grande sanitario, acaba reduciendo la tasa de fertilidad. En sentido contrario y en relación a la energía, el uso ilimitado de los combustibles fósiles nos ha puesto a las puertas del cambio climático que podría afectar severamente a los recursos alimentarios, ya sea por pérdida de recursos (fenómenos meteorológicos extremos, inundación de tierras fértiles, etc.) o por competencia territorial con energías renovables.
Considerando el conjunto de dinámicas, las Naciones Unidas (DESNUDO) han revisado recientemente a la alza sus previsiones sobre el crecimiento demográfico mundial. Estas previsiones consideran tres escenarios, tal como señala la figura adjunta, siendo lo más probable el escenario intermedio, de acuerdo ambl cual se han establecido las orientaciones para una política alimentaria capaz de dar respuesta. Según esto, en 2050 habría a la tierra 9.772 millones de habitantes y 11.184 millones el 2100 en tendencia ya decreciente por reducción de la fertilidad ligada al desarrollo económico, social y cultural.
Atendiendo estas previsiones, la FAO ha indicado que habría que incrementar el 50% la producción de alimentos hasta el año 2050. Es esto posible? Sí, sin duda, pero no de cualquier manera. Si el incremento de la producción de alimentos se realizara simplemente ensanchando un 50% la superficie de cultivo, esto exigiría artigar el 30% de los bosques del planeta con un efecto sobre la emisión de gases efecto invernadero imposible de asumir. Afortunadamente no hará falta si se realizan las inversiones precisas y se adoptan las tecnologías adecuadas. Los potenciales de incremento de la productividad a través del progreso genético y mejora de las técnicas de producción, además de reducción del derroche y orientaciones dietéticas más sostenibles, hacen pensar que el objetivo 2050 no se encuentra en riesgo, sin menystenir, pero, las tensiones que irán asociadas a los cambios para llegar.
Pero, y si continúa creciendo la población? Cuál es el límite? Las previsiones de las Naciones Unidas consideran que en torno al año 2100 la población se estabiliza. Son previsiones, pero la cordura nos dice que mejor prevenir que curar. El planeta es limitado y opciones inadecuadas nos están trayendo a formas insostenibles de desarrollo. El 2050 a cada habitante "le corresponderán" 1,39 ha. de las cuales aproximadamente una tercera parte serán tierras improductivas, otra tercera parte, bosques y una tercera parte, tierras de cultivo y pastos. Habrá que gestionar bien este espacio limitado.
Todo ello nos obliga a mirar con atención la evolución demográfica, incorporando este indicador en la planificación de nuestro desarrollo futuro. Planificación demográfica es un concepto que suena mal y se suele vincular a formas limitadoras de la libertad, pero habrá que pensar estrategias por si el desarrollo natural de la población deshace las previsiones actuales. Este año ya se han revisado a la alza. El problema no es tanto si podremos alimentar a toda la población en un escenario de población creciente sino si el objetivo es un mundo cada vez más apretado que nos puede traer a situaciones insostenibles y a formas de vida insatisfactorias. Ahora estamos a tiempo de asearlo pero nos hará falta un cambio cultural mucho y muy importante para conseguirlo. Ahora bien, tal como sugiere -en formado pesimista- Stephen Hawking, siempre nos quedarán millones de planetas al espacio sideral.